Neces¨ªtase robot
"?No es usted muy joven?". Quien asil preguntaba sabiendo la respuesta era una de esas ejeciativas de traje de chaqueta que parecen reci¨¦n surgidas de un tinte en un gimnasio y nunca tienen una arruga en la media, y que usan de la voz de cachemir de telefilme para decirle a la gente que va a ser ejecutada, o que no, tampoco esta vez va a obtener el empleo. Toda vez que la joven en cuesti¨®n que la escuchaba se acerca ya a los 40 a?os, comprendi¨® de inmediato qu¨¦ se escond¨ªa bajo ese -reproche que sonaba a destino: el empleo solicitado era para un sujeto que hab¨ªa visto salir del despacho con el aire ministerial de quien sabe lo que otros no saben, y que, en efecto, termin¨® por obtenerlo: un puesto paradiplom¨¢tico en una remota ciudad de los Andes. Tendr¨ªa unos 45 a?os. ?Ya no se es muy joven a los 45? Pregunta mal planteada. Lo que suced¨ªa es que el sujeto encajaba en el retratorobot del cargo. Y cinco a uno a que encajaba porque el retrato y el robot hab¨ªan sido espec¨ªficamente dise?ados para ¨¦l: eran ¨¦l. Su retrato.En los anuncios ofreciendo empleo de ciertos pa¨ªses con la historia revuelta, a la petici¨®n de "Se necesita economista", o m¨¦dico, o abogado, se a?ade a veces: "Abst¨¦nganse las promociones de tales a?os de tales universidades", y ello porque los empleadores saben que en tales a?os y universidades los estudiantes abusaron de las huelgas, el amor y la revoluci¨®n. Al principio me pareci¨® que el refinamiento en la crueldad de esos avisos era dif¨ªcil de superar: permitir que la gente obtenga un t¨ªtulo -permitirle creer que ya sabe-, para decirle luego que su sabidur¨ªa vale lo mismo que el peri¨®dico de ayer. Con el tiempo he llegado a aflorar esa crueldad: por lo menos era sincera. Aquel estudiante que quer¨ªa crear cien vietnams en el jard¨ªn de Am¨¦rica sab¨ªa por ]o menos algunas de las m¨¢s obvias reglas del juego. Hoy, prisioneros de los rituales, pero no la miga del juego limpio para todos, estamos vendidos a las se?oras de voz de cachemir que distribuyen los empleos con la misma equidad que la madrastra de Blancanieves.
A riesgo de levantar las iras de la poderosa secta de las Voces de Cachemir, insisto valientemente en lo de la se?ora porque en ella insist¨ªa mi amiga, la joven, que ya se hab¨ªa encontrado con personajes semejantes: de hecho fue expulsada de su anterior empleo por otro ejemplar perfecto de esa misma tribu (a esa tribu s¨®lo pueden pertenecer ejemplares perfectos), que a su vez perdi¨® pronto el cargo por manifiesta incompetencia. Pero no import¨®: la perfecta fue reciclada en otro puesto de medio mill¨®n al mes, para el que se requer¨ªa llevar el traje sastre con aplomo y gracia, y a la vez cruzar las piernas de tac¨®n alto sin crear arrugas en la media. No se crean, no es tan f¨¢cil; tiene su cosa. "Lo m¨¢s frustrante", dice mi amiga, "es que esa gente no tiene nunca que someterse a entrevistas ni encajar en retrato -robot. Siempre caen de pie".Si hacemos de Arqu¨ªmedes y nos dedicamos a reflexionar en la ba?era sobre el porqu¨¦ de este fen¨®meno zoofisico, pronto llegamos a una descorazonadora evidencia que estropear¨¢ por su mezquindad nuestra vocaci¨®n monta?era (de Montaigne): y es que si esas se?oras caen siempre de pie es porque, obviamente, son intercarribiables como los uniformados con vaqueros, porque sus piernas pesan m¨¢s que su cabeza (el centro de gravedad est¨¢ muy bajo), y por su virtuosismo gimn¨¢stico, adem¨¢s, sobire todo en el arte del bisagrazo, la reverencia, besar el suelo como un bamb¨² y no romperse.
Prueba esta ¨²ltima que ha llegado caminando sola a mi laboratorio al recordar el caso de otro amigo, entre los varios que tengo agit¨¢ndose entre el paro -y la pobreza, que termin¨® sospechando porque, pese a un curr¨ªculo (con perd¨®n) en teor¨ªa imbatible, nunca terminaban de elegirle en una especialidad en la que son quince.
"?Qu¨¦ pasa?", le pregunt¨® finalmente a un amigo. Y ¨¦ste, con la sinceridad que deber¨¢n tener todos los altos cargos cuando vivamos en un mundo feliz, le respondi¨®: "Es que, aunque lo haces muy bien, alguien dijo que eres conflictivo". "Ya", dijo mi amigo, que no es conflictivo en absoluto. Ni robot.
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