Simulacro de partido en Anoeta
La cosa se licencia con breves apuntes. Once contra 11, unos albiazules y otros albivioletas. El ¨¢rbitro de gris para no desentonar. La tarde clara y el c¨¦sped tupido; el p¨²blico placentero. Combinaciones, cero. Remates a puerta, tres, dos para la Real Sociedad y uno para el Valladolid, dos de ellos desafortunados. En suma, un simulacro futbol¨ªstico protagonizado por veintitantos extras en vacaciones.Como en el baloncesto, la estad¨ªstica ejerce de acusaci¨®n particular: minuto 43, primer disparo a puerta de la Real Sociedad. Karpin cede con alguna violencia al guardameta C¨¦sar. Minuto 47, primer y ¨²ltimo disparo del Valladolid. Benjam¨ªn aloja el bal¨®n en los brazos de Alberto.
Antes del gol eran las ¨²nicas notas destacadas de un partido que, transcurr¨ªa por el pasillo de la diplomacia. Nadie se impon¨ªa a nadie. El Valladolid, bien armado en defensa, ejerc¨ªa una superioridad num¨¦rica infalible frente a la escu¨¢lida ofensiva donostiarra. Como en la otra punta la situaci¨®n era similar, el discurso resultaba tan anodino como est¨¦ril. La Real Sociedad no se aclaraba (surtida en la confusi¨®n particular de Karpin) y el Valladolid no progresaba por su tendencia natural al conservadurismo.
Proscrita la genialidad, el partido depend¨ªa de los errores para promover alg¨²n desequilibrio. La ocasi¨®n vino precedida de un saque de esquina. Loren aprovech¨® la ingenuidad vallisoletana para cabecear en el segundo palo el env¨ªo de De Pedro. Fue el ¨²nico error y el ¨²nico acierto del partido.
Un segundo entre 90 minutos para definir un juego ejecutado con un bal¨®n de por medio que nunca alcanz¨® la condici¨®n de espect¨¢culo deportivo.
El Valladolid pag¨® su humildad porque las urgencias le llevaron a asumir una condici¨®n que acab¨® por arruinarle. La Real Sociedad se tom¨® el partido a beneficio de inventario y lo solvent¨® en la segunda ocasi¨®n que dispar¨® entre los tres palos.
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