Millonario, extravagante y armado
La polic¨ªa detiene en su casa a John du Pont, acusado del asesinato de un luchador, tras 48 horas de cerco
John Eleuthere du Pont, de 57 a?os, heredero de una de las fortunas m¨¢s grandes del mundo, ha terminado su odisea como un criminal com¨²n. La polic¨ªa del condado de Delaware, a las afueras de Pensilvania, Iogr¨® detenerle tras 48 horas de cerco. "Le tenemos", dijo satisfecho un portavoz policial. "Todo ha terminado y est¨¢ con vida", a?adi¨®.La escena de la captura no ha tenido testigos. La versi¨®n oficial desmiente la tesis de una entrega voluntaria. Equipos especiales, fuertemente armados, se echaron sobre ¨¦l en cuanto sali¨® unos metros del interior de su mansi¨®n. Ahora, el extravagante millonario norteamericano se enfrenta a una cascada de acusaciones. La m¨¢s grave, la de asesinar el viernes al luchador David Schultz.Nada m¨¢s suceder los hechos, Du Pont se parapet¨® en su casa, protegido por el considerable arsenal que hab¨ªa logrado reunir durante varios a?os. Tras sus pistolas y rifles hizo frente a la polic¨ªa y se neg¨® a aceptar pac¨ªficamente su detenci¨®n.
Sus familiares y amigos dicen haber escuchado disparos frecuentemente en los ¨²ltimos meses en la finca de Du Pont, que en el pasado lleg¨® a patrullar voluntariamente junto a la polic¨ªa para combatir el crimen en los suburbios pr¨®ximos a Filadelfia, donde vive con la ¨²nica compa?¨ªa de sus criados y de un grupo de practicantes de lucha libre a los que el exc¨¦ntrico millonario permit¨ªa entrenar all¨ª.Dave Schultz, que muri¨® el viernes de dos disparos en el pecho, era uno de ellos. Otro de los luchadores, Don Chaid, hab¨ªa dejado la mansi¨®n despu¨¦s de que Du Pont le amenazase con un arma. El propio Schultz, que gan¨® la medalla de oro en las Olimpiadas de 1984 y que pretend¨ªa recuperar el t¨ªtulo este a?o en Atlanta, tambi¨¦n hab¨ªa comentado a su familia que se sent¨ªa intimidado por el due?o de la finca, pero prefiri¨® quedarse a disfrutar de las ventajas que Du Pont ofrec¨ªa.Algunos de los compa?eros del deportista han comentado que Schultz era el soporte espiritual de Du Pont, que hab¨ªa ofrecido crecientes muestras de nerviosismo y de desequilibrio mental en los ¨²ltimos meses.Du Pont gast¨® casi un mill¨®n de d¨®lares en construir un gimnasio de lucha libre que se convirti¨® en el principal centro de promoci¨®n de ese deporte en Estados Unidos. El millonario, miembro de la familia que posee la industria qu¨ªmica m¨¢s poderosa del mundo, no s¨®lo albergaba y alimentaba a sus luchadores, sino que les pagaba a veces m¨¢s de 1.000 d¨®lares al mes como ayuda para sus entrenamientos.La afici¨®n de Du Pont por el deporte, especialmente por la lucha libre, es antigua. El pabell¨®n de la Universidad de Villanova lleva su nombre porque ¨¦l carg¨® con todos los gastos de su construcci¨®n. En ese mismo centro cre¨® un equipo de lucha libre, del que se apart¨® en 1988 tras el esc¨¢ndalo provocado por un entrenador que le acus¨® de acoso sexual.Du Pont, que estuvo casado por un a?o en 1985 y vive solo desde entonces, es accionista de los negocios levantados por su tatarabuelo, pero nunca se ha dedicado a ellos. Un portavoz de la familia, integrada por cerca de un millar de miembros, dijo que John estaba muy distanciado del clan y jam¨¢s pretendi¨® el control del imperio construido por sus antepasados.John du Pont ha dedicado su vida y su dinero a las m¨¢s diversas y pintorescas aficiones. La lucha libre, cuya federaci¨®n mantiene con millonarias contribuciones, es la ¨²ltima de ellas. Antes hab¨ªa construido en su finca una piscina ol¨ªmpica donde se formaron muchos de los principales nadadores norteamericanos. Antes a¨²n hab¨ªa albergado en sus propiedades un campeonato nacional de pentatl¨®n. Para satisfacer otro de sus sue?os, construy¨® el museo de historia natural de Delaware, al que don¨® sus 66.000 p¨¢jaros y dos millones de conchas marinas. Ha sido aventurero, director de cine y, m¨¢s recientemente, coleccionista de todo tipo de armas. Ese arsenal es el que le ha servido durante dos d¨ªas para hacer frente al asedio de la polic¨ªa y a su propio destino.
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