La aut¨¦ntica cuesti¨®n urban¨ªstica
Berl¨ªn es hoy, sin duda, la ciudad en la que est¨¢n puestos los ojos de los arquitectos y urbanistas. La ca¨ªda del muro precipit¨® los acontecimientos y forz¨® a vivir conjuntamente a dos ciudades que hasta entonces, trabajosa y deliberadamente, se hab¨ªan ignorado. Berl¨ªn Este, que inclu¨ªa el coraz¨®n de la antigua capital y sus principales monumentos, hab¨ªa pretendido emular la grandeza del pasado construyendo edificios residenciales a modo de rascacielos y definiendo enfiladas de indudable corte acad¨¦mico; Berl¨ªn Oeste, sin proyecto bien definido, hab¨ªa apostado por un crecimiento espont¨¢neo que hac¨ªa de Kurf¨¹rstendamm la espina dorsal, salpicando los alrededores del muro con notables edificios, tales como la Sala de Conciertos y la Biblioteca, obras del arquitecto Scharoun, o la Galer¨ªa Nacional, construida por Mies van der Rohe, antiguo vecino de Berl¨ªn que se vio forzado al exilio.
La ca¨ªda del muro
Nadie pensaba que pudiese caer el muro, y de ah¨ª que cuando Berl¨ªn Oeste afronta, en los a?os ochenta, un proyecto urban¨ªstico ilustrado -el IBA- lo plantea como una operaci¨®n que completa las desfiguradas manzanas que todav¨ªa mantienen viva la huella de la destrucci¨®n que produjo la guerra, confiando a notables arquitectos de todo el mundo la construcci¨®n de edificios aislados. A la hora de plantear un proyecto urbano en el Berl¨ªn de los ochenta a nadie se le ocurr¨ªa que tal proyecto pudiese contemplar la uni¨®n de las dos ciudades.La ca¨ªda del muro obligaba a pensar de nuevo en un Berl¨ªn capaz de resta?ar las todav¨ªa abiertas heridas causadas por la guerra y de borrar las artificiales fronteras establecidas tras ella. A falta de un plan global y unitario, tanto diversas instituciones ligadas a la arquitectura como la Administraci¨®n comienzan acciones encaminadas a proponer alternativas. Proliferan los concursos y las consultas. Alexander Platz, Potsdamer Platz, Lelixterbalinhof, Spreebogen, Friedrichstrasse son nombres ligados a los concursos urban¨ªsticos de mayor envergadura. Junto a ellos, otros menos espec¨ªficos, tales como el Reichstag o el Museum-Insel. Por otra parte, incapaz de dar la batalla en tantos y tan diversos frentes, el Senado de la ciudad de Berl¨ªn ha confiado a la iniciativa privada tanto la organizaci¨®n. de algunos de estos concursos como el posterior desarrollo de las ¨¢reas de intervenci¨®n. As¨ª, el ¨¢rea de Potsdamer Platz ha quedado en manos, entre otras, de Sony y de Daimler Benz, empresas sin espec¨ªficos intereses inmobiliarios que, sin embargo, se han mostrado dispuestas a contribuir a la reconstrucci¨®n de la ciudad. Ambos sectores est¨¢n hoy en construcci¨®n, si bien Daimler Benz ha tomado la delantera.
El fantasma del compromiso
Abiertos a menudo a arquitectos de todo el mundo, los resultados de tales concursos no siempre han sido tan convincentes como se quisiera. En general, puede decirse que ha prevalecido un criterio de selecci¨®n que pretende mantener alguno de los rasgos urbanos m¨¢s caracter¨ªsticos del Berl¨ªn que desapareci¨® durante la guerra. As¨ª, la mayor parte de las nuevas propuestas urbanas respeta las trazas de los ensanches decimon¨®nicos procurando no exagerar la altura. El fantasma del compromiso aparece: construcci¨®n moderna sobre una traza antigua. Proyectos que siguiendo estos criterios ya se han construido, como la renovaci¨®n de Friedrichstrasse, han mostrado bien a- las claras la dificultad de la reconciliaci¨®n buscada. La situaci¨®n pronto ha sido detectada, y abiertas cr¨ªticas al riesgo de un proceso involutivo en la reconstrucci¨®n de Berl¨ªn se han levantado desde muy diversos sectores.El ¨¦nfasis puesto por los cr¨ªticos en discutir acerca de cu¨¢l debe ser la imagen arquitect¨®nica del Berl¨ªn del a?o 2000 -en ¨²ltimo t¨¦rmino, una discusi¨®n limitada al terreno de lo ling¨¹¨ªstico- ha desplazado, a mi entender, la aut¨¦ntica cuesti¨®n urban¨ªstica que la uni¨®n de Berl¨ªn Este y Berl¨ªn Oeste planteaba: la definici¨®n de una estrategia urbana capaz de llenar los vac¨ªos y de establecer la continuidad deseada entre las dos ciudades. La dispersi¨®n de las intervenciones en el espacio urbano de Berl¨ªn difumina la necesidad imperiosa de una operaci¨®n urban¨ªstica destinada a establecer f¨ªsicamente la continuidad buscada entre las dos ciudades. Frente a la dispersi¨®n, una pol¨ªtica urban¨ªstica que hubiese concentrado las actuaciones y propiciado la ocupaci¨®n de los vac¨ªos alrededor del muro, hubiese sido deseable. Tal vez, la dificultad que hoy tenemos para entender globalmente la ciudad ha hecho prevalecer, como ha ocurrido en otras ocasiones, un mecanismo de actuaciones aisladas, sin que los urbanistas hayan sido capaces de identificar aquella intervenci¨®n que pudiese, de una vez por todas, contribuir definitivamente a olvidar que hubo unos a?os en que Berl¨ªn fue dos ciudades.
Babelia
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