Justicia social y caridad
Me gustar¨ªa dar contestaci¨®n a la carta del poeta Jos¨¦ ?ngel Valente [publicada el 17/1/96. No soy ni obispo ni te¨®logo, soy una simple ciudadana, soci¨®loga y perteneciente a la Sociedad de San Vicente de Pa¨²l-Las Conferencias, y como tal, s¨ª tengo algo que decir al se?or Gonz¨¢lez y al se?or Valente.En primer lugar, quiero dirigirme a don Felipe Gonz¨¢lez. Oponer caridad a justicia social no tiene ning¨²n sentido, ni conceptual, ni ideol¨®gico, a no ser el del juego pol¨ªtico electoralista de atraer votos como sea. Y en este juego no s¨®lo ha descalificado a la llamada derecha, es decir, al contrario pol¨ªtico, sino a muchos ciudadanos que nos movemos y luchamos por un mundo mejor dentro de estos dos conceptos que no son antag¨®nicos: justicia social y caridad.Como ciudadana del mundo y por mi formaci¨®n acad¨¦mica me es imposible olvidarme de la justicia social y por ella lucho, sin olvidar que la caridad es amor. Cuando llego a la Sociedad de San Vicente me encuentro cientos de expedientes de chicos enfermos de sida que esperan una plaza en la casa de acogida para estos enfermos de la sociedad o en otras casas de la caridad, porque son rechazados y echados de los hospitales y sus familias no quieren ni pueden atenderles y su alternativa es la calle o la c¨¢rcel para morir. Perm¨ªtame, se?or Gonz¨¢lez, que me sonroje y me indigne y me sienta dolida en nombre de todos los ciudadanos, de derechas y de izquierdas, de este pa¨ªs que por caridad est¨¢n llegando a donde esa justicia social que debe promover el Estado no llega.En cuanto al se?or Valente, responderle que, como ¨¦l muy bien sabe, no es bueno hablar sin conocer, ni etiquetar a miembros de una instituci¨®n de ejercer una caridad decimon¨®nica. Y que una de esas se?oras de Las Conferencias, que es quien suscribe estas palabras, le invita personalmente a conocernos -quiz¨¢ se sorprender¨ªa- y a conocer a seis amigos nuestros enfermos terminales, aqu¨ª en Madrid, con los que compartimos dolor, angustia y alegr¨ªas. Sin teor¨ªa, en la pr¨¢ctica de la vida cotidiana, compartiendo mesa, acompa?¨¢ndolos a los hospitales, cogi¨¦ndoles de la mano cuando se sienten tristes y solos. A lo mejor, entonces el se?or Valente cambiaba ese concepto de asunci¨®n de la caridad que ¨¦l gratuitamente presupone que tienen los se?ores y se?oras de Las Conferencias de San Vicente de Pa¨²l.-
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