Defender la democracia
MADRID Y Valencia, dos ciudades especialmente castigadas por el terrorismo, simbolizaron ayer la repulsa de toda Espa?a contra ETA y el nuevo fascismo que alienta en su entorno. Como al d¨ªa siguiente del 23-F frente al golpismo, centenares de miles de ciudadanos, fuerzas pol¨ªticas, organizaciones sindicales y asociaciones c¨ªvicas salieron a la calle para defender el Estado de derecho, las libertades y la convivencia frente al acoso del terrorismo. Hoy el peligro golpista ha desaparecido, pero la amenaza terrorista, con su secuela de muerte y de dolor, sigue desafiando al r¨¦gimen democr¨¢tico surgido en Espa?a tras la noche franquista y poniendo en riesgo la paz de los espa?oles. Suele afirmarse que la movilizaci¨®n c¨ªvica no va a detener la mano de los asesinos y secuestradores. S¨®lo es verdad a medias. Es cierto que esa tarea corresponde primordialmente a los gobernantes y que depende, en gran medida, de la eficacia de los servicios de seguridad. Pero la repulsa activa de la sociedad tiene m¨¢s valor que el de un simple gesto a los efectos de erradicar el terrorismo. Las movilizaciones que siguieron al fallido golpe de Estado del 23-F fueron decisivas para devolver a las gentes su aprecio por los valores de la democracia, reforzar la unidad de los dem¨®cratas en defensa del r¨¦gimen de libertades consagrado en la Constituci¨®n y, en definitiva, para derrotar el golpismo que intent¨® hace 15 a?os secuestrar la soberan¨ªa popular y abolir las libertades.
Hoy la derrota del terrorismo pasa tambi¨¦n, como punto de partida inexcusable, por el repudio colectivo por parte ole los dem¨®cratas de quienes buscan desmoralizarlos con sus cr¨ªmenes y debilitar con ello las defensas del Estado democr¨¢tico. Ayer, centenares de miles de ciudadanos de Madrid y de Valencia, y los l¨ªderes pol¨ªticos m¨¢s representativos de hoy de ayer -Gonz¨¢lez, Aznar, Adolfo Su¨¢rez...-, expresaron en la calle su voluntad de no someterse jam¨¢s al dictado de los pistoleros.
Falt¨® a la cita el coordinador general de Izquierda Unida, Julio Anguita. Su ausencia -justificada porque ETA no debe marcar la agenda electoral- s¨®lo puede ser catalogada dentro del g¨¦nero de los in¨²tiles gestos grandilocuentes, tan. queridos por el l¨ªder de IU. Porque no ha faltado a un sarao palaciego: ha estado ausente de la mayor repulsa ciudadana al terrorismo que se ha vivido en Espa?a. Si la. pol¨ªtica antiterrorista se debe basar en el consenso de todos los partidos democr¨¢ticos, Anguita ha perdido una ocasi¨®n excepcional para reafirmar ese consenso junto con el resto de los dirigentes pol¨ªticos. Y ha optado, adem¨¢s, por no compartir el mensaje que han lanzado a ETA todos esos ciudadanos que se han api?ado en Madrid y Valencia. El mismo mensaje de dignidad y firmeza democr¨¢ticas que transmiten los portadores del lazo azul en Euskadi, los que reclaman cada d¨ªa la liberaci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya y de Jos¨¦ Antonio Ortega, o los que hacen en las calles gestos por la paz cada, vez que ETA mata o secuestra.
La movilizaci¨®n c¨ªvica es un s¨®lido punto de partida para que el Estado democr¨¢tico salga victorioso del acoso a que le somete el terrorismo. Pero es un deber inexcusable de los gobernantes y de las fuerzas pol¨ªticas no dilapidar con sus querellas ese impulso social, sino articularlo en estrategias de unidad y coherencia pol¨ªticas capaces de llevar a buen t¨¦rmino la lucha contra el enemigo com¨²n, el terrorismo, y la depravaci¨®n moral que ¨¦ste conlleva.
Tras las manifestaciones de ayer en Madrid y Valencia los partidos y sus l¨ªderes est¨¢n obligados a abandonar esa din¨¢mica que les lleva a supeditar sus convicciones democr¨¢ticas a consideraciones o intereses particulares en la estrategia contra el terrorismo.
?ste es, sin duda, el n¨ªtido mensaje, o mejor el mandato imperativo, que cabe sacar de las manifestaciones ciudadanas de ayer. Las fuerzas pol¨ªticas y sus l¨ªderes no pueden dejar de escucharlo y de cumplirlo en todo momento y lugar: en Madrid, en Valencia, en Euskadi...
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