Mujeres prisioneras en la jaula de oro de los mafiosos
Las mujeres colombianas se transformaron en objetos que la mafia pod¨ªa comprar con su dinero. Surgi¨® el cargo de proveedor para satisfacer los caprichos de los jefes. "Quiero a fulana o a mengana", ordenaban. Por lo general reinas de belleza, modelos, chicas de la far¨¢ndula. El pago resulta tentador: hasta 60 millones de pesos por noche (7,5 millones de pesetas). La elecci¨®n de la reina nacional de belleza, que anualmente atrae la atenci¨®n de 32 millones de colombianos, tuvo que endurecer sus normas hace dos a?os para impedir las candidaturas de la mafia. Patricia G¨®mez, periodista que ha investigado este tema, explica c¨®mo las mujeres atrapadas por el espejismo de una vida de abundancia y lujo acaban en una pesadilla: "Las llevan a vivir a mansiones, pero las rodean de guardaespaldas. Ellas se convierten en prisioneras de sus vigilantes". Y cont¨® la historia de Ana. A los 18 a?os, deslumbrada por los suntuosos regalos, decidi¨® casarse con un capo. Cuatro a?os despu¨¦s y ya con dos hijas, amargada por su vida de prisionera en una jaula de oro, decidi¨® separarse. Al d¨ªa siguiente de su primera fiesta con sus viejas amigas, el muchacho con el que bail¨® apareci¨® asesinado. Lleg¨® clara la advertencia de su ex marido: todo el que se le arrime ser¨¢ hombre muerto.Mientras, muchos emulan el sue?o que tuvo Elisabeth Montoya de Sarri¨¢, la monita retrechera (rubia seductora), asesinada hace apenas una semana. Ella y su marido, un ex sargento de la polic¨ªa hoy preso bajo la acusaci¨®n de narcotr¨¢fico, amasaron en apenas siete a?os una fortuna de 15 millones de d¨®lares (m¨¢s de 1.800 millones de pesetas). Y en este juego, en el cual todos quieren ser ricos, la vida no vale nada. La regla es simple: quitar de enmedio a todo el que estorbe. Esta subversi¨®n de los valores, en un pa¨ªs armado hasta los dientes, condujo a que ahora se mate por nada; porque un coche se atraviesa, por aparcar mal...
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