El 'mariachi' Robert Rodr¨ªguez sigue dando penosos balbuceos de cine primario
Bertrand Blier convierte una original idea en una pel¨ªcula rutinaria
ENVIADO ESPECIALLa secci¨®n oficial de la Berlinale 96 sigue siendo una partida de ping-pong entre el bostezo y el churro. Si las tres pel¨ªculas que Haveln, director de este tinglado, ech¨® ayer al pesebre son lo que ¨¦l llama delicatessen, un trozo de pan duro con bellotas de estropajo es, comparado con ellas, un manjar de dioses. La coreana La chispa intenta ser una pel¨ªcula y podr¨ªa haberlo sido con otro director; en la francesa Mi hombre el franc¨¦s Bertrand Blier quiere y no puede; y en From dusk till dawn, el mariachi Robert Rodr¨ªguez, ni quiere ni puede hacer otra cosa que seudocine primario y a ratos genuinamente memo.
La chispa es un t¨ªtulo humilde que se queda muy peque?o para enunciar la tragedia de un hombre que se suicida haciendo de s¨ª mismo una hoguera, a lo bonzo. Y algo as¨ª ocurre con su director, Park Kwan-Su: su trabajo se queda demasiado corto para lograr el crescendo que requiere la representaci¨®n de esta devastaci¨®n ¨ªntima. Pero si lo de la pel¨ªcula coreana es malo, lo del franc¨¦s Bertrand Blier es mucho peor, porque esta Mi hombre, escrita y dirigida por el hijo del eminente c¨®mico Bernard Blier, va como quien no quiere la cosa de comedieta trascendental, casi metaf¨ªsica, y obviamente le sale un churro sin desperdicio, aun que lo cierto es que este cineasta simulador desperdicia una estupenda idea, lo que empeora todav¨ªa m¨¢s el asunto.Tal idea no es original de Blier, por supuesto, sino que ¨¦ste la coge prestada (es decir, la roba) del almac¨¦n de las ocurrencias irreverentes del surrealismo. Se trata de una singular variante del acto surreal por excelencia, el amour fou o amor loco: ese que proclama nada menos que la identidad entre la puta y la santa.
Blier a?ade a esta vieja y explosiva idea ajena la resonancia de arrabal parisiense de aquella desgarrada, genial canci¨®n Mi hombre (o Mi chulo) de Edith Piaf, mete ambos milagros po¨¦ticos dentro de un juego triangular de vodevil y a?ade a este c¨®ctel de ocurrencias ajenas un (¨¦ste s¨ª ocurrencia suya) contrapunto de toques golfos y toques m¨ªsticos. Y la empanada mental queda servida a disposici¨®n de quienes gusten ir al cine a atragantarse.
Y, finalmente, si lo de Blier es muy malo, lo de Rodr¨ªguez es much¨ªsimo peor. Esta celebridad mundial se dio a conocer hace tres o cuatro a?os con El mariachi, una peliculita artesanal muy violenta y muy pobrecita, que cay¨® bien a todos porque la hizo en el barrio, con los amiguetes, cost¨® un mill¨®n de pesetas y gan¨® un mill¨®n de d¨®lares. Pero en esto lleg¨® por all¨ª Antonio Banderas, encandil¨® las cuentas corrientes y as¨ª surgi¨® la desesperante Desperado, bodrio excelso y productivo pim-pam-pum que llam¨® la atenci¨®n de Quentin Tarantino, lo que no ten¨ªa m¨¢s remedio que conducir a la abominable From dusk till dawn.
El caso Rodr¨ªguez viene al pelo para entender algo muy grave que est¨¢ ocurriendo en el cine de hoy. La pel¨ªcula, o lo que sea, est¨¢ realizada de forma tan primaria, que asusta saber que est¨¢ irremediablemente abocada al ¨¦xito... precisamente por eso.
Esta inconcebible y sanguinaria nader¨ªa est¨¢ rodada sobre la repetici¨®n sistem¨¢tica y hasta la n¨¢usea de un esquema de secuencia as¨ª de arcaico: plano general-plano corto-contraplano-contra contraplano-plano general, lo que, para entendernos, equivale a que un novelista ofrezca al delirio universal un relato escrito literalmente con la sintaxis de Tarz¨¢n de los Monos: yo-Tarz¨¢n-t¨²-Jane-Tarz¨¢n amar-Jane-Jane-amar-Tarz¨¢n-y- tambi¨¦n-amar-Chita. Desarticulaci¨®n absoluta, es decir: incapacidad para incorporar el art¨ªculo a un encadenamiento de im¨¢genes, es decir, cine en los bordes del analfabetismo.
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