Libertad y tierra
El desacuerdo que sigue tiene tambien algo de autodesacuerdo. Las decisiones gremiales conciernen a todos y cada uno de quienes formamos parte del gremio que las decide y ninguno de sus componentes las podemos considerar del todo ajenas, pues algo nos toca de ellas, aunque no las compartamos e incluso si nos fastidian.Soy miembro del gremio que decide por votaci¨®n los premios Goya de cada a?o y por tanto sus decisiones me, involucran, aunque no sean las m¨ªas o me haya abstenido de votar y no tenga nada que ver con lo que resulta de esa votaci¨®n. S¨¦ de varios profesionales de ese gremio que se abstuvieron de votar este a?o por la raz¨®n que aqu¨ª convoco: su perplejidad, a la hora de aportar su grano a la decisi¨®n de cu¨¢l es la mejor pel¨ªcula espa?ola de 1995, ante la exclusi¨®n de Tierra, y libertad de la lista de merecedoras de ello.
Que esta exclusi¨®n es, en palabra dulce, discutible (por eso aqu¨ª es discutida, adem¨¢s de porque lleva dentro un gesto suicida) lo indican tres hechos: el primero es que hace dos meses los miembros de la Academia de Cine de Europa la eligieron mejor pel¨ªcula europea del a?o; el segundo, que hace tres d¨ªas quienes deciden en Barcelona el premio San Jordi la consideraron como la mejor pel¨ªcula espa?ola; y el tercero, que ayer nos lleg¨® la noticia de que los cr¨ªticos de cine de Francia reafirman el criterio de los primeros y decidieron tambien considerarla (al alim¨®n con la griega La mirada de Ulises) la mejor pel¨ªcula europea de 1995.
El desacuerdo se refuerza si se a?aden a estos reconocimientos otros dos: que la pel¨ªcula obtuvo el Premio de Cr¨ªtica Internacional en el ¨²ltimo festival de Cannes; y que el locuaz actor franc¨¦s Jean-Claude Brialy, que fue miembro del jurado oficial de ese festival -en el que Tierra y libertad compiti¨® y, pese a las ovaciones que arranc¨® del p¨²blico y las altas calificaciones que alcanz¨® en los paneles de los cr¨ªticos, no se llev¨® nada- declar¨® que la pel¨ªcula fue defendida por la mayor¨ªa de los jurados e incluso varios de ellos opinaban que era la mejor, pero que ¨¦stos no pudieron sacarla adelante, debido a la obstrucci¨®n frontal y terca de uno de ellos, el mexicano.
A quienes no est¨¦n al tanto de los cambalacheos que preceden a la confecci¨®n de una lista de premios de esta especie -en la que entran en juego millonadas en forma de imagen y de recaudaciones, una y otras con alcance mundial- les sorprender¨¢ que se produzca en ellos, y con frecuencia, esta curiosa especie de vetos. Pero no hay de qu¨¦ sorprenderse: el toma y daca entra all¨ª en juego y funciona, como funcion¨® cuando un productor franc¨¦s, jurado en el festival de Venecia, logr¨® quitar literalmente de las manos de Carmen Maura, para llevarla a las de su paisana Isabelle Huppert, la c¨¦lebre Copa Volpi por su trabajo en Mujeres al borde de un ataque de nervios. Y como funcion¨® en muchos otros casos que han trascendido en confidencias como la de Brialy respecto de Tierra y libertad en Cannes.
Ignoro si Rosana Pastor, que act¨²a (maravillosamente) en esta pel¨ªcula espa?ola y que fue premiada con el Goya a la mejor -actriz- revelaci¨®n, no acudi¨® a recoger el regalo porque no pudo o porque no quiso hacerlo. Me parecer¨ªa fundado, de ser cierto, que su ausencia del ritual de los Goya fuese un gesto de rechazo a servir de coartada a la previa discriminaci¨®n de los profesionales de la academia contra Tierra y libertad, porque este olvido -a la luz de los cinco recuerdos citados-, y ya en palabras no dulces, me parece bien un indicio de nacionalismo y racismo cultural -el filme lo dirigi¨® Ken Loach, que impone en sus trabajos el equipo de profesionales, brit¨¢nicos como ¨¦l, que comparte habitualmente la creaci¨®n de las pel¨ªculas que dirige- o bien de miop¨ªa o de barrida gremial hacia dentro.
En realidad, estas tres hip¨®tesis se reducen a una, son la misma: ahora que no existen, en cuanto productos, pel¨ªculas espa?olas, sino europeas comunitarias hechas aqu¨ª o con recursos de aqu¨ª, expulsar fuera del impulso de crecimiento de nuestra industria del cine una pel¨ªcula que est¨¢ extendiendo por todo el mundo una generosa y vigorosa imagen de Espa?a es en realidad, bajo la especie de autoprotecci¨®n, una estrecha, torpe y (como dije) suicida manera de tirar piedras al propio tejado.
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