Dudas europeas
LA FRONTERA entre el euroescepticismo y el abierto pesimismo est¨¢ siendo cruzada estos d¨ªas por mucha gente, incluyendo algunos que no hace tanto ve¨ªan en la plena integraci¨®n europea la garant¨ªa de un futuro de rigor y estabilidad para las econom¨ªas nacionales. Hay problemas, pero los ¨¢rboles no deben ocultar el bosque: una moneda y una pol¨ªtica monetaria ¨²nica eliminar¨ªan riesgos y costes transaccionales innecesarios en una zona altamente integrada econ¨®mica y comercialmente, al tiempo que contribuir¨ªan a garantizar un crecimiento sostenido.As¨ª lo volvieron a interpretar el pasado diciembre, en Madrid, los m¨¢ximos mandatarios europeos al concretar, en un ambiente entonces dominado por el optimismo, los periodos en que se articular¨¢ la tercera fase de la UEM, desde 1999 hasta el a?o 2002, en el que las monedas nacionales ser¨ªan sustituidas por el euro.
?Qu¨¦ ha cambiado para que el propio ministro espa?ol de Asuntos Exteriores llegara a sugerir la modificaci¨®n del calendario que ¨¦l mismo contribuy¨® a definir unas semanas antes? Ante todo, se ha hecho evidente la desaceleraci¨®n de las principales econom¨ªas europeas, lo que podr¨ªa afectar a la continuidad en el saneamiento de las finanzas p¨²blicas, principal obst¨¢culo a la satisfacci¨®n de las exigencias de Maastricht. El debilitamiento de la econom¨ªa alemana, con un paro del 10% y un d¨¦ficit p¨²blico equivalente al 3#Y,, de su PIB, superior al m¨¢ximo necesario para acceder a la tercera fase de la UEM, fue la principal se?al negativa.
La reacci¨®n coordinada de los Gobiernos alem¨¢n y franc¨¦s, la pasada semana, anunciando la aplicaci¨®n de sendos paquetes de est¨ªmulo al consumo y a la inversi¨®n privados, es coherente con ese clima previo a una recesi¨®n que algunos analistas -de forma exagerada- han. llegado a percibir en esas econom¨ªas. Pero esas medidas no garantizan tasas de crecimiento suficientes para que en los dos a?os que restan para la fecha del examen europeo puedan apreciarse mejoras significativas sobre el desempleo, y que esas medidas favorezcan las preferencias electorales hacia los Gobiernos que en 1998 habr¨¢n de afrontar elecciones parlamentarias, Francia y Alemania entre ellos. Por moderados que resulten los est¨ªmulos presupuestarios en ambos pa¨ªses, a trav¨¦s, fundamentalmente, de la reducci¨®n de algunas figuras impositivas, ninguno de ellos puede hoy garantizar que al t¨¦rmino de 1997 su d¨¦ficit p¨²blico no supere el 3% del PIB.
?Quiere eso decir que hay que abandonar el horizonte previsto para la disposici¨®n de la moneda ¨²nica en 199T En modo alguno. La concreci¨®n de los criterios de convergencia, en especial los referidos al d¨¦ficit y a la deuda p¨²blicos, siendo. importantes, no pueden hacer abstracci¨®n de las condiciones c¨ªclicas en las que est¨¢n inmersas las econom¨ªas. La postergaci¨®n de la fecha de transici¨®n de la UEM ser¨ªa m¨¢s costosa, econ¨®mica e institucionalmente, que una interpretaci¨®n menos r¨ªgida de esas exigencias de convergencia nominal, tal como destacaba ayer en estas mismas p¨¢ginas el ex presidente franc¨¦s Val¨¦ry Giscard d'Estaing, uno de los inspiradores m¨¢s cualificados de la integraci¨®n econ¨®mica y monetaria.
Ello no ha de suponer, en modo alguno, el abandono del saneamiento de las finanzas p¨²blicas, especialmente en aquellos pa¨ªses, como Espa?a, en que hay experiencia directa de las restricciones que el d¨¦ficit y la deuda p¨²blicos imponen sobre el crecimiento estable y la generaci¨®n de empleo. Lo ocurrido durante el pasado a?o demuestra que es posible crecer y converger al mismo tiempo.
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