Zaire se ahoga en el coraz¨®n de las tinieblas
Gracias a Mobutu, los habitantes de uno de los pa¨ªses con m¨¢s riquezas de ?frica envidian a los refugiados ruandeses
Varios desastres han llevado en los ¨²ltimos tiempos a Zaire a las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos: el virus Ebola, la crisis de los refugiados ruandeses y, hace unos d¨ªas, el, avi¨®n de carga que se estrell¨® sobre un mercado de la capital aplastando a 300 personas. Pero esos dramas no son nada al lado del que viven cada d¨ªa sus 26 millones de sufridos habitantes, rehenes del estado de pirater¨ªa y podredumbre total al que han arrastrado a Zaire el dictador mariscal Mobutu Sese Seko y sus secuaces.Zaire, uno de los m¨¢s pobres pa¨ªses de ?frica siendo uno de los m¨¢s ricos del mundo gracias a los diamantes, el cobalto o el petr¨®leo que atesora su subsuelo, ha llegado a un grado insostenible de degeneraci¨®n, a la altura de la que mina, Somalia y Nigeria. Con la econom¨ªa decreciendo, el sistema p¨²blico corro¨ªdo por el s¨¢lvese quien pueda y los conflictos ¨¦tnicos internos yendo a m¨¢s, el segundo mayor pa¨ªs de ?frica se encuentra en ese estado l¨ªmite que precede a los grandes cataclismos.
Fuera de su populosa capital de cuatro millones, de habitantes, Kinshasa, el resto de los dos millones y medio de kil¨®metros cuadrados del pa¨ªs en el que Joseph Conrad situ¨® el coraz¨®n de las tinieblas est¨¢ incomunicado del mundo, por culpa de la quiebra p¨²blica del Estado que desgobierna Mobutu desde 1965 (r¨¦cord de longevidad pol¨ªtica) y la selva de la cuenca del r¨ªo Congo, que cubre tres cuartas partes del territorio.
Con las comunicaciones cortadas fuera de la capital, el T¨ªbet es ahora m¨¢s accesible que este Estado plagado de ruinosos edificios como vivos testimonios de que un d¨ªa se prestaron en ellos servicios p¨²blicos. Al dictador Mobutu le interesa que las carreteras se vengan abajo: ahora mismo, un supuesto ej¨¦rcito rebelde que se alzase en el este del pa¨ªs tardar¨ªa un mes en llegar a Kinshasa por las peores pistas de ?frica.
Cada cual se busca la vida como puede en esta cacer¨ªa, en la aberraci¨®n del neoliberalismo. Lo m¨¢s triste es saber que hubo un pasado mejor que se ha dejado pudrir. Pocas veces en la pol¨ªtica intemacional es por eso m¨¢s justo que aqu¨ª achacar tanta ruina a una sola figura. La omnipresente de Mobutu, amigo de Francia, del antiguo Gobierno hutu de Ruanda, y en general de Occidente hasta que hace poco a?os agentes norteamericanos descubrieron que se hab¨ªa agenciado para ¨¦l y su corte 11.000 millones, de d¨®lares del Banco Nacional, del dinero de la cooperaci¨®n, y EE UU y las potencias europeas, incluida Espa?a, cortaron su ayuda financiera.
Antoine, profesor de primaria en Bukavu, cobra del Estado, cuando cobra, 20.000 nuevos zaires: un mont¨®n de billetes que equivalen a 180 pesetas. Lo que le cuestan un par de panes. "No nos queda m¨¢s remedio que cobrar primas a los alumnos. As¨ª y todo apenas llego a 20 o 25 d¨®lares al mes. Jam¨¢s he tocado 100 d¨®lares juntos [12.500 pesetas]. Quinientos ser¨ªan ya un proyecto de vida".
Mientras la poblaci¨®n crece un. 3,2% anual, la econom¨ªa se hunde. Los libaneses, curtidos por su propia guerra en Beirut, y algunos excolonos indomables son casi los ¨²nicos que se atreven, con gran ¨¦xito, a invertir. A fines de 1994, cuando se emiti¨® el nuevo zaire, moneda local, el d¨®lar se cotizaba a tres. Un a?o despu¨¦s, un d¨®lar cuesta 15.000 nuevos zaires. Triste econom¨ªa la de un pa¨ªs donde la marca m¨¢s importante es la cerveza Primus. David, un diplomado en marketing en paro, lo dice claro: "Somos un pa¨ªs por debajo del subdesarrollo: en lugar de avanzar, reculamos".
La esperanza de vida del zaire?o es de 46 a?os. Su mujer vive tres a?os, ni¨¢s. Cosa rara, teniendo en cuenta que son las que cargan a las. espaldas con todo, incluidos sacos de hasta 70 kilos que agarran con sogas sujetas a la frente. Es legendario el proyecto europeo de cooperaci¨®n que trat¨® de introducir burros para liberar a la mujer. Sus maridos las prefirieron a ellas como animales de carga: com¨ªan menos que el asno.
Zaire, destino de castigo para un dipl¨®m¨¢tico, encabeza las listas de violadores de derechos humanos de Amnist¨ªa Internacional. La corrupci¨®n toca a todos: jueces, aduaneros, polic¨ªas. Aviso, para navegantes que aterricen en Kinshasa: su aeropuerto, Ndijili, es, tras el de Lagos, un ejemplo de la corrupci¨®n rampante tras el nigeriano de Lagos; Los edificios de Correos son un adorno, aunque se da en ellos la absurda situaci¨®n de que los funcionarios que vegetan dentro vendan sellos para cartas que jam¨¢s saldr¨¢n. Para enviar una carta a Europa o llamar por tel¨¦fono, los zaire?os se van a Ruanda.
Los m¨¢s desesperados por la incomunicaci¨®n son los estudiantes. Su sue?o es trabar amistad con alg¨²n extranjero, del que esperan que los vaya a sacar de la pobreza. "Como no seas hijo de Mobutu, no hay manera de salir de aqu¨ª", se lamenta de nuevo David, casado y con una hija, modelo del t¨ªpico estudiante inteligente africano que s¨®lo piensa en huir a Europa no se sabe c¨®mo.
C¨®mo ser¨¢ la miseria de este riqu¨ªsimo pa¨ªs que los zaire?os pobres envidian la suerte de los refugiados ruandeses. Porque a ¨¦stos, al menos, la ONU les asegura comida, medicamentos y mantas. Ellos, ni eso: no existe la seguridad social, ni educaci¨®n p¨²blica gratuita, ni pensiones, liquidadas hace siete a?os. ?Qu¨¦ esper¨¢is para hacer una revoluci¨®n? "Mobutu tiene las armas, y en este pa¨ªs es imposible organizar algo a escala nacional", contestan.
Hay paro, hay hambre, hay injusticia. Y peque?as batallas locales, que sumadas dan un cuadro de guerra: en Masisi, en Kivu del Norte, la etnia de los bah¨²ndes quiere expulsar a los banyaruanda, zaire?os de lejano origen ruand¨¦s. Otra guerra grav¨ªsima es la interna, de piratas, entre las distintas facciones militares. Hace un mes los militares y los guardias civiles se enzarzaron en Goma en una batalla campal que acab¨®, seg¨²n diversas fuentes, con cerca de cincuenta muertos. En Goma estallan bombas cada noche, dentro del terrorismo del todos contratodos en, el que las, organizaciones no gubernamentales, muy hostigadas, son v¨ªctimas de robos de coches y detenciones arbitrarias.
Mitterrand condicion¨® la ayuda francesa a las naciones africanas franc¨®fonas a su apertura al multipartidismo. En 1990, Zaire se sum¨®, como una farsa, al proyecto. Se legalizaron los partidos, pero de hecho el monol¨ªtico Movimiento Popular de la Revoluci¨®n (MPR) de Mobutu sigue mandando. Las prometidas elecciones se han aplazado ya dos veces, la ¨²ltima tomando como excusa la "crisis" de los refugiados.
Se reprime a los opositores, que van cogiendo posiciones esperando la muerte de Mobutu (qu¨¦ puede hacerse esperar lustros), porque piensan que entonces este rompecabezas de 300 lenguas y decenas de etnias sostenido con la "revoluci¨®n" del MPR, la violencia militar y las fronteras del colonialismo estallar¨¢ en mil pedazos. Los independentistas de las provincias de Katanga y Shaba est¨¢n al acecho: "El d¨ªa que muera Mobutu, independecia", dice John, un culto administrativo de Shaba.
"?ste es un pa¨ªs de hambre. Por eso yo me hice traficante de diamantes", cuenta Charles, un mafiosillo local. El resto son pobres de solemnidad que dan gracias al buen diosecillo que les dio al menos una tierra f¨¦rtil para no morirse de hambre.
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