Bob Wilson presenta en Sevilla un 'Hamlet' que considera el mayor desaf¨ªo de su carrera
"Los intentos de actualizar a Shakespeare son irritantes", dice el director norteamericano
Bob Wilson (Texas, 1944) ha logrado con casi treinta a?os de carrera convencer al p¨²blico de que el teatro occidental, demasiado apoyado en el texto literario, deb¨ªa ahondar en la expresividad del gesto, del movimiento, hasta casi prescindir de la palabra. Autor experimental y de vanguardia, ahora emprende un experimento que califica como "el mayor reto" de su carrera". El director vive su prueba de fuego como actor. El m¨¢s cl¨¢sico de los textos dram¨¢ticos, el mon¨®logo de HamIet, en una adaptaci¨®n muy personal, se estrena hoy en el Teatro Central de Sevilla, donde se representar¨¢ s¨®lo este fin de semana.
Bob Wilson ha hecho en obras anteriores las revisiones de los mitos de Don Juan y de Fausto. Ahora aborda el mito teatral por excelencia: Hamlet. "Hamlet sigue siendo un mito popular porque seguimos vi¨¦ndonos reflejados en ¨¦l, de alguna manera. Sigue estando con nosotros", dice. "Yo hago de este personaje algo muy m¨ªo, de una forma extra?a que imagino que nadie har¨ªa igual. Me ha costado mucho atravesar ese personaje, transformarlo y seguir manteni¨¦ndolo a pesar de todo. El texto de Shakespeare es indestructible porque juega con cosas humanas muy b¨¢sicas".Todo lo que toca Bob Wilson con su dramaturgia queda autom¨¢ticamente convertido en algo suyo, muy personal. Pero la interiorizaci¨®n del paradigma del teatro cl¨¢sico, el gran desaf¨ªo para todo actor, no ha sido sencillo para un vanguardista y transgresor como ¨¦l. "He estado pensando en hacer Hamlet durante muchos a?os. Lo he visto de muchas formas: como un hombre decidido, pero a la vez inseguro, que no logra aclarar lo que quiere. Un pr¨ªncipe de gran nobleza, capaz tambi¨¦n de ser- muy ordinario; a veces infantil como un ni?o y otras fiero como un le¨®n, un animal salvaje. Todos conviven en su prisi¨®n interior".
La versi¨®n que hizo Bob Wilson hace tres a?os del Orlando, de Virgina Woolf, tambi¨¦n era un mon¨®logo con un personaje contradictorio y conflictivo. "S¨ª, el Orlando de Woolf se refiere a cuatro siglos de historia en Inglaterra, pero podemos ver a trav¨¦s de esta historia la ambig¨¹edad y vaivenes del ser. Hamlet tiene sus ra¨ªces en otra ¨¦poca, un lugar impreciso en el tiempo. Encuentro irritantes los intentos de actualizar a Shakespeare, de situarlo en un supermercado, en Miami, en una pisicna en Hollywood o en la una. Es una piedra indestructible que envuelve un concepto propio del tiempo. Si en escena te mueves lentamente y tienes un concepto de la lentitud no funcionar¨¢. El gesto que se deplaza contiene su propio tiempo interno. De otra forma resulta artificial. Debes abrirte a tus emociones y ser capaz de expresarlo en forma de ideas concretas".
Los temas principales del mon¨®logo shakesperiano siguen mandando detr¨¢s de la adaptaci¨®n de Wilson. "De los Hamlets que he visto, y han sido muchos en todos estos a?os, los contempor¨¢neos han sido innecesariamente recargados con demasiadas ideas. Vi uno el a?o pasado en Londres, que era una proclama absolutamente superficial, muy aburrido. No eran capaces de ver al ni?o que se esconde en el personaje, de reflejar con libertad las meditaciones de ese hombre enfrentado a su propia muerte, a su pasado. Laurence Olivier sentado en una silla; Mel Gibson, que parece un hombre de la calle... Me parecen tan ordinarios. A m¨ª me interesaba no s¨®lo lo que hab¨ªa hecho Olivier, aunque me parec¨ªa muy epid¨¦rmico y vac¨ªo, muy moderno, demasiado contempor¨¢neo. Me gusta ver las fotos de John Gielgud en el papel y me interesan tambi¨¦n los actores de principio de siglo. "El desaf¨ªo para m¨ª fue tener una amplitud de registros interiores que me permitiera variar de un extremo a otro continuamente".Un libro visual
Bob Wilson ha tratado a lo largo de toda su carrera de enfatizar en escena el valor del gesto por encima de la palabra. Ahora, con el mon¨®logo que simboliza toda la tradici¨®n textual, se pone a prueba. "Me interesan los movimientos y gestos, lo que se escucha y lo que se ve. El gran dilema del teatro occidental ha sido su dependencia de los textos. La literatura era algo que escuchar y pensar , el movimiento es algo que se ve y se siente. Yo trato de construir un libro visual y ese libro visual no tiene que ser ilustrativo o decorativo, sino ser literatura tambi¨¦n. Mi trabajo est¨¢ m¨¢s cercano al teatro oriental, a la ¨®pera de Shangai, al teatro No, a las danzas balinesas. El lenguaje del cuerpo tiene tambi¨¦n un alfabeto teatral que debe aprenderse. Mira los cantantes de ¨®pera, no saben actuar ni moverse en escena", comenta. "Los Hamlet que se hacen son demasiado intelectuales", afirma. "No act¨²an, piensan todo el tiempo. Al estar en escena, tus orejas, tu codo, tus hombros est¨¢n implicados en una experiencia corporal que lo envuelve todo y lo comprende. No es s¨®lo una experiencia intelectual".
Este Hamlet, sin embargo, tambi¨¦n est¨¢ muy relacionado con su vida personal. "Cuando dirijo a un actor, doy instrucciones para que mueva su cuerpo y un espacio para que exprese la personaldiad que tiene en su interior. Al dirigirme a m¨ª los movimientos han sido hechos a la medida de mi propio cuerpo, a mi peso, y adem¨¢s al hacer el texto no he evitado. referencias personales, mis ex amantes, mi familia. En treinta a?os de carrera nunca he dictado a un actor lo que debe sentir. En cuanto a m¨ª, ahora la he transformado en una experiencia ¨²nica e ¨ªntima"
?Ser o no ser?
La puesta en escena del Hamlet de Bob Wilson es sobria, exigente. Una cima rocosa, cientos de cambios de luces, unos cuantos elementos de atrezzo. Un actor.Fuera de escena sigue siendo un hombre incapaz de desprenderse de la piel del actor, de la modulaci¨®n dram¨¢tica de su voz, del lenguaje codificado de sus manos. Bob Wilson habla con voz queda, casi para s¨ª mismo, y de pronto sorprende con la irrupci¨®n del personaje; a veces, aterrador; otras, fr¨¢gil como un ala de mariposa.
Despu¨¦s de a?os de trabajar con el mon¨®logo de Hamlet, resulta forzado hacerle a ¨¦l la pregunta: To be or not to be? Piensa, calla y sigue dudando en voz alta: "Una vez le preguntaron a Gertrude Stein: ?Y ahora qu¨¦ va a hacer usted? 'Creo que voy a tomar un vaso de agua', respondi¨®. Yo pen ' s¨¦ en muchas cosas que pod¨ªa hacer. Algunos dec¨ªan que mi trabajo era muy visual, que no me interesaban los textos. Y pens¨¦ en tomar un gran texto' como desaf¨ªo para ver si lo puedo hacer, aunque me equivoque y luego deba aprender de mis errores. HamIet es el mayor desaf¨ªo de mi carrera. Saber si pod¨ªa aprenderme ese texto, decir un texto tan famoso. La pregunta siempre se esconde detr¨¢s de cada desaf¨ªo, la duda. He querido hacer un libro visual encabezado por la pregunta To be or not to be. Y trabaj¨¦ hasta encontrar una serie de movimientos apropiados para HamIet, una forma de caminar, la voz. Quise hallar primero al noble pr¨ªncipe y despu¨¦s trabajar separadamente el texto".
Pero, al fin, se decide a contestar: "Ser o no ser es la raz¨®n de mi trabajo. La raz¨®n de trabajar es hacerte preguntas, no necesitas encontrar las respuestas. Las respuestas son lo que te rodea. Lo importante es preguntarse ?qu¨¦ es lo que pasa? Yo sigo teniendo la misma pregunta cada noche: ?qu¨¦ hago, qu¨¦ estoy diciendo?", y el personaje de Hamlet toma posesi¨®n del actor que a?ora a Ofelia en un breve pasaje del mon¨®logo, que concluye con la m¨¢s simple reflexi¨®n: "Es algo demasiado complejo como para decirlo con palabras".
Babelia
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