La b¨ªblioteca en el cajon
El justificado entusiasmo por el aumento del 42% en el presupuesto para nuevos proyectos de las cinco universidades p¨²blicas de Madrid debe ser moderado e incluso, a riesgo de mezquindad, receloso. Vista la experiencia de los ¨²ltimos a?os, se dir¨ªa que cuando la comunidad universitaria recibe dinero -y as¨ª ha sido durante la d¨¦cada de los ochenta-, a menudo lo dedica m¨¢s a un remozamiento aparente de! la fachada que a la mejora real de la ense?anza. Prefiere por ejemplo comprar ordenadores, sin duda indispensables, antes que dotar nuevas plazas de profesores, m¨¢s indispensables a¨²n, y garantizar que su acceso est¨¦ regido por pruebas objetivas de competencia profesional -contratar a extranjeros, por ejemplo, por sabios que sean, es algo inaudito y extravagante en la universidad espa?ola-, y no por lealtades y hasta paisanajes: el endog¨¢mico nuevo orden impuesto por los departamentos, origen, fin y ¨²nica v¨ªa de salvaci¨®n en la actual ense?anza superior.Y si dota nuevas plazas y reorganiza y crea departamentos, a veces parecer¨ªa que se hace m¨¢s en funci¨®n de subterr¨¢neos pactos en la compleja organizaci¨®n del poder en la universidad que en busca de nuevas sabidur¨ªas: se pueden apostar gambas contra aceitunas a que no falta mucho para que se escriban libros -de comedias de costumbres a tesis doctorales- sobre la absoluta inexistencia de contenido (cero a la potencia diez), no ya de ciertas asignaturas sino de departamentos enteros dirigidos por catedr¨¢ticos a los que por razones que s¨®lo pretenden serlo hab¨ªa que permitir seguir siendo cabezas de rat¨®n.
Bien es cierto que los nuevos presupuestos para infraestructuras aprobados por la Comunidad de Madrid no est¨¢n relacionados con los planes educativos (quiz¨¢ habr¨ªa que decir el caos de los nuevos planes, necesitados de revisi¨®n casi antes de empezar), y que cada universidad decide qu¨¦ hacer con el dinero. En su estreno como gestora de las universidades p¨²blicas de la autonom¨ªa -antes lo era el exhausto y desbordado ministerio de Educaci¨®n-, la nueva Comunidad de Madrid ha querido ser generosa con planes de obras que justamente caracterizaron en buena parte la gesti¨®n de Gustavo Villapalos, anterior rector de la Complutense y actual consejero de Educaci¨®n y Cultura en el gobierno regional de Ruiz Gallard¨®n: esto es, un sin duda in¨¦dito entusiasmo en la creaci¨®n de infraestructuras, que sin embargo no siempre parec¨ªan haber sido suficientemente pensadas o tener el presupuesto necesario (el jard¨ªn bot¨¢nico de la Complutense comienza a parecerse al inacabable Diccionario Hist¨®rico de la Academia), y el casi inevitable paso a segundo plano de lo que entonces, ahora y siempre deber¨ªa ser lo m¨¢s importante: la eternamente aplazada discusi¨®n sobre la calidad y urgente mejora de los estudios superiores en Espa?a, en los que, por n¨²mero de alumnos y centros de investigaci¨®n, a Madrid le corresponde un papel principal. Y si alguien est¨¢ pensando en los nuevos planes de estudio aprobados en algunas facultades, que se acerque antes a observar sus primeros resultados.
Es cierto pues que presupuestos de edificios no tienen que ver con planes de estudio y debates de fondo -y desde luego discutible la oportunidad de criticar el aumento de los primeros por la insuficiencia de los ,segundos-, pero no es menos cierto que unos y otros tienen y a veces muestran sutiles y significativas afinidades. Un ejemplo: En el extenso informe de Paz ?lvarez publicado el lunes pasado por EL PA?S-Madrid, los rectores hablan en general de ampliar aularios para satisfacer la progresiva demanda en ciertas carreras, como Farmacia o Ciencias de la Informaci¨®n (de esta carrera se va a crear un segundo ciclo en la Carlos III), pero ni siquiera se sugiere que los nuevos espacios puedan ser empleados para aliviar una masificaci¨®n que todo el mundo denuncia pero a la que nadie -nadie- parece querer ponerle el cascabel: costar¨ªa votos al imprudente. Y sin embargo la masificaci¨®n es quiz¨¢ el factor decisivo en la calidad de estudios que en buena parte han de ser pr¨¢cticos.
Y dos datos significativos del viento tecnocr¨¢tico que desde hace un tiempo sopla en las universidades, con independencia de rectores y partidos, y que por cierto es el que configura el alma de los nuevos planes de estudio: la Polit¨¦cnica se lleva "la mejor tajada en el presupuesto para inversiones (76,4% m¨¢s que el a?o pasado), y el rector de Alcal¨¢ de Henares anuncia su gran proyecto: 50.000 metros cuadrados para albergar varias ingenier¨ªas y crear "una universidad polit¨¦cnica en el Este de Madrid, que en los pr¨®ximos anos pueda tener un rango competitivo". A veces las palabras hablan solas.
Jardines, laboratorios, restauraci¨®n de edificios hist¨®ricos, m¨¢s personal¨¢dm¨ªnistrativo... los rectores hablan en general con el entusiasmo de quien por fin puede hacer planes -y est¨¢ muy bien que as¨ª sea-, y el siguiente reportaje podr¨ªa ser el suculento de a qui¨¦nes se va a encargar esa b¨²squeda de una segunda juventud. En ciertas facultades de Madrid, por ejemplo, para reforzar el surrealismo ambiental se dice a los visitantes que el edificio fue premio Nacional de Arquitectura.
No deja de ser sin embargo significativo que ni un solo rector aluda, ni esta vez ni nunca, a lo que seg¨²n el profesor Emilio Lled¨® y otros deber¨ªa ser la condici¨®n misma de una universidad: la creaci¨®n de una sola biblioteca universitaria central digna de tal nombre. Bien es verdad que el se?or Lled¨® fue un incomprendido y tuvo que marcharse.
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