Un pavoroso incendio reduce a cenizas el teatro de opera La Fenice de Venecia
El coso oper¨ªstico de la ciudad de los canales celebr¨® en 1992 su segundo centenario
Se oy¨® un ruido, alguien dice que una explosi¨®n, y enormes llamas brotaron de la parte posterior de la c¨²pula del teatro. Eran aproximadamente las nueve menos cuarto de lanoche. Tres horas m¨¢s tarde, sobre las doce y cuarto, la televisi¨®n transmit¨ªa im¨¢genes de La Fenice reducida a la fachada, lamida por inmensas llamas que rebosaban los huecos ciegos de ventanas y balcones, amenazando el centro de la ciudad de Venecia con un fuego espantoso. En pocas horas qued¨® convertido en cenizas un pedazo vivo de la historia de la l¨ªrica, quiz¨¢s el teatro de ¨®pera m¨¢s bello del mundo.
Dos d¨ªas antes de que se cumpla el segundo aniversario del incendio del Liceo de Barcelona, y cinco a?os despu¨¦s del incendio del Teatro Petruzzelli de Bari (otro coso hist¨®rico italiano que, seg¨²n se demostr¨® luego fue quemado por su empresario para cobrar el seguro), le ha tocado el turno a la inolvidable sala veneciana que tiene como s¨ªmbolo el ave F¨¦nix.La p¨¦rdida es inconmensurable porque, con una ac¨²stica como posiblemente no existe otra para la ¨®pera, debido en gran parte a las reducidas dimensiones de un lujoso y bello recinto, cuya capacidad no llegaba a los 1.000 espectadores, La Fenice es un teatro irrepetible.
Lo constataba anoche Luciano Pavarotti, que ensaya en el Regio de Tur¨ªn La Boh¨¦me, con la que el pr¨®ximo 1 de febrero se celebrar¨¢, el centenario de esta ¨®pera de Giacomo Puccini. "No hab¨ªa ac¨²stica como la de La Fenice, y su belleza era tan excepcional que, incluso para una ciudad como Venecia, representaba una joya arquitect¨®nica. Para un cantante es una p¨¦rdida que, aunque sea temporal, porque esperemos que La Fenice responda al mito y renazca de sus cenizas, resulta tremenda", declar¨® a la televisi¨®n italiana Pavarotti.
El teatro veneciano, obra de Gianantonio Selva, inaugurado en 1792 (uno de los m¨¢s antiguos en su versi¨®n actual que se manten¨ªa en activo), sufri¨® ya otro grave incendio en 1836 y registr¨® en los a?os sesenta otro incidente asociado al fuego. Ahora, llevaba cerrado meses, precisamente por obras orientadas a dotarle de sistemas de seguridad homologables con los europeos. Hubiera inaugurado la temporada el pr¨®ximo 1 de marzo, con un espect¨¢culo que hubiera visto a Woody Allen en su calidad de concertista de clarinete. La primera alarma efectiva la dio anoche un bombero que, pasando en motonave cerca del teatro, vio humo que sal¨ªa del tejado.
La propagaci¨®n del incendio en el edificio de madera fue voraz. Testigos hablan de llamas de 20 metros que, descendiendo desde el techo, alcanzaron pronto los pisos de palcos y el patio de butacas. Anoche, la sala se consideraba totalmente destruida, y s¨®lo quedaba alguna esperanza de que se hubiera salvado parte del escenario, aislado del resto por un tel¨®n herm¨¦tico.Escasez de agua
Pero esta Valoraci¨®n de los da?os hab¨ªa sido hecha a ojo, y antes de que las fuerzas antiincendios hubieran logrado poner un pie en el interior del local, dominado por el fuego. La escasez de agua en los canales pr¨®ximos, que estaban siendo drenados, dificult¨® las labores de extinci¨®n, siempre dif¨ªciles en una ciudad estructuralmente arcaica como Venecia. Pasada la medianoche, se incorpor¨® a los trabajos un helic¨®ptero, pero el fuego se reanim¨® a esa hora, sin motivo conocido.Familias evacuadas y vecinos llorando o presas de ataques de nervios daban fe de la alarma que no pod¨ªa por menos de suscitar un incendio de tales dimensiones en un edificios situado en pleno casco hist¨®rico de Venecia, entre la plaza de San Marcos y el puente de Rialto. Todo el centro de la ciudad vieja qued¨® envuelta en humo, y la corriente el¨¦ctrica fue cortada en buena parte de la zona para impedir la propagaci¨®n del incendio. Massimo Cacciari, el c¨¦lebre fil¨®sofo y alcalde de la ciudad, comtemplaba lac¨®nico el espect¨¢culo dantesco. "No hay mucho que decir. Basta ver lo que est¨¢ ocurriendo", declar¨®. "Parece el incendio de la biblioteca de Sarajevo", dijo uno de sus adjuntos.
Junto a la La Scala de Mil¨¢n y al San Carlo de N¨¢poles, La Fenice de Venecia pod¨ªa ser considerado como uno de los pilares b¨¢sicos de la historia de la l¨ªrica, en un pa¨ªs que re¨²ne, adem¨¢s, la herencia se fiera del Regio de Parma o del de Tur¨ªn, del Carlo Felice de Genova, del Bellini de Catania, de la ¨®pera de Roma, en tiempos m¨¢s modernos, o del Massimo de Palermo.Un legado antiguo
Frente a todos estos, La Fenice guardaba el legado de los primeros teatros venecianos, como el San Benedetto, del que era directa sucesora, y otros peque?os cosos en los que la ¨®pera creci¨® durante el siglo XVII como espect¨¢culo de pago, y que, por tanto, hubo de aproximarse a los gustos de un p¨²blico no aristocr¨¢tico.
No poco contribuy¨® a ello el genio dram¨¢tico de Carlo Goldon¨ª, y la furia musical del genio de Claudio Monteverdi, Francesco Cavaili o Marco Antonio Cesti, por citar algunos de los artistas que, desde Florencia, N¨¢poles o Roma, corrieron a buscar fortuna en la ciudad de los dogos.
Pero la historia de La Fenice no se detuvo en aquellos tiempos remotos. Las celebraciones del reciente segundo centenario del teatro sirvieron para recordar obras estrenadas mundialmente en ¨¦l, desde Enrico de Borgo?a, de Gaetano Donizetti (1818), Tancredo (1813) y Sem¨ªramis (1823), de Giacchino Rossini, Ernani (1844), Rigoletto (1851), La Traviata (1853) y Sim¨®n Bocanegra (1857), de Giuseppe Verdi, hasta La carrera de un libertino, de Igor Stravinski (1951), y La vuelta de la tuerca, de Benjamin Britten (1954).
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