El Atl¨¦tico hace lo justo
Los rojiblancos jugar¨¢n el 10 de abril contra el Bar?a la final de la Copa
El Atl¨¦tico alcanz¨® la final, pero sin darse el gustazo. No sufri¨® en exceso, pero hasta bien entrada la segunda parte tampoco consigui¨® quitarse de encima un molesto rumor a sorpresa, a susto de ¨²ltimo a hora, a petardazo. El Valencia no torci¨® la cara, aunque apareci¨® sin el talante huracanado, del que le queda poco tiempo para salvar la vida. Sali¨® a levantar la eliminatoria por el camino de la paciencia. Cre¨® problemas, pero no rompi¨® la cita: el Atl¨¦tico se las ver¨¢ con el Bar?a el 10 de abril. Caminero y Pantic abrieron el partido con buen aroma. Ense?¨® el primero su presencia poderosa, tir¨® un par de arrancadas intimidantes y anunci¨® a gritos que quer¨ªa cargar con su equipo. Y el serbio, tirado m¨¢s atr¨¢s que de costumbre, acomodado en la zona de un organizador cl¨¢sico, avanz¨® con golpes de clase que quer¨ªa unirse a la fiesta. El Valencia, sin embargo, acab¨® en¨¦rgicamente con las intenciones de ambos. A patadas.
Se hizo finalmente el Valencia con el bal¨®n. Mazinho y Fernando tomaron el mando y, sin prisa, empujaron a su equipo hacia adelante. El Atl¨¦tico, mientras, tir¨® pu?aladas a la contra: un mano a mano de Penev (no hay forma que resuelva uno con acierto), dos llegadas de Biaggini, otra de Caminero... Lleg¨® el gol de Viola, y el Atl¨¦tico, que segu¨ªa perdonan do (un tiro al palo de Caminero y otro a las nubes, sin portero, de Biaggini...), se fue cargando de fuerza negativa. Los fantasmas volaron por el estadio.
En esos minutos de desasosiego en los que el Atl¨¦tico vivi¨® sin centro del campo y sometido al gobierno del Valencia (nunca avalado por ocasiones, eso quede claro), surgi¨® el juego silencioso pero redentor, de Penev. Se ofrec¨ªa una y otra vez al compa?ero en apuros, le ense?aba el camino del despeje y amortiguaba su pelotazo. Luego, dorm¨ªa unos instantes la pelota, abr¨ªa el cuerpo para al defensor de turno y cerrar al devolv¨ªa al pasillo m¨¢s libre. En uno de ellos, con el descanso en el cogote, descubri¨® solo a Caminero. Este model¨® un quiebro y fabric¨® el penalti que firm¨® Pantic. El Calder¨®n respir¨® tranquilo.
En la segunda parte, Penev no fue el mismo. Y el Atl¨¦tico volvi¨® a torcerse por el centro del campo. Volvi¨® a echar de menos a Kiko y su m¨¢gica capacidad para inventarse soluciones ofensivas. Y volvi¨® a echar en falta a Simeone y su sentido de la solidaridad, sus pulmones y su casta contagiosa. Pero ya no temi¨® por su asiento en la final.
Como siempre, al Atl¨¦tico le qued¨® el orden, algo que no pierde nunca y que le hace aguantar de pie casi todas las citas. El grupo de Antic no se descoloc¨® jam¨¢s, ni con el segundo gol del Valencia, que se qued¨® al final en un gesto de honor. El tanto de Fernando no meti¨® miedo. Y tampoco abri¨® una avalancha racial del bloque levantino, que no volvi¨® a acercarse m¨¢s por los dominios de Molina.
El remate de Fernando sirvi¨® simplemente para que el campe¨®n de invierno, pese a lo prometido por. su entrenador, se decidiera a especular abiertamente con el resultado de la ida. No estaba el d¨ªa para echar el resto tan s¨®lo por una victoria parcial. El 3-5 de Mestalla le serv¨ªa de sobra al Atl¨¦tico para acceder a la final, la decimoquinta de su historia, con todos los honores.Luis, enfurecido
El desenlace, seg¨²n informa ?scar Sanz, enfureci¨® a Luis Aragon¨¦s, el entrenador del Valencia. 0 m¨¢s bien, la actuaci¨®n de Gracia Redondo, al que ya en el descanso, cuando se dirig¨ªa al vestuario, espet¨®: "Sab¨ªa que me la ibas a jugar. Y lo has hecho". El ¨¢rbitro le expuls¨®. "No ha sido penalti", dijo despu¨¦s el t¨¦cnico. "Ni siquiera la televisi¨®n me sirve. No ha existido. Pero eso, con ser malo, no ha sido lo peor. En un partido de esta importancia no se puede hacer lo que ha hecho. Ya llueve sobre mojado. Me la ha jugado en much¨ªsimas cosas. Lo he visto claro desde el primer minuto".
?Qu¨¦ vio Luis? Un rasero distinto, dos modos opuestos de arbitrar. Y sobre todo, influencia. "Ha tenido una actitud tremenda, terrible. No me arrepiento de decir lo que digo. Sab¨ªa antes del partido lo que iba a hacer. Y lo ha hecho. Lo que ha pasado en el descanso me ha costado la expulsi¨®n, pero al menos le ha hecho cambiar. Por algo habr¨¢ sido".
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