Un cuento de Rossini

La CenerentolaVolvi¨® el viejo cuento de La cenicienta, debidamente adaptado por el libretista Jacopo Ferretti para la m¨²sica de Rossini. Por mucho que admiremos al autor de El barbero de Sevilla, es dif¨ªcil reconocer en La Cenerentola o La bond¨¢ in trionfo una de las cimas creativas del gordo Cisne de Pesaro (a qui¨¦n se le ocurrir¨ªa denominar cisne a Rossini). Y es curioso que, aparte ciertos n¨²meros, lo que llama especialmente la atenci¨®n en esta ¨®pera es la excelencia del trabajo artesanal, el dominio de unos recursos que constitu¨ªan el estilo vivo, personal¨ªsimo e impulsado por un atractivo fierviosismo r¨ªtmico en consonancia con el juego din¨¢mico. A Rossini se le llam¨® tambi¨¦n "il signore crescendo " y este mote ya parece obra de un cr¨ªtico musical bienhumorado.El estilo bufo resplandew en La Cenerentola en estrecha alianza con un lirismo a veces melanc¨®lico y siempre vivificado por un c¨²mulo de ligerezas vocales poco menos que invencibles. 'Es preciso apuntar que el tenor neoyorquino Rockwell Blake se comport¨® con bravura virtuos¨ªstica que supo impostar en el personajillo -no hay en esta ¨®pera un solo personaje aut¨¦ntico-. Para ¨¦l fueron las m¨¢s largas ovaciones por m¨¢s que las intervenciones de la mezzo Josefina Brivio en Angelina, la cenicienta, ofrezcan mayor complacencia y expresi¨®n cantabile. Actu¨® y cant¨® muy bien esta mezzosoprano.Sucede, al menos me sucede a m¨ª, que Rossini pareci¨® haber escrito esta parte para una tal Teresa Berganza que bastante tiempo despu¨¦s de la muerte del compositor iba a nacer en el Madrid m¨¢s castizo, aqu¨¦l que Rossini pase¨® y conoci¨® bien. Lo que hac¨ªa Berganza en Cenerentola sent¨® c¨¢tedra y, quer¨¢moslo o no, se interpone ante cualquier nueva realidad rossiniana que nos llame, incluso las que, como en el caso de la Brivio, sean para provocar nuestro aplauso. Debe tomarse el recuerdo de Berganza como m¨¢ximo elogio cuando reconocemos los evidentes m¨¦ritos de la int¨¦rprete de ahora.Los enamorados de la historieta, tan bellamente estudiada en el programa por Ana Rossetti, estuvieron rodeados por un reparto de alto nivel: el bar¨ªtono santanderino Manuel Lanza, tan excelente Dandini; el vien¨¦s Peter Strummber, un Don Magn¨ªfico, que hizo honor al nombre de su personaje; la madrile?a Paloma P¨¦rez f¨¢igo que, con la valenciana Marina Rodr¨ªguez Cusi, compusieron la pareja de las antip¨¢ticas hermanas desde un aut¨¦ntico concepto de lo bufo, y, en fin, el romano Stefano Rinaldi Miliani, de graves y nobles acentos.

. Muy justos en todo los coros preparados por Antonio Faur¨®, de todo punto acertada y bien inserta en el clima de la ingenua trama la direcci¨®n esc¨¦nica de John Cox y deliciosos, sin mayor pretensi¨®n renovadora, los escenarios y trajes de Allen Charles Clein. Cap¨ªtulo aparte merece Antoni Ros Marb¨¢, quien supo evidenciar cuantos hallazgos anidan en la partitura rossiniana y mantener un tempo pleno de animada pulsaci¨®n al tiempo que orden¨® con exactitud de maestro cuantos elementos intervienen en el mundo complejo de la representaci¨®n oper¨ªstica. La Sinf¨®nica de Madrid respondi¨® con su reconocida agilidad y entre todos nos depararon una noche l¨ªrica tan entonada como promet¨ªa la coproducci¨®n del Covent GardenTeatro de La Zarzuela.