El f¨²tbol futuro
LA FEDERACI?N Europea de F¨²tbol, la UEFA, ha tenido que claudicar. Lo ha hecho dos meses despu¨¦s de que el Tribunal de Luxemburgo dictara su hist¨®rica sentencia a favor del modesto futbolista belga Jean Marc Bosman. El intento de coordinar a las fuerzas vivas del f¨²tbol para organizar la resistencia a la ley ha fracasado. Lo ¨²nico que ha salido del intento es una especie de pacto de caballeros destinado a conseguir al menos que los clubes se sientan moralmente comprometidos a no acatar la sentencia hasta que concluya esta temporada. Luego, Dios dir¨¢.Enfrente, la Uni¨®n Europea (UE) se ha mostrado inflexible. No ha cedido un mil¨ªmetro y no ha dejado de advertir que el incumplimiento llevaba consigo unas sanciones. La UEFA, acostumbrada a no respetar ninguna autoridad, ha reaccionado con pavor al o¨ªr hablar de multas. Su rendici¨®n ha sido tan espectacular que en 24 horas reconoci¨® a los sindicatos de jugadores como interlocutores v¨¢lidos.
El caso Bosman supone una revoluci¨®n en el deporte. Y no s¨®lo porque declare la libre circulaci¨®n de deportistas comunitarios, sino sobre todo porque considera a los clubes como empresas, y a los deportistas, sujetos a contrato como trabajadores por cuenta ajena. No hay excepciones: a partir de ahora les son exigibles a clubes y deportistas los derechos y obligaciones de las relaciones laborales corrientes. Pero, si los clubes son empresas, la UEFA no es su patronal. La UEFA es una coordinadora de las federaciones nacionales, que no son empresas, y en ella no est¨¢n representados los clubes.
El escenario que se abre es similar al de los deportes profesionales en Estados Unidos. Los clubes son due?os de la competici¨®n que organizan, y los jugadores, de su imagen, por lo que pueden exigir una parte de los beneficios que genere la competici¨®n. La sentencia Bosman convierte a la UEFA en una instituci¨®n decorativa, mientras que concede voz y voto a clubes y jugadores. Y considera al f¨²tbol profesional como un negocio, lo que implica su sujeci¨®n a los c¨®digos mercantiles, y no al ordenamiento federativo.
El debate est¨¢ abierto. ?Es el f¨²tbol un elemento m¨¢s de la cultura- de cada pa¨ªs y por tanto merece que se haga una excepci¨®n en su caso? ?El hecho de que mueva miles de millones no basta para que se le considere una actividad mercantil como las dem¨¢s? ?Puede considerarse expresi¨®n cultural espont¨¢nea de una comunidad a una actividad, cuyos practicantes pertenecen a m¨²ltiples nacionalidades? El debate que se ha abierto en torno al futuro del Athletic de Bilbao -¨²nico entre nosotros que mantiene el criterio de no contratar jugadores for¨¢neos- demuestra hasta qu¨¦ punto el cambio es ya inevitable. Un famoso entrenador, Arrigo Sacchi, lleg¨® a declarar recientemente que entre los efectos perniciosos de la sentencia estaba la p¨¦rdida del idioma de comunicaci¨®n en el vestuario. Sin embargo, en la era de los ordenadores y la televisi¨®n, las nuevas generaciones han aprendido a traducir a signos cibern¨¦ticos el lenguaje universal del f¨²tbol. Las identidades (nacionales o deportivas) no podr¨¢n ya fundarse s¨®lo en la tradici¨®n.
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