El paro y la moneda ¨²nica
El autor matiza el significado del elevado n¨²mero de desempleados en Espa?a y niega que la situaci¨®n vaya a agravarse con la uni¨®n monetaria.
?Por qu¨¦ hay tanto. desempleo en Espa?a.? ?Por qu¨¦ hay m¨¢s que en otros pa¨ªses europeos? ?C¨®mo es posible que en las postrimer¨ªas del r¨¦gimen de Franco la tasa de desempleo no llegara al 5% y ahora supere el 22%? ?Es culpa del Banco de Espa?a (?o incluso del Bundesbank!) obsesionado por mantener altos los tipos de inter¨¦s? ?Tiene la culpa la "destrucci¨®n de te ido industrial" producida por la sobrevaluaci¨®n de la peseta del periodo.89-92?El pasado noviembre, Miguel Boyer ofrec¨ªa en estas, mismas p¨¢ginas una acertada explicaci¨®n. Su diagn¨®stico, moderadamente optimista, pas¨® m¨¢s inadvertido que sus. recientes manifestaciones euroesc¨¦pticas, profundamente, contradictorias con sus acertadas palabras de noviembre.
El cuadro adjunto, inspirado en el de Boyer, muestra bien a las claras por qu¨¦ el desempleo ha crecido tanto desde 1973 (cuando afectaba a 653.000 personas) hasta el verano de 1995 (en que ascend¨ªa a 3,5 millones de personas). Las razones son esencialmente tres:
- Durante el. periodo global 1973-1995, el empleo en la agricultura disminuy¨® casi en 2,1 millones de personas.
- Durante ese mismo periodo, la poblaci¨®n activa, femenina (es decir, el n¨²mero de mujeres mayores de 16 a?os dispuestas a trabajar fuera de casa) creci¨® en 2,3 millones.
- Hasta 1985 (es decir, antes de nuestro ingreso en la Comunidad) se perdieron 1,2 millones de empleos en el sector privado no agrario (fundamentalmente en la industria).
Una burda suma de estos tres elementos (2,1 + 2,3 + 1,2) muestra que el desempleo podr¨ªa haber crecido en i5,6 millones de personas! Afortunadamente, el aumento efectivo fue s¨®lo la mitad como consecuenc¨ªa de dos factores:
- En los ¨²ltimos 10 a?os, el empleo privado no agrario aument¨® en 1,7 millones de personas.
-Desde 1973 hasta ahora, el empleo en el sector p¨²blico creci¨® en 1,1 millones de personas (obs¨¦rvese, sin embargo, que el grueso de ese aumento se produjo en el periodo 73-85).
Es cierto que parte de los hombres que perdieron su empleo en la agricultura o en la industria se jubilaron y pasaron a "inactivos", sin engrosar las cifras de paro (como se ve, la poblaci¨®n activa masculina disminuy¨® en 160.000 hombres en el periodo 1973-1985). Pero tambi¨¦n lo es que la emigraci¨®n exterior, la gran v¨¢lvula de escape del desempleo en la Espa?a de Franco, jug¨® en sentido contrario desde la primera crisis energ¨¦tica, en 1,973.
De esos sencillos c¨¢lculos cabe extraer las siguientes conclusiones:
1. El aumento m¨¢s significativo del, desempleo se produjo en el periodo 73-85, antes del ingreso de Espa?a en la Comunidad. No tuvo la culpa la peseta (?que por entonces era todo menos 'Tuerte'!).
2. El r¨¢pido aumento del desempleo refleja, en buena medida, dos cambios estructurales que se produjeron en Espa?a con excepcional rapidez, de la mano de un intenso pro ceso de modernizaci¨®n social: el abandono masivo de la agricultura tradicional, y el mayor deseo de las mujeres de trabajar fuera de casa (fen¨®meno especialmente intenso desde 1986, como consecuencia del r¨¢pido abandono por las mujeres de su tradicional papel subordinado al hombre y de su acceso masivo a la Universidad). ?Bienvenidos sean tales cambios, aunque de momento creen una demanda insatisfecha de empleo!
3. La ca¨ªda del empleo industrial hasta 1985 fue un grave lastre, motivado por dos circunstancias excepcionales: el tard¨ªo ajusyte a la crisis del petr¨®leo y la falta colectiva de rigor econ¨®mico durante la tranSici¨®n democr¨¢tica. ?Mientras proclam¨¢bamos solemnemente en la Constituci¨®n el derecho al trabajo sent¨¢bamos las bases para que nuestras empresas se vieran forzadas. a reducir el empleo!
4. Durante los ¨²ltimos 10 a?os, coincidiendo con nuestra integraci¨®n europea, la desinflaci¨®n y la mayor estabilidad de la peseta, se han creado, en t¨¦rminos netos, 1,2 millones de empleos. Desgraciadamente, no han sido suficientes, ni siquiera para atender el aumento de la nueva poblaci¨®n activa durante ese periodo. ?Mucho menos para, eliminar el enorme desempleo acumulado hasta 1985!
Concluir¨¦ con varias reflexiones esperanzadoras:
1. El desempleo es, sin duda, un grave problema social cuya soluci¨®n merece una atenci¨®n primordial. Su reducci¨®n significativa exigir¨¢ un largo periodo de creaci¨®n neta de empleo.Pero estudiemos bien las definiciones y los riqu¨ªsimos datos que ofrece la EPA antes de angustiarnos m¨¢s de lo necesario sobre las cifras de paro. Comprobaremos, as¨ª, que el 72% de las personas que la EPA clasifica como "desempleadas" no estar¨ªan dispuestas a irse a vivir a otro municipio para tener un empleo. Es l¨®gico: la gente tiene familia, a veces est¨¢ cursando estudios, ¨¦l cambio de casa es dif¨ªcil, etc¨¦tera. Esa. resistencia a aceptar un empleo, tambi¨¦n aplicable a aceptar empleos que tengan un menor salario o calificaci¨®n, matizan el significado de la "disp¨®nibilidad para trab¨¢jar" uno de los requisitos para ser cIasificado como "desempleado".
. Tambi¨¦n ver¨ªamos que la definici¨®n, de "desempleado" depende de que la persona encuestada declare al encuestador del INE que "est¨¢ buscando activamente empleo". Esta b¨²squeda de empleo tiene algo de subjetivo. Ello produce, curiosamente, un "efecto, multiplicador del paro": si en una familia un miembro pierde su empleo (o incluso empieza a temer perderlo), otros miembros hasta entonces inactivos (por ejemplo, hijos estudiantes, c¨®nyuge) pueden empezar a buscar empleo. Consecuencia estad¨ªstica: aunque s¨®lo haya desaparecido un empleo, el n¨²mero de "desempleados" habr¨¢ aumentado en dos o m¨¢s.
En suma, el desempleo es un grave problema en Espa?a, pero no todo tiene el dramatismo que asociamos espont¨¢neamente con la palabra parado (aviso a los cr¨ªticos: antes de ensa?arse con esta afirmaci¨®n, lea detenidamente las tablas de la EPA; en caso de duda, consulte a un especialista en estad¨ªstica).2. La flexibilizaci¨®n del mercado laboral en 1994 es una pieza esencial para que nuestro mercado cree en el futuro el empleo necesario pata satisfacer la demanda. ?Qu¨¦ equivocada la cr¨ªtica de la reforma hecha por los sindicatos -que organizaron una huelga general, afortunadamente olvidada- e incluso por otras instituciones, incluida la Conferencia Episcopal! La actitud de los obispos tuvo, sin embargo, plena l¨®gica: la proposici¨®n de que para crear empleo lo mejor es impedir el despido es la versi¨®n laboral del viejo argumento integrista seg¨²n el cual la ley del divorcio atenta contra la esfabilidad del matrimonio, indisoluble por su propia naturaleza.3. La integraci¨®n europea, la moneda ?nica y los esfuerzos nacionales de, convergencia, lejos de agravar el desempleo, contribuir¨¢n (parcialmente) a soluci¨®narlo: proporcionar¨¢n un marco de baja inflaci¨®n; tipos de inter¨¦s moderados y estab¨ªlidad macroecon¨®mica, lo que facilitar¨¢ el crecimiento econ¨®mico y el empleo.
Se dir¨ªan escritas para la legislatura que ahora termina las palabras de Galbraith sobre los Estados Unidos de hace. cuarenta a?os: "En nuestro tiempo, el pesimismo es m¨¢s respetable que el optimismo.
Quien pronostica un descenso de la delincuencia o del paro juvenil es un sujeto vacuo y superficial. Quien pronostica problemas tiene el don de la agudeza y grandes posibilidades de convertirse en comentarista de radio, redactor del Time o, incluso congresista.
Ojal¨¢ sean muchos los que consideran respetables estas esperanzadas reflexiones sobre el problema de Espa?a.
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