El cisma del Frepaso reabre en Argentina el bipartidismo entre peronistas y radicales
Nadie como el Gobierno peronista y los radicales han agradecido el desmoronamiento del Frente del Pa¨ªs Solidario (Frepaso), agrupamiento de tendencia centrista que a punto estuvo de romper el tradicional bipartidismo argentino y que muere joven a manos de sus dos codiciosos fundadores. Uno de ellos, el senador Jos¨¦ Octavio Bord¨®n, adversario de Carlos Menem en las elecciones presidenciales de 1995, renuncia ahora a su esca?o y liderazgo y admite as¨ª su responsabilidad en el desencadenamiento del ruidoso cisma.
El mapa pol¨ªtico argentino se complica de nuevo en beneficio de radicales y justicialistas. Tenso de entrada, emocionado al final de la lectura de un breve comunicado, Bord¨®n consider¨® que su renuncia "va a facilitar el debate de ideas". No lo hubo durante el desarrollo de la crisis en la alianza; casi todo fue pura ambici¨®n y maniobra. El encanallamiento del debate interno era previsible al constituir un movimiento variopinto, hilvanado, de direcci¨®n compartida, y haberse alzado con cinco millones de votos, prometiendo decencia y justicia social, en los comicios de hace nueve. meses. Fueron ganados en la primera vuelta por Carlos Menem, que asiste complacido a la trifulca. A partir de aquel prometedor avance, y durante la gestaci¨®n de otros, arreciaron los lances traperos.El senador Jos¨¦ Octavio Bord¨®n, depositario de los cinco millones de sufragios como candidato presidencial frentista en aquella consulta, pronto se destac¨® como el malo de la pel¨ªcula, el trepa, en las primeras encuestas posteriores al naufragio. Su adversario, Carlos Chacho ?lvarez, m¨¢s a la izquierda, gan¨® en consideraci¨®n al conseguir endosar al primero, a los ojos de la opini¨®n p¨²blica, las principales responsabilidades del divorcio. En un sondeo de La Naci¨®n, la imagen positiva de Bord¨®n cay¨® del 60% al 26% y la de Alvarez subi¨® del 41% al 52%.
La crisis del Frepaso devuelve a la UCR la oportunidad de liderar la oposici¨®n despu¨¦s de su prolongada sequ¨ªa y hemorragia de votos sufridas cuando el anterior presidente Ra¨²l Alfons¨ªn, radical, cedi¨® a las presiones de Menem aceptando enmendar la Constituci¨®n para incorporar a la Carta Magna la posibilidad legal de un segundo mandato presidencial. Con el hundimiento de esta fuerza recupera el aliento la oposici¨®n de siempre, m¨¢s previsible, menos envenenada que una fuerza liderada por ex peronistas dados a la maquinaci¨®n y conocedores de secretos de alcoba. Con ¨¦stos, Menem se siente m¨¢s inc¨®modo.
?sa fue la intenci¨®n del ex peronista Bord¨®n: debilitar al poder rob¨¢ndole gente e incorpor¨¢ndolos a sus filas. "Ac¨¢ si no se juega fuerte no se le puede ganar a Menem", insisti¨® al defender la captaci¨®n del ex ministro de Interior de Menem, Gustavo B¨¦liz y acercarse a otros disidentes, que en su mayor¨ªa lo son m¨¢s por despecho o ambiciones insatisfechas que por discrepancias. "Lo que yo plante¨¦ era ampliar la base ideol¨®gica, social y generacional del Frepaso", subraya.
Amistades indeseadas
El senador pos¨® en las fotos con Ram¨®n Palito Ortega, ex gobernador menemista de Tucum¨¢n, solista de ¨¦xito en los tiempos de La felicidad y aspirante a la presidencia en 1999. La gente de Carlos ?lvarez pus¨® el grito en el cielo, amotin¨¢ndose. Est¨¢ peligrando el perfil opositor de la fuerza, advirtieron. "A lo mejor la estrategia de Bord¨®n es la m¨¢s acertada para llegar al poder, pero nosotros no queremos llegar as¨ª. No queremos en el Frepaso a los c¨®mplices del menemismo", afirm¨® ?lvarez, quien nunca digiri¨® bien el sapo tragado cuando Bord¨®n le arrebat¨® la candidatura presidencial.Menem y la direcci¨®n justicialista reclaman a Bord¨®n el esca?o en el Senado al que ha renunciado, y le instan a explicarse ante su electorado. Bord¨®n, de 50 a?os, que fue peronista y rechaz¨® ser ministro de Obras P¨²blicas con Menem en 1989, ha sido siempre un pol¨ªtico cauto. Nunca arriesg¨® demasiado. ?sta fue su excepci¨®n. ?lvarez, mientras, tiene ahora el camino despejado para encabezar la oposici¨®n no radical ni peronista.
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