Y, sin embargo, se mueve
"El cobarde muere mil veces, el valiente solo una". (J. L. Borges)Orden y entusiasmoLos entrenadores cuadricularon el terreno de juego como si fuera un tablero de ajedrez y domesticaron a los jugadores para convertirlos en piezas. Lo ¨²nico que les sigue molestando es el bal¨®n... y, sin embargo, se mueve. El bal¨®n sigue siendo el ombligo del f¨²tbol, su ¨²nico eje. Me recuerdan que Garaicoechea, humorista gr¨¢fico argentino, dibuj¨® a un entrenador que instru¨ªa a sus jugadores ayudado por una pizarra llena de cruces, flechas y rayas. En medio de la lecci¨®n, una pelota con la que jugaban unos chicos en la calle rompi¨® el cristal de la ventana y se meti¨® en el aula. Era una sola vi?eta: cristal roto, la pizarra con su ca¨®tico dibujo, todos con caras de asustados y el entrenador, sorprendido, mirando la pelota invasora y diciendo: "?Y esto qu¨¦ es?". Es lo que le da sentido a todo y Garaicoechea la meti¨® agresivamente en el aula para re¨ªrse de la solemnidad con que se empezaba a tratar (hablo de los a?os sesenta) aspectos del juego hasta entonces secundarios. Sirve, para seguir desmitificando, una frase actual y tambi¨¦n humor¨ªstica del entrenador Alfio Basile: "Yo a mis equipos los coloco bien en la cancha, lo que pasa es que cuando empieza el partido los jugadores se mueven". Si, y al comp¨¢s de la pelota.El partido como amenazaSe acab¨® la broma. Hoy, con el af¨¢n de controlar, se cuida la t¨¢ctica y la actitud. Esa llamada a la disciplina y el combate, ese inter¨¦s por preparar jugadores que defiendan el orden con entusiasmo, nos deja la sensaci¨®n de que le quitamos riesgo al partido y angustia a la espera. Como los entrenadores vemos el encuentro como una sucesi¨®n de amenazas, el miedo va contaminando nuestras ideas; cada peligro imaginario que queremos ahuyentar es una decisi¨®n represiva que ataca al juego en su definici¨®n felicitaria, libre, creativa. El entrenador trabaja, en buena medida para reducir su propia incertidumbre.La mayor¨ªa son v¨ªctimas de las presiones del medio y se van poniendo serios hasta el dramatismo final. Una distracci¨®n en la marca, un pase inseguro o un amague de m¨¢s les hace salir el coraz¨®n por la boca y as¨ª, rehenes de los detalles insignificantes, conducen a los equipos derecho hacia la mediocridad. ?se es el gran da?o que provocan estos detectores de riesgos, a cada uno que descubren corresponde una precauci¨®n y recortando las alas de los jugadores el equipo entero va perdiendo vuelo.
Cuando mejor padre de familia es el entrenador m¨¢s torturado vive por la victoria, el empate y la derrota. La duda del resultado le enciende alarmas y por cada una Y que apaga se serena su responsable conciencia al tiempo que se aleja de la esencia del juego. "Cuidado" es el grito que ha puesto serio al f¨²tbol. Si se tiene cuidado puede que sirva m¨¢s un jugador que corra antes que uno que juegue bien, uno que defienda antes que uno que ataque, uno que destruya antes que uno que construya. En todo caso esa tendencia ha desafilado la intuici¨®n, que es la mejor arma de los buenos futbolistas, ha inhibido la libertad, tan necesaria en todo proceso creativo, y ha desactivado el deseo, motor motivante que hace placentero el esfuerzo.?Qui¨¦n tiene el bal¨®n?
Hay dos maneras de relacionarse con esta profesi¨®n. En el partido que el entrenador tiene la obligaci¨®n de imaginar puede darle el bal¨®n al contrario o a su propio equipo. Entre una y otra opci¨®n existe una distancia tan grande como la que hay entre el miedo y la es peranza. El miedoso que piensa el partido en su alucinada soledad lo primero que hace es entregarle el bal¨®n al enemigo y se pasa las horas contrarrestando peligros y quit¨¢ndole protagonismo a sus propios jugadores.Como hay dos maneras de entender el juego tambi¨¦n hay dos maneras de elegir jugadores. Los que se dejan ganar por las precauciones encontrar¨¢n m¨¢s confiable al cumplidor m¨²sculo que al sospechoso talento. El luchador obediente ofrece cosas concretas y es un punto de apoyo donde podemos colgar la inseguridad en los momentos de incertidumbre. El jugador talentoso es una inc¨®gnita que escapa al control, al dibujo de la pizarra, al partido que los cobardes juegan mil veces.
Todas las ideas son igual de ganadoras y perdedoras porque el f¨²tbol sigue perteneciendo antes a los pies de los jugadores que a la cabeza de los entrenadores. En un juego en donde el ¨¢rbitro est¨¢ autorizado a equivocarse y la suerte se toma libertades a veces decisivas, conviene no sentirse due?o del partido y mucho menos de la verdad. Sugiero, entonces, que declaremos gratuitos los miedos y nos animemos a vivir, a asumir riesgos. Para empezar estar¨ªa bien que le devolvi¨¦ramos el f¨²tbol a los jugadores y la pelota a los mejores.Tendencias perversas El f¨²tbol es un juego hermoso al que los mediocres quieren afear en nombre del pragmatismo y es un juego primitivo al que los revolucionarios quieren violar mediante el m¨¦todo del cientifismo. Est¨¢n llegando tan lejos que ya perdieron de vista el sentido com¨²n. Freud no pensaba en el f¨²tbol cuando teoriz¨® sobre el alto precio pagado por la especie humana para lograr el progreso, sacrificando as¨ª la vida instintiva y reprimiendo su espontaneidad.El empe?o destructivo fue marcando tendencias: lo f¨ªsico se impuso a lo t¨¦cnico, lo colectivo a lo individual y el conservadurismo al atrevimiento. Hoy est¨¢ de moda la presi¨®n, una barricada que los equipos levantan a la altura de los medios y que requiere de la voluntad tanto como de la organizaci¨®n (siempre el orden y la actitud). El mecanismo es f¨¢cil: atacar al poseedor del bal¨®n y a los posibles receptores m¨¢s cercanos en una especie de redada para la que sirven un pu?ado de jugadores disciplinados, convencidos, esforzados. Con frecuencia se recurre a interrupciones no violentas que permiten la reorganizaci¨®n y que son dignificadas con el nombre de "faltas t¨¢cticas". Los partidos se afean por la gran cantidad de infracciones menores que obligan a volver a empezar, los ¨¢rbitros se convierten en c¨®mplices porque todav¨ªa no entendieron ese giro da?ino del juego y los jugadores cada d¨ªa piensan menos porque donde antes hab¨ªa espontaneidad ahora hay h¨¢bitos.Aunque nada de lo que nos es impuesto resulta placentero, lo cierto es que el campo, por abajo, se est¨¢ poniendo intransitable. S¨®lo con paciencia, buenos jugadores y criterio para tocar se puede desactivar el entusiasmo de los que juegan a no dejar jugar. Paciencia no hay porque la cultura de la ansiedad a la que el f¨²tbol est¨¢ abocado provoca un punto de descontrol. Los buenos jugadores est¨¢n en desuso porque la calidad perdi¨® en su lucha contra la cantidad. El toque criterioso parece ser una ingenuidad del pasado. ?Para qu¨¦ arriesgarse a chocar contra las piernas de los recuperadores rivales si con un pelotazo podemos llegar al mismo lugar?La tiza, la pelota y el mensajeComo la tiza vale m¨¢s que la pelota el juego le da cada d¨ªa un mayor protagonismo a los luchadores con sentido t¨¢ctico y menos a los jugadores diferentes que con un golpe de imaginaci¨®n alteran el partido previsto. Jos¨¦ Ingeniero tampoco pensaba en el f¨²tbol cuando escribi¨® que "el h¨¢bito organiza la rutina y nada crea hacia el porvenir; s¨®lo de los imaginativos espera la ciencia sus hip¨®tesis, el arte su vuelo, la moral sus ejemplos, la historia sus p¨¢ginas luminosas. "Tambi¨¦n en f¨²tbol la fantas¨ªa potf¨ªa contra lo previsible. Hombres de gran participaci¨®n que disputan, corren sim¨¦tricamente y juegan a no equivocarse o futbolistas de aire melanc¨®lico (pobres tipos) que aparecen para alterar el orden establecido y decidir el partido con una proeza de valor gol mientras alg¨²n profeta de la vulgaridad lo degrada con frases del tipo: "As¨ª cualquiera", al mismo tiempo que exalta a esos peones que "se dejan los cojones". Qu¨¦ cruz.
Uno cree que el f¨²tbol es otra cosa y ellos dicen que "ja"; y uno cree que la belleza existe y ellos que "ja, ja"; y uno cree que hay eficacia en largar la tiza y agarrar la pelota para tenerla y animarse a hacer cosas raras, y liberar los miedos, y sacar fuerzas del placer y que qu¨¦ importa si ellos "ja, ja, ja". Sabemos que la sociedad se est¨¢ poniendo gregaria y recia, es tado ideal para que encajen los mensajes primarios de los ganadores empedernidos que de tanto tener los pies en el suelo jam¨¢s, escuchen bien, jam¨¢s tocar¨¢n el cielo con las manos. Ni ganando. Ese mensaje que se rotula "pragm¨¢tico" es el camino m¨¢s corto hacia el individualismo, la insolidaridad y el ansiol¨ªtico. Y adem¨¢s es mentira. Existir es una cosa m¨¢s profunda que ganar un partido de f¨²tbol. El juego sirve para ser un poco felices, para huir de lo serio, para amigarnos con el otro; ese fondo fascista del resultadismo es propio de gente que divide el mundo en dominantes y dominados, en ricos y pobres, en blancos y negros, en ganadores y perdedores. Me repugna ese mensaje, me preocupa ese mensaje y lucho contra ese mensaje. Tambi¨¦n cuando a mi equipo le sale todo al rev¨¦s y me toca perder.
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