El infierno ¨ªntimo de Eusebio Poncela
Tras su estancia en Buenos Aires, el actor reaparece en el teatro y prepara una pel¨ªcula con Adolfo Aristara¨ªn
Las portadas de los "peri¨®dicos publicaban cada d¨ªa un esc¨¢ndalo, el cine espa?ol atravesaba un mal momento y ¨¦l hab¨ªa entrado en una crisis de las que dejan huellas. Durante un tiempo s¨®lo hizo pel¨ªculas "alimentarias" de las que ahora no recuerda ni su t¨ªtulo. En esta situaci¨®n, Eusebio Poncela (Madrid, 1947) decidi¨® poner tierra de por medio. Cogi¨® la maleta y se fue a la Ant¨¢rtida a realizar el sue?o de ver la focas. De all¨ª vol¨® a Buenos Aires, a casa de su amiga la actriz Cecilia Roth y el m¨²sico Fito P¨¢ez. Con ellos ha vivido durante a?o y medio. En la capital argentina hizo cine y rod¨® v¨ªdeos musicales con m¨²sica de P¨¢ez y de Los Fabulosos Cadillac. De vuelta a Madrid representa una obra de Javier Tomeo y se prepara para rodar una pel¨ªcula con Adolfo Aristara¨ªn en la que compartir¨¢ el protagonismo con Federico Luppi.En Buenos Aires descubri¨® sorprendido que la gente le reconoc¨ªa por la calle. "Me conoc¨ªan por mi trabajo, por las cosas donde puse el alma, el coraz¨®n y la vida. Conoc¨ªan a Carvalho [el detective creado por Vazquez Montalb¨¢n] o al protagonista de La ley del deseo". Pasados unos meses de euforia, Eusebio Poncela decidi¨® regresar a Madrid. Volvi¨® con "una mano delante y otra detr¨¢s". No es actor que padezca ansiedad por el trabajo. Para elegir papeles siempre fue astuto, pero "un a?o de viaje te deja seco", dice.
Con la cuenta corriente en cero tom¨® una decisi¨®n: "Con la primera que pase me caso". Le ofrecieron entonces Los bellos durmientes, una obra de Antonio Gala, y se cas¨® durante a?o y medio, el tiempo que se ha representado la obra por toda Espa?a y, "cumpliendo como un reloj", calca.
Su carrera siempre ha sido un poco at¨ªpica. Pertenece a esa generaci¨®n de actores que despuntaron en las postrimerias del franquismo, como Marisa Paredes y Charo L¨®pez, junto a directores como Pedro Almod¨®var o Iv¨¢n Zulueta. Sus inicios en el cine se remontan a Pastel de sangre, una pel¨ªcula de sketchs donde interpret¨® el cap¨ªtulo dirigido por Emilio Mart¨ªnez L¨¢zaro; luego llegaron Operaci¨®n Ogro, Arrebato, Los gozos, la serie televisiva Los gozos y las sombras... Su fama de raro y marginal le ha perseguido durante a?os. Su car¨¢cter herm¨¦tico no le ha ayudado mucho, pero el actor reconoce que no puede operarse el cerebro. Cuando a su curr¨ªculo le a?adi¨® unas dosis de hero¨ªna, la combinaci¨®n fue explosiva. "Cada uno tiene su propio purgatorio y yo ya he pasado el m¨ªo. Me considero miembro de una generaci¨®n que fue cobaya con las drogas. Pero eso para m¨ª es un asunto olvidado. Ca¨ª en ello, como todo el mundo sabe. Yo la goc¨¦ y la sufr¨ª, porque tuve que salir de ella solo, con un par de pelotas. Nunca promov¨ª esc¨¢ndalos, ni especul¨¦ con, ello. Fue un asunto privado, ¨ªntimo".
Su aspecto corrobora esa declaraci¨®n de principios. De Buenos Aires volvi¨® con un tinte rubio que todav¨ªa conserva. Viste tan moderno como siempre, con boina y botas Dr. Martens incluidas. No aparenta 48 a?os. Su f¨ªsico peterpanesco y su vitalidad le ayudan, y "eso que no me cuido nada". Su manera de mantenerse en forma es el teatro. "Enfrentarse al p¨²blico es un reto diario. Te permite un chequeo permanente, para m¨ª es la mejor forma de saber si estoy sano", asegura. Es m¨¢s, se atreve a lanzar un reto: "A ver qu¨¦ actor se mete en, un escenario a hacer lo que yo estoy haciendo ahora".
Desde hace una semana representa Di¨¢logo en re menor en una sala madrile?a del Centro Dram¨¢tico Nacional. Cuando le ofrecieron protagonizar la primera pieza teatral de Javier Tomeo no lo dud¨® un instante. Di¨¢logo en re mayor es una de esas obras que se sit¨²an en el filo, como a ¨¦l le gustan. La sorpresa llego despu¨¦s cuando contacto con Ariel Garc¨ªa Vald¨¦s: "Me identifico totalmente con la direcci¨®n de la obra. Hac¨ªa tiempo que no me encontraba con una persona que me dirigiera as¨ª". La acci¨®n transcurre en la sala de espera de una peque?a estaci¨®n provinciana y lo que expone es una lecci¨®n de intolerancia por parte del, pasajero A (Poncela), contra la que de nada sirven todos los buenos deseos y humillaciones del pasajero B (Xavier Serrat). La unanimidad de los cr¨ªticos a la hora de calificar la obra como un ¨¦xito le ha servido a Poncela para aumentar su "autoestima" pero no cree que esto baste para llenar el teatro.
Lleva m¨¢s de veinte a?os sobre un escenario y sigue pensando que su trabajo es un sue?o que quiere hacer real. "Estoy haciendo lo que ten¨ªa que hacer, lo que, en ning¨²n modo, es un aval para ser feliz". Desde peque?o, sin saber la raz¨®n, supo que ser¨ªa actor. Su padre, un obrero del barrio madrile?o de Vallecas, no entendi¨® su decisi¨®n, pero, ante la convicci¨®n del adolescente, le dejo hacer.
Cuando ingres¨® en la Escuela de Arte Dram¨¢tico se sinti¨® decepcionado por "la mediocridad reinante". Poncela llegaba, de un barrio -"Soy un chico de Vallecas y lo llevo con mucho orgullo"- donde los ni?os conoc¨ªan el hach¨ªs y se tapeaban con legionarios. Su formaci¨®n ha sido la calle: "Siempre la calle, y est¨¦ donde est¨¦. La observaci¨®n directa es obligatoria para alguien que se dedique a este oficio, o por lo menos ¨¦se es mi caso".
Ya no hace frases del tipo me adoro a m¨ª mismo" o "me gustar¨ªa pensar que soy un amoral". Y se r¨ªe cuando le recuerdan que sol¨ªa citar a Oscar Wilde: "Para escapar de una tentaci¨®n hay que caer en ella". La vida ya le ha dado bastantes reveses. Ahora parece m¨¢s tranquilo, aunque eso no signifique aburguesarse. "Ahora soy m¨¢s paciente y bondadoso con todo lo que me rodea. Mi lema es vivir todo lo que pueda y procurar ser un poco feliz".
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