El 'informe Scott' acusa al Gobierno brit¨¢nico de enga?ar al Parlamento por su venta de armas a Irak
Varios ministros enga?aron deliberadamente al Parlamento sobre los cambios adoptados por el Gobierno brit¨¢nico a finales de los ochenta en lo que a la venta de armas a Irak se refiere. El largamente esperado informe Scott coloca en la picota a dos altos cargos M Gobierno de John Major, que afront¨® ayer una de las sesiones parlamentarias m¨¢s duras, de los ¨²ltimos tiempos. El Partido Laborista reclam¨® la dimisi¨®n de William Waldegrave, actual secretario del Tesoro, y del fiscal general del Estado, Nicholas Lyell, ambos criticados en el informe, que, sin embargo, acepta la ausencia de "mala fe" en su conducta.El informe Scott, como popularmente se conoce al documento que vio ayer la luz p¨²blica, contiene un detallado an¨¢lisis de lo que ha sido catalogado por la oposici¨®n laborista como uno de los mayores esc¨¢ndalos de corrupci¨®n pol¨ªtica que se han visto en el Reino Unido en la ¨²ltima d¨¦cada. Un esc¨¢ndalo del que no queda libre pr¨¢cticamente ning¨²n departamento del engranaje del Estado.
El origen del esc¨¢ndalo se remonta a finales de los a?os ochenta. El Gobierno de Margaret Thatcher, integrado por buena parte de los ministros que est¨¢n ahora en el de Major, opt¨® al t¨¦rmino de la guerra entre Ir¨¢n e Irak por cambiar su pol¨ªtica de exportaci¨®n de armas. A partir de 1988 y hasta 1990, cuando Irak se preparaba para invadir Kuwait, Londres autoriz¨® discretamente los contactos comerciales con Sadam Husein, aun a sabiendas de que ello facilitaba el rearme de Bagdad.
El entonces responsable de las relaciones con Irak en Exteriores, William Waldegrave, envi¨® m¨¢s de 27 cartas a diferentes diputados asegur¨¢ndoles que no hab¨ªa habido cambio de pol¨ªtica en lo que a las relaciones con Irak se refer¨ªa. Y no s¨®lo eso, ning¨²n ministro pesta?e¨® cuando los funcionarios de aduanas detuvieron a los tres directivos de una empresa de capital iraqu¨ª, Matrix-Churchill, que vend¨ªa maquinaria susceptible de ser utilizada para fabricar armas.
Cuando Paul Henderson, director de la empresa y confidente de los servicios de espionaje, compareci¨® ante el tribunal, asegur¨® que las actividades de su empresa eran sobradamente conocidas por el Gobierno.
El juicio de Henderson, celebrado en octubre de 1992 destap¨® la caja de los truenos. Aconsejados por el fiscal general del Estado, Nicholas Lyell, los ministros implicados en la historia ocultaron documentaci¨®n al tribunal firmando ¨®rdenes especiales que impidieron que documentos esenciales vieran la luz.
Aun as¨ª, pruebas claves llegaron al tribunal, que decidi¨® sobreseer el juicio. Para entonces, el primer ministro, Major, se plante¨® la necesidad de hacer algo y orden¨® una prolija investigaci¨®n de lo ocurrido al juez Richard Scott. El da?o causado por el informe difundido ayer en las expectativas electorales de los tories est¨¢ a¨²n por ver.
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