19 escalones hacia la soga
La pena capital 'recupera' en Estados Unidos la horca y el fusilamiento
La l¨ªnea de tel¨¦fono con el gobernador Thomas Carper se rnantuyo abierta hasta el ¨²ltimo momento en el Centro Penitenciario, de Delaware, pero el perd¨®n nunca lleg¨®. Poco despu¨¦s de las doce, Billy Baley subi¨® los 19 escalones que lo llevaron a la tarima de madera construida para su muerte. Antes de taparle la cabeza con una caperuza negra, un funcionario le pregunt¨® si ten¨ªa algo que decir. "No, se?or", respondi¨®.
El verdugo, tambi¨¦n encapuchado, le at¨® los pies, le coloc¨® la soga al cuello y abri¨® la trampilla sobre la que cayeron con un ruido sordo los 100 kilos del condenado. Los testigos apreciaron que el ejecutado moovi¨® las piernas durante unos segundos, pero r¨¢pidamente qued¨® pendiendo inm¨®vil. Un cuarto de hora despu¨¦s de la medianoche, un m¨¦dico an¨®nimo declar¨® a Baley, de 49 a?os de edad, oficialmente muerto.
"Ha sido un, espect¨¢culo medieval y b¨¢rbaro", dijo el abogado de Baley, Edmund Lyons, despu¨¦s de la ejecuci¨®n. Lyons manifest¨® que, momentos antes de su muerte, su cliente le hab¨ªa confesado que merec¨ªa ese fin, si con ello llevaba alg¨²n consuelo a los familiares de sus v¨ªctimas.
Los hijos de los dos ancianos a los que Baley hab¨ªa asesinado en 1986 presenciaron la ejecuci¨®n, y consideraron que era justo que el culpable de aquellos cr¨ªmenes tuviera el mismo castigo que ¨¦l dio a aquellos inocentes.
Un centenar de opositores a la pena de muerte permanecieron en vela toda la noche en la puerta de la prisi¨®n. Entre ellos estaba Kevin O'Conell, miembro de una organizaci¨®n humanitaria de Delaware, quien dijo que hab¨ªa sido un acto que "legitima el crimen de Estado".
La noche fue fr¨ªa y lluviosa. Varias patrullas de guardias, ayudadas por perros adiestrados, vigilaban la entrada a la prisi¨®n . En su interior todo estuvo en calma. Los testigos no escucharon ni una palabra de protesta del condenado, cuyo rostro reflej¨® calma y resignaci¨®n en todo momento.
Bailey hab¨ªa pasado 10 a?os reflexionando sobre ese instante en el corredor de la muerte. Eligi¨® la horca por considerarlo un m¨¦todo cl¨¢sico. Tres mil personas m¨¢s se encuentran en su situaci¨®n actualmente en Estados Unidos. Una de ellas deb¨ªa ser ejecutada esta madrugada en Utah por un sistema igualmente anacr¨®nico y b¨¢rbaro: el pelot¨®n de fusilamiento. Se trata de John Taylor, de 36 a?os, condenado por la violaci¨®n y asesinato de una ni?a de 12 a?os. El martes por la noche, otro condenado, Richard Townes, permaneci¨® durante m¨¢s de cinco minutos sobre una camilla de una prisi¨®n de Virginia porque los m¨¦dicos no eran capaces de encontrar una vena sobre la que inyectar el veneno. Townes muri¨® finalmente cuando la aguja cargada con el c¨®ctel letal penetr¨® en su pie izquierdo.
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