"En los pa¨ªses del Este tenemos un realismo m¨¢gico muy cercano
, Ignacio Vidal-Folch (Barcelona, 1956) ha regresado a la oscura Rumania de Ceausescu, al confuso a?o revolucionario de 1989, para escribir su tercera novela, La libertad, que acaba de publicar Anagrama. Vidal-Folch vivi¨® de cerca aquella revoluci¨®n como enviado especial, pas¨® miedo en el Hotel Intercontinental y tuvo conciencia en todo momento de vivir una situaci¨®n con toques kafkianos. A?os despu¨¦s ha querido novelarlo y lo ha hecho con una historia en la que contrasta la actitud de unos diplom¨¢ticos occidentales que no se enteran. de nada con la de unos j¨®venes rumanos que aspiran a viajar a Occidente. El fantasma de la libertad, por supuesto, est¨¢ en el eje de una novela en la que asoma el humor hasta tal punto que el mismo autor consider¨® la posibilidad de titularla El factor rumano.
Pregunta ?Por qu¨¦ La libertad?
Respuesta Eleg¨ª este t¨ªtulo porque ninguno de los personajes del libro tiene familia. Todos viajan, a los pa¨ªses del Este o a Occidente. Se encuentran ante la posibilidad de elegir y todos reaccionan de modo distinto. La libertad es el desider¨¢tum de todos, pero quer¨ªa explicar tambi¨¦n sus miserias, el empobrecimiento que significa buscar la libertad individual a toda costa, porque al fin y al cabo somos animales sociales. Pienso que la libertad absoluta es la muerte, pero al mismo tiempo La libertad es tambi¨¦n un t¨ªtulo ir¨®nico.
P. La revoluci¨®n de Ceausescu queda lejos en la memoria, pero usted empieza la novela con estas palabras: "Tambi¨¦n del horror sentimos nostalgia".
R. Escrib¨ª una primera versi¨®n del libro en 1990, pero la hice demasiado en caliente. Despu¨¦s me absorbi¨® mi trabajo de periodista y la abandon¨¦ durante un tiempo. Siempre quise escribir sobre aquella Rumania, porque la historia me gustaba mucho. Me obsesion¨® el Este de Europa, donde viv¨ª varios a?os como corresponsal. Pienso que es como una Am¨¦rica de historias fascinantes que tenemos al lado. Algunas son tan brutales que cuando piensas en el realismo m¨¢gico te das cuenta que en aquellos pueblos del Este que han vivido sin libertad de expresi¨®n durante a?os se ha extendido mucho la rumorolog¨ªa y circulan historias que no sabes hasta qu¨¦ punto son reales.
P. Como la compra de avestruces de Ceausescu.
R. Se cuentan muchas historias sobre Ceausescu. e inclu¨ª varias en la novela. Estaba loco, era un paranoide. No se sabe si lo que cuentan de ¨¦l es verdad o no. La compra de los avestruces, por ejemplo. En un viaje a ?frica, le fascin¨® que pusieran unos huevos tan grandes e import¨® 1.000 avestruces que acabaron muertos de fr¨ªo junto al Danubio. Tambi¨¦n est¨¢n las historias sobre la mujer de Ceausescu y las escenas de cama. No s¨¦ si son verdad o no, pero se corresponden con aquel clima.
P. ?Por qu¨¦ ha querido escribir sobre el Este?
R. All¨ª pas¨¦ mucho miedo. Fui c¨®mo enviado especial en 1989 y vi una pobreza brutal. Luego, cuando volv¨ª a Barcelona, me di cuenta de que aqu¨ª la gente se preocupaba por tonter¨ªas mientras que en la puerta de al lado luchaban por tener una pastilla de jab¨®n.
P. ?Se ajusta a aquel mundo el adjetivo kafkiano?
R. En Kafka se piensa como en el profeta del hombre alienado por el desarrollo de la sociedad, pero creo que tambi¨¦n fue el profeta de lo que es el hombre bajo el comunismo. Esa burocracia, esas mentiras... Es como si hubiera vivido el comunismo con antelaci¨®n. El libro, s¨ª, tiene algo de kafkiano, pero tambi¨¦n es bastante humor¨ªstico.
P. Se reconocen hechos que fueron material period¨ªstico, como la huida de una atleta que recuerda la de Nadia Comaneci.
R. Me interesaba recuperar esos hechos. La huida a Occidente, por ejemplo. En la novela se incluye un personaje que al llegar a Nueva York s¨®lo quiere visitar los grandes almacenes Macy's. Parece una exageraci¨®n, pero es as¨ª. Mucha gente de pa¨ªses, del Este siente como un s¨ªndrome de Stendhal cuando visita los grandes almacenes de Occidente. Se desmayan ante tanta abundancia.
P. Alg¨²n personaje plantea la aportaci¨®n moral que estos pueblos pueden llevar a Europa.
R. Los rumanos dicen que no pueden aportar nada. La primera necesidad que se vio colmada con la revoluci¨®n fue la de hablar. Todo eran reuniones, debates... Despu¨¦s, cuando mejor¨® el nivel de vida, la obsesi¨®n de los j¨®venes era marcharse a Australia, a Israel o a Canad¨¢.
Babelia
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