Nikita
Es rar¨ªsimo que se produzca unanimidad entre los centenares de cr¨ªticos de cine de todo el mundo que acuden a un festival. En realidad, es buena la disparidad, incluso la discordia entre ellos. Cada uno -incluidos los que se consideran outsiders- representa, lo quiera o no, una tendencia, un estilo o una moda de mirar las cosas, una mentalidad, un inter¨¦s, una ideolog¨ªa, que proviene de grupos o que es reflejo de ellos. Lo m¨¢s cercano a lo que ocurre es que sus criterios entremezclan todos y cada uno de estos ingredientes.Pues bien, en la jaula de grillos de los cr¨ªticos, este g¨¦lido febrero en Berl¨ªn todos ellos han cantado al un¨ªsono, como un coro parroquial perfectamente conjuntado, la misma canci¨®n para la misma, pel¨ªcula: Pena de muerte es con mucho la mejor de todas. Naturalmente, este cronista no es una excepci¨®n y tiene las cosas igual de claras que sus colegas.
Pero los cr¨ªticos proponen y Nikita Mijalkov -que es m¨¢s que Dios, es zar- dispone. El c¨¦lebre arist¨®crata y cineasta ruso preside este a?o el jurado internacional de la Berlinale, y a la probada capacidad seductora de su personalidad se a?ade en las quinielas de la prensa berlinesa todo tipo de dimes y diretes acerca de lo que puede salir del gusto por la arbitrariedad que, con verdad o sin ella, se le atribuye. "Ese zarista converso es capaz de cargarse Pena de muerte acus¨¢ndola de comunista. Tiempo al tiempo", vaticin¨® ayer un colega italiano. No es f¨¢cilmente cre¨ªble que ocurra tal desprop¨®sito, pero, si llega a suceder, Mijalkov cargar¨¢ con el muerto y se llevar¨¢ a su dacha de Mosc¨² el mayor pateo que ha conocido la Berlinale, que es muy experta en ellos.
Segunda fila
Luego hay pel¨ªculas que ya suenan, aunque t¨ªmidamente, como candidatas a alg¨²n premio de segunda fila. La tunecina Un verano en La Goulette, la china El valle del sol, la japonesa La aldea de mis sue?os, las brit¨¢nicas Sentido y sensibilidad y Mary Reilly, la polaca Semana Santa, la sueca La belleza de las cosas y la espa?ola ?xtasis. Y en ¨¦stas y tras de ¨¦stas, hay la tira de celuloide morralla. Pero, presidiendo el jurado Nikita, nunca se sabe lo que puede ocurrir. Por primera vez en la Berlinale no hay aut¨¦nticas quinielas.Y a la unanimidad de los cr¨ªticos en considerar, sin discusi¨®n alguna, que la mejor pel¨ªcula es Pena de muerte, se une otro acuerdo: Nikita monta su n¨²mero, lo que probablemente no es m¨¢s que una exageraci¨®n propia de gente irritada y aburrida por tanto celuloide espantoso como el que aqu¨ª nos han hecho tragar con embudo. Y tambi¨¦n probablemente ganas de que en realidad el cineasta ruso monte de verdad el n¨²mero y haya por fin algo divertido de qu¨¦ escribir.
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