La colosal obra de Elia Kazan funde las, cumbres del teatro y el cine neoyorquinos
La Berlinale rinde homenaje a uno de los artistas m¨¢s completos y complejos del siglo
ENVIADO ESPECIAL Un octogenario de peque?a estatura y perfil de conejo eclips¨® a las j¨®venes y guap¨ªsimas estrellas que merodean por aqu¨ª. Ayer, Robert Downey y Polly Walker, tras presentar su lujoso melodrama, Restauraci¨®n, bajaron del estrado y se escondieron en el anonimato de la masa de periodistas que atestaba la gran sala de conferencias, para oir con la boca abierta a Elia Kazan, legendario hombre de escena, director de pel¨ªculas al que dieron tres oscar y maestro de eminentes actores, cuya colosal obra funde las cumbres del teatro y el cine neoyorquinos.
El ni?o llia Kazanzoulou, griego de la regi¨®n turca de Anatolia lleg¨® a Nueva York reci¨¦n iniciada la segunda d¨¦cada del siglo y se sumergi¨® en la oscuridad y la penuria de las barriadas de la emigraci¨®n europea. Hacia la mitad e los a?os treinta, condensado su nombre en Elia Kazan, emergi¨® como -un b¨®lido en un hervidero de gentes de teatro de la izquierda radical, cercana al partido comunista, llamado Group Theater.All¨ª consolid¨® su vocaci¨®n esc¨¦nica y trabaj¨®, como actor y director, junto a Nicholas Ray, Robert Rossen, John Garfield, -Lee J. Cobb, Joseph Losey y muchos otros; y conoci¨® a Cheryl Crawford y Lee Strassberg, con quienes una d¨¦cada despu¨¦s -cuando ya era un c¨¦lebre director de escena en Broadway- fund¨® el Actor's Studio, vivero de int¨¦rpretes que enlaz¨® el impulso renovador del Group con la dramaturgia de la escuela moscovita de Stanislavski, introducida en Nueva York por Michael Ch¨¦jov, emigrante ruso sobrino del gran Anton Ch¨¦jov.
En el Studio -el m¨¢s conocido centro de formaci¨®n de actores que ha existido nunca- molde¨® y puli¨®, o contribuy¨® decisivamente a hacerlo, primero en las aulas y despu¨¦s en los escenarios y los plat¨®s de rodaje, a Marlon Brando, Maureen Stapleton, Paul Newman, Karl Malden, Rob Steiger, James Dean, Shirley MacLaine, Jessica Tandy, Warren Beatty, Geraldine Page, Eva Marie Saint, Eli Wallach, Julie Harris, Lee Remick y much¨ªsimos otros extraordinarios talentos de la escena, de la pantalla y de ambas.
. Montgomery,Clift, que era un outsider y admirador fan¨¢tico de Edward Lunt, portentoso actor que representaba las tradiciones puras de Broadway que el Studio combat¨ªa, tambi¨¦n qued¨® a su pesar marcado por el sello Kazan. ?ste dirigi¨® a Clift en La piel de nuestros dientes, drama cumbre de Thornton Wilder, y el actor -como por otra v¨ªa la Marylin Monroe posterior a su trabajo con Joshua Logan en Bus stop- jam¨¢s pudo desprenderse del inconfundible registro gestual que hoy llevan en su equipaje profesional gente como Robert de Niro, Al Pacino, Harvey Keitel y otros muchos cabecillas de la Escuela de Nueva York.
La obra teatral de Kazan es ingente. Baste decir que dio carne de escenario,. fij¨® las cadencias y extrajo los modos de comportamiento de casi todo el cuerpo de dramaturgia literaria de Tennnessee Williams y de buena parte de la del citado Wilder y las de Arthur Miller, Clifford Odets y un rosario de montajes fundacionales, b¨¢sicos en la creaci¨®n y evoluci¨®n del realismo esc¨¦nico neoyorquino durante el periodo que abarca una d¨¦cada antes y dos despu¨¦s del ecuador de la II Guerra Mundial. Es decir , una de las m¨¢s f¨¦rtiles zonas de la escena contempor¨¢nea, de cualquier latitud del mundo.
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