Entre Metrop¨®Iis y Nueva Teutonia
La reconstrucci¨®n de BerI¨ªn, con 2.000 proyectos en marcha, desencadena una 'guerra de arquitectos'
Estos d¨ªas, y durante los pr¨®ximos a?os, el centro de Berl¨ªn ser¨¢ una tremenda suma de agujeros donde obreros de la construcci¨®n excavan para sentar cimientos mientras las gr¨²as se mueven sin cesar. Este aut¨¦ntico Eldorado atrae, adem¨¢s de a cientos de arquitectos, a miles de alba?iles, muchos de ellos ilegales o contratados por empresas proveedoras de mano de obra barata. Al mismo tiempo, obreros alemanes en el paro hacen cola ante las oficinas de empleo porque sus exigencias salariales hacen m¨¢s rentable la mano de obra importada. En la reconstrucci¨®n de Alemania tras la posguerra, las mujeres acarreaban escombros. Medio siglo despu¨¦s, en la reconstrucci¨®n de Berl¨ªn, miles de obreros alemanes prefieren vivir del seguro de paro. Mientras en Berl¨ªn crecen los edificios, se agudiza en Alemania la pol¨¦mica entre arquitectos sobre los criterios urban¨ªsticos y, sobre todo, arquitect¨®nicos que deben regir la reconstrucci¨®n de la antigua y tambi¨¦n futura capital alemana. Una aut¨¦ntica guerra dial¨¦ctica se ha desencadenado con los argumentos m¨¢s violentos e interpretaciones a cual m¨¢s estramb¨®tica, que abren un gigantesco interrogante sobre el aspecto que presentar¨¢ el Berl¨ªn del futuro. La gran metr¨®poli alemana corre el riesgo de convertirse en una especie de Nueva Teutonia, argumentan unos. Sin embargo, otros se muestran convencidos de que Berl¨ªn lograr¨¢ recuperar su identidad perdida en el casi medio siglo de crecimiento separado por el muro, dentro de dos sistemas econ¨®micos enfrentados: el capitalismo del Oeste y el prusianoestalinista en el Este.Los cerebros que parecen tener la sart¨¦n por el mango al definir los criterios de la reconstrucci¨®n de la ciudad emplean conceptos como arquitectura berlinesa, nueva sencillez y reconstrucci¨®n cr¨ªtica. La figura m¨¢s controvertida de este grupo es el hasta hace pocos d¨ªas director del Senado (Gobierno) berlin¨¦s encargado de las tareas de la construcci¨®n y vivienda, el ingeniero de 53 a?os Hans Stimann, a quien los cr¨ªticos acusan de proteger a un grupo de arquitectos que definen como cartel, aunque en la punta de la lengua se advierte el deseo de utilizar el t¨¦rmino, m¨¢s contundente de mafia.
A este grupo, se le atribuye que controlan los jurados y la concesi¨®n de concursos de arquitectura en la ciudad e imponen un cors¨¦ ideol¨®gico y una concepci¨®n arquitect¨®nica que muchos no tienen el menor empacho en calificar incluso de posfascista y expresiva de un lenguaje que saca a relucir la nueva arrogancia alemana. El semanario Der Spiegel organiz¨® en sus p¨¢ginas un mano a mano entre Stimann y el historiador del arte Heinrich Klotz, de 60 a?os; en el que se palpa la violencia de la guerra de la arquitectura que se desarrolla en Berl¨ªn. A Klotz le molesta la arrogancia agresiva de planificadores y pol¨ªticos que se consideran el ombligo del mundo. El se?or Stimann y sus arquitectos, pretenden nada menos que construir el modelo mundial de ciudad. Este, son altaner¨ªas metropolitanas de autodenominados genios. Simplemente, vergonzoso".Stimann replica a Klotz que sus palabras son producto del resentimiento por no haber recibido encargos y que su ¨²nica intenci¨®n es "recuperar nuestra tradici¨®n arquitect¨®nica, que se perdi¨® con la guerra y la divisi¨®n de la ciudad". Para Stimann, con la reconstrucci¨®n de la capital se debe evitar incurrir en lo que pas¨® con la Exposici¨®n Internacional de Arquitectura (IBA), que se celebr¨® en Berl¨ªn en los a?os ochenta: organizar un circo de arquitectos. Seg¨²n Stimann, no se puede confundir la construcci¨®n de una ciudad con la colecci¨®n de cuadros para un museo. No nos basta con reunir una colecci¨®n de figuras prominentes. Nosotros los berlineses tenemos que recuperar algo nuestra propia identidad", y a?ade que Berl¨ªn no es una ciudad barroca del sur de Alemania, sino sobria, seca y levantada sobre un suelo estrecho.
Con 2.000 proyectos de construcci¨®n en marcha y 300.000 millones de marcos (25,2 billones de pesetas) previstos para invertir en nuevos edificios, se baten en Berl¨ªn todas las marcas imaginables en una org¨ªa de superlativos: el mayor hotel de Alemania, con 1.100 habitaciones; los m¨¢s grandes complejos habitacionales; 1.106 arquitectos que compiten en el concurso para la construcci¨®n de la isla del Spree, donde en el futuro, se establecer¨¢n parte de los edificios p¨²blicos. De estas cifras se desprende que, aparte el enfrentamiento ideol¨®gico sobre la identidad arquitect¨®nica de la futura capital, se encuentran en juego enormes intereses econ¨®micos. Una prueba evidente de ello podr¨ªa ser la muerte, como consecuencia de un atentado con una carta bomba el a?o 1991, de Hanno Klein, de 48 a?os, encargado por el Senado berlin¨¦s de la gesti¨®n de las inversiones para la reconstrucci¨®n de la ciudad. Klein trataba de conseguir inversores extranjeros para romper el monopolio formado al amparo de las subvenciones p¨²blicas en los 40 a?os de evoluci¨®n aislada de Berl¨ªn Oeste. La polic¨ªa no ha conseguido hasta hoy explicar si el asesinato fue obra de elementos anarcos o habr¨ªa que atribuirlo a intereses econ¨®micos afectados por la gesti¨®n de Klein.
El controvertido Stimann acaba de perder su puesto con la formaci¨®n del nuevo Gobierno de Berl¨ªn. El Ministerio de Vivienda y Construcci¨®n ha pasado de los socialdem¨®cratas (SPD) a los de- mocristianos (CDU), y el alcalde berlin¨¦s Eberhard Diepgen lleg¨® incluso a declarar: "Es una bendici¨®n para Berl¨ªn que el se?or Stimann ya no pueda en el futuro realizar sus desaguisados". La desaparici¨®n de Stimann ha sumido en un mar de dudas a la comunidad de arquitectos. Casi todos se preguntan estos d¨ªas si la reconstrucci¨®n continuar¨¢ por los cauces trazados o se producir¨¢ un cambio de rumbo. El paso a manos democristianas (CDU) de la cartera encargada de la construcci¨®n no significa de forma necesaria un giro hacia posiciones m¨¢s conservadoras en arquitectura. El arquitecto Matthias Sauerbruch, que no se considera en absoluto pr¨®ximo a los democristianos (CDU), asegura, sin embargo, que ¨¦stos se muestran m¨¢s abiertos a la experimentaci¨®n en arquitectura con sus posiciones menos intervencionistas que los socialdem¨®cratas (SPD). Cree Sauerbruch que la CDU podr¨ªa dejar m¨¢s sueltas las riendas y con ello la posibilidad de creaci¨®n.
Los detractores de Stimann le achacan haber implantado una especie de cors¨¦ ideol¨®gico a la hora de definir las condiciones de la reconstrucci¨®n arquitect¨®nica de la capital: bloques, alturas de un m¨¢ximo de 22 metros hasta el alero, ventanas, obligaci¨®n de dedicar un 20% del edificio a viviendas y, de forma impl¨ªcita, exigencia de la piedra como material de construcci¨®n. Juan Lucas Young, de 32 a?os, un arquitecto argentino que participa en la construcci¨®n de un edificio' de oficinas en el barrio berlin¨¦s de Kreuzberg, no se recata en dar rienda suelta a su frustraci¨®n por lo que ve en Berl¨ªn. Muestra fotos de maquetas y comenta: "Mira esto, en cada edificio hay bajos comerciales, oficinas y viviendas. Todos iguales, sin imaginaci¨®n
Color berlin¨¦s
Stimann afirma haber orientado la reconstrucci¨®n de Berl¨ªn a las normas de construcci¨®n del a?o 1929 y se muestra convencido de que "la arquitectura como arte social necesita reglas como expresi¨®n de las concepciones urban¨ªsticas de la ciudad. S¨®lo se convierte en metr¨®poli aquella ciudad que se afirme como un lugar situado en su propia historia". A?ade el destituido director de construcci¨®n del Senado berlin¨¦s: "Aqu¨ª no surge La D¨¦f¨¦nse o Francfort, y por supuesto tampoco Chicago, sino una interpretaci¨®n de la gran ciudad europea basada en las tareas que se plantean y en la ubicaci¨®n". La objeci¨®n de que en el centro de Berl¨ªn s¨®lo construyen unos pocos arquitectos la considera Stimann "rid¨ªcula y difamatoria. No hay una sola gran ciudad en Europa, y quiz¨¢ en todo el mundo, con tal concentraci¨®n de prominentes arquitectos". Eso s¨ª, seg¨²n Stimann, "ninguna ciudad puede, por respeto a su propia identidad, renunciar a trazar l¨ªneas para dar al lenguaje internacional de la arquitectura una coloraci¨®n espec¨ªficamente berlinesa". Precisamente en ese toque berlin¨¦s reside el n¨²cleo de la pol¨¦mica.Consideran los cr¨ªticos que la concepci¨®n de Stimann y sus arquitectos, entre los que se menciona con m¨¢s frecuencia al ex director de la IBA, Joseph Kleihues, y Hans Kollhof, enlaza con la tradici¨®n prusiana e ignora la arquitectura progresista de los a?os de la Rep¨²blica de Weimar, como la Bauhaus.
Babelia
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