Ni peligro ni mente
Hay muchas pel¨ªculas que cuentan historias cortadas por id¨¦ntico patr¨®n que ¨¦sta: un profesor (aqu¨ª profesora) se incorpora a un colegio de adolescentes y ha de hacer frente a la papeleta de que le han endosado un grupo de alumnos dif¨ªciles, adolescentes descarriados, que ha de poner en camino para que sepan hacer frente a la mala vida adulta que se les avecina.Mentes peligrosas desarrolla con blandura un duro asunto. No hay acoplamiento d¨¦ ning¨²n tipo entre el dramatismo de la historia y el enfoque formal con que est¨¢ organizado el drama por el guionista y visualizado por el director. Incluso una actriz tan competente y con tan variada gama de registros como Michelle Pfeiffer est¨¢ apagada, desorientada, y no deja ver ning¨²n s¨ªntoma de sentirse concernida, ni siquiera convencida, por lo que est¨¢ haciendo y menos a¨²n por c¨®mo le sugieren que lo haga. Si] personaje es muy endeble y esta rematadamente mal definido, de manera lineal y angelical: una guap¨ªsima profesora con tanta sobreabundancia de alm¨ªbar, que ¨¦ste impregna a sus chicos dif¨ªciles, que resultan as¨ª acaramelados y tan bonitos y pulidos como su maestra, seductora y encarriladora, lo que el relato tiene poco o nada, que ver con el fondo doloroso, e incluso con una punta de feo asunto, que la pel¨ªcula quiere narrar y no logra en absoluto narrar, por lo que estamos ante un caso de incapacidad o, endureciendo la cosa, de impotencia narrativa.
Mentes peligrosas
Direcci¨®n: John N. Smith. EE UU, 1995. Int¨¦rpretes: Michelle Keiffer, George Dzundza. Cines Acte¨®n, Aluche, Benlliure, Conde Duque, Cristal Espa?a, Paz, Real, Rialto, Vaguada.
S¨®lo hay un instante en que Pfeiffer escapa de la sensaci¨®n invasora de rutina y echa a volar con un gesto fugaz, haci¨¦ndonos creer que es capaz de hacer crecer amapolas en el asfalto: aqu¨¦l en que comunica a sus alumnos la muerte de un compa?ero, donde la guapa y excelente actriz hace una bonita mueca de transici¨®n de un estado de ¨¢nimo a otro. Pero perlas como ¨¦sta son habas contadas y nunca hay sensaci¨®n de representarse un peligro y menos las mentes que lo segregan, pues la inmotivaci¨®n de los personajes es acusada y esto *les da apariencia de descerebrados, por lo que es dif¨ªcil creer en su peligrosidad, lo que de paso quita todo m¨¦rito a la angelical tutora, que no ha de v¨¦rselas con tigres sino con gatos.
Es una pel¨ªcula con aires de telefilme para sobremesas caseras so?olientas, de la que m¨¢s vale prescindir, a la espera de que la televisi¨®n lo programe y, en la caja somn¨ªfero donde todo celuloide se convierte en lo mismo, parezca (sin serlo) visible.
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