Algunos factores de las elecciones del 3 de marzo
No es una cuesti¨®n nada f¨¢cil decidir c¨®mo votar en el clima actual de degradaci¨®n pol¨ªtica y ret¨®rica recalentada. Es imposible no sentirse desanimado por la acumulaci¨®n de esc¨¢ndalos pol¨ªticos y econ¨®micos de la ¨²ltima d¨¦cada: la financiaci¨®n ilegal de los partidos, el tr¨¢fico de influencias en los contratos de obras p¨²blicas de las autonom¨ªas gobernadas por los distintos partidos, la falsificaci¨®n de documentos realizada por financieros a los que hasta hace poco se exaltaba como modelos de la modernizaci¨®n espa?ola, las escuchas telef¨®nicas, el tr¨¢fico de filtraciones escandalosas a la prensa, la malversaci¨®n de fondos gubernamentales (tanto reservados como no reservados) y la privatizaci¨®n de dinero p¨²blico en forma de cuentas bancarias suizas.A la luz de la historia de Espa?a en los siglos XIX y XX se podr¨ªa escribir c¨ªnicamente que gran parte de lo anterior es la continuaci¨®n. de un cierto tipo de normalidad, aunque muchas personas (yo entre ellas) esper¨¢bamos que el establecimiento de la primera democracia estable de la historia espa?ola traer¨ªa consigo unas pautas m¨¢s elevadas de conducta econ¨®mica y pol¨ªtica. Y lo que es m¨¢s, hay una serie de factores mucho m¨¢s serios que los esc¨¢ndalos antes mencionados: la guerra sucia del GAL y sus predecesores y el uso de la tortura en las investigaciones policiales; la t¨¦cnica de secuestros y contribuciones mafiosas para liberar al Pa¨ªs Vasco de los presuntos horrores de la democracia constitucional, las declaraciones de jueces descalificando el sistema pol¨ªtico y las de pol¨ªticos descalificando a la judicatura.
En lo que respecta al GAL y al Cesid, todos los gobiernos se enfrentan a problemas de ese tipo, por muy democr¨¢ticas que sean sus intenciones. Vivimos en un mundo de Estados soberanos sin normas obligatorias para la conducta pol¨ªtica, y dentro de esos Estados. existen intereses econ¨®micos completamente amorales dispuestos a intercambiar la cooperaci¨®n policial contra el terrorismo por contratos de trenes de alta velocidad (por ejemplo); y existen minor¨ªas fan¨¢ticas dispuestas a asesinar a inocentes espectadores a fin de imponer sus criterios pol¨ªticos. En lugar de permitirse el lujo de las grandes condenas morales a los Vera y los Barrionuevo (especialmerte si uno ha estado alabando sus ¨¦xitos durante 10 a?os), todos los partidos democr¨¢ticos deber¨ªan intentar llegar a un consenso firme en lo que respecta a formas m¨¢s eficaces y aceptables de combatir el terrorismo.
Personalmente, no conozco ning¨²n Gobierno presente o pasado que no haya tenido polic¨ªa secreta y servicios de espionaje que en ocasiones violaran las normas legales de dicho Gobierno. Lo que hay que hacer es limitar estrictamente esos males necesarios a las situaciones en las que una sociedad libre se ve forzada a defender a los ciudadanos cumplidores de la ley de los fan¨¢ticos, g¨¢nsteres y chantajistas organizados. Habr¨ªa que ver los problemas del GAL y del Cesid. bajo esa luz, y no explotarlos, como si el Gobierno actual o sus, predecesores inmediatos fueran, los ¨²nicos partidos culpables de: abusos de poder.
Por otra parte, hace ya casi tres anos que pienso que un fallo muy grave y f¨¢cilmente corregible del Gobierno socialista ha sido la negativa, de hacer distinciones entre responsabilidades pol¨ªticas y penales. Cuando el canciller socialista alem¨¢n Willy Brandt se enter¨® en 1974 de que uno de sus asesores m¨¢s pr¨®ximos era un esp¨ªa de Alemania Oriental, dimiti¨®. No esper¨® a que los . tribunales emitieran su veredicto legal. No se dio golpes de pecho proclamando sus buenas obras., Dimiti¨® y otro dirigente socialista se convirti¨® en canciller.
Aqu¨ª, cuando, se descubri¨® que el gobernador del Banco de Espa?a estaba utilizando su cargo para su beneficio personal, deber¨ªa haber dimitido el primer ministro; o, si el caso Rubio no parece suficientemente importante, cuando se supo que el jefe de la Guardia Civil estaba cobrando comisiones por la construcci¨®n de cuarteles y transfiriendo grandes sumas de fondos p¨²blicos a sus cuentas bancarias personales. Est¨¢ en juego el principio de que el jefe de Gobierno es responsable de la calidad de las personas que designa para altos cargos. No tiene nada que ver con que ¨¦l personalmente sea culpable de ninguna falta. El PSOE perdi¨® la oportunidad de asumir ese tipo de responsabilidad pol¨ªtica y, de paso, de demostrar que en Espa?a hay m¨¢s de un socialista capaz de desempe?ar el cargo de primer ministro.
?Qu¨¦ relaci¨®n tiene todo esto con las pr¨®ximas elecciones generales? En primer lugar, yo omitir¨ªa los esc¨¢ndalos financieros de partido y el GAL al hacer mi elecci¨®n. El PP, Convergencia y los distintos partidos aut¨®nomos conservadores no tienen mejor historial que el PSOE en lo que se refiere a las finanzas; y el GAL es un problema de m¨¦todos policiales antiterroristas que a¨²n no han terminado la transici¨®n de. los m¨¦todos policiales autoritarios a lo! democr¨¢ticos. Tambi¨¦n descartar¨ªa la propaganda alarmista que equipara al PP con el franquismo. Por supuesto que hay franquistas en el PP. ?Y por qu¨¦ no? ?No tienen derecho a defender, dentro de un partido democr¨¢tico, el tipo de pol¨ªticas conservadoras y centralistas que ellos identifican con la larga dictadura? A la vez creo que Aznar merece que se reconozca su esfuerzo continuado para crear un partido conservador de tipo democr¨¢tico brit¨¢nico o europeo; tambi¨¦n el de dar voz en el partido a las mujeres y a los profesionales y hombres de negocios m¨¢s j¨®venes.
Si yo fuera votante espa?ol me preguntar¨ªa qui¨¦n es m¨¢s probable que se vaya a ocupar de forma eficaz en el pr¨®ximo futuro de temas como la ecolog¨ªa, el empleo, la integraci¨®n europea y los asuntos exteriores. Borrell ha sido un excelente ministro de Obras P¨²blicas, con una buena visi¨®n de las necesidades de infraestructuras a largo plazo y con capacidad para explicar esas cuestiones al p¨²blico y a su personal administrativo. Solbes ha sido sincero, honrado y nada demag¨®gico como ministro de Econom¨ªa. Europa ha considerado a Solana hasta hace poco, y a Westendorp ahora, como los h¨¢biles representantes de una Espa?a que no se ha limitado a presentar sus credenciales democr¨¢ticas, sino que tambi¨¦n ha desempe?ado un papel muy positivo en el proceso de paz de Oriente Pr¨®ximo y en Bosnia. Los Gobiernos del PSOE tambi¨¦n han mostrado mucha m¨¢s comprensi¨®n que los portavoces y la prensa del PP en lo que respecta al papel de vascos y catalanes dentro de una Espa?a multinacional.
Estos elementos, positivos no obvian la necesidad de reformas dr¨¢sticas en la polic¨ªa y de un entendimiento de la responsabilidad pol¨ªtica. Tampoco eliminan la necesidad de partidos y coaliciones alternativas en cualquier sociedad democr¨¢tica. Pero, pens¨¢ndolo bien, a m¨ª me parece que, d¨¢ndole m¨¢s importancia a la pol¨ªtica que al esc¨¢ndalo, la victoria del PSOE ser¨¢ m¨¢s provechosa para Espa?a, que la del PP.
Gabriel Jackson es historiador.
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