EE UU Y el nuevo aislacionismo
El internacionalismo de Estados Unidos est¨¢ abierto a debate en lugares muy alejados de New Hampshire, Delaware y Dakota. Concierne a gente de Asia y Europa occidental, donde el temor al aislacionismo norteamericano compite con la preocupaci¨®n por lo que, seg¨²n algunos, es un nuevo expansionismo norteamericano. Hay una tendencia a buscar explicaciones complicadas para cosas sencillas, especialmente en los Balcanes. A veces son los propios norteamericanos quienes dan esas explicaciones. Un art¨ªculo reciente publicado en The International Herald Tribune fue muy comentado en Europa y Oriente Pr¨®ximo porque dec¨ªa que Washington est¨¢ construyendo un nuevo "imperio" que se extiende desde la Bosnia musulmana hasta el golfo de Ad¨¦n, con el fin de garantizar el acceso norteamericano al petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo y contener el fundamentalismo isl¨¢mico. El propio columnista, Charles Krauthammer, dio la respuesta al insinuar que cualquier responsable norteamericano que pensara que la seguridad nacional mejorar¨ªa mediante un intento de dirigir Bosnia y los Balcanes musulmanes merec¨ªa que lo encerraran.Sin embargo, aquellos de nosotros que afirmamos que, pese a la intervenci¨®n en Bosnia, la tendencia de EE UU es la retirada de las intervenciones y compromisos pol¨ªticos internacionales, chocamos con un considerable escepticismo. Una columna m¨ªa reciente al efecto provoc¨® respuestas en la prensa autriaca y francesa que citaban la nueva presencia militar norteamericana en Macedonia y Albania, as¨ª como el despliegue en Bosnia, como pruebas de lo contrario. Estos comentarios se?alaban tambi¨¦n la situaci¨®n en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica como una raz¨®n para aumentar los compromisos de EE UU en Europa. En Asia, la presencia militar estadounidense es supuestamente necesaria para contener las tensiones en las fronteras mar¨ªtimas del sur de China, contrarrestar a Rusia, disuadir a Jap¨®n de convertirse en una potencia nuclear y prevenir conflictos en Corea.
Estos argumentos son bastante acertados, pero pasan por alto la din¨¢mica interna de EE UU. Sobreestiman la influencia de los c¨ªrculos diplom¨¢ticos y de seguridad de EE UU que eval¨²an correctamente el inter¨¦s de Washington en la estabilidad europea y asi¨¢tica. El Departamento de Estado y el Pent¨¢gono quieren una presencia continuada de seguridad en Asia y un papel norteamericano activo en Europa. Los l¨ªderes empresariales norteamericanos tambi¨¦n est¨¢n comprometidos en su mayor¨ªa con el internacionalismo, porque se han convencido de las recompensas del comercio en el mercado mundial, y sencillamente porque ahora las empresas estadounidenses, est¨¢n, con frecuencia, comprometidas en mercados e instalaciones de fabricaci¨®n extranjeros. Pero frente a estas influencias internacionalistas est¨¢ la fuerza de la opini¨®n popular, que, desde Vietnam, se concentra por lo general en los asuntos internos.
En las recientes elecciones primarias presidenciales, Pat Buchanan ha dado un vivo ejemplo de campa?a aislacionista con ¨¦xito, pero m¨¢s significativa ha sido la ausencia casi total de preocupaci¨®n por los asuntos internacionales manifestada por los dem¨¢s candidatos o por los l¨ªderes de la mayor¨ªa republicana en el Congreso. Entre los dem¨®cratas, las cosas no son muy diferentes. La resistencia a la intervenci¨®n en Bosnia fue tan com¨²n entre los liberales como entre los conservadores. La ONU tiene pocos amigos en ambos partidos. Hay internacionalismo comercial, pero eso es todo.
Los periodistas que viven en el extranjero son dolorosamente conscientes de esta falta de inter¨¦s nacional en los asuntos internacionales. En los ¨²ltimos a?os se ha llamado de vuelta a casa a un n¨²mero cada vez mayor de corresponsales norteamericanos. Hace s¨®lo unos a?os, las tres cadenas de televisi¨®n m¨¢s importantes de EE UU ten¨ªan importantes equipos informativos en Par¨ªs, Newsweek ten¨ªa una gran oficina, y Time-Life, incluso un edificio propio. Hoy se ha vendido ese edificio, y mi actual list¨ªn de prensa anglo-americana en Par¨ªs muestra que Time est¨¢ representada por un jefe, un corresponsal y dos ayudantes de redacci¨®n. La ABC es la ¨²nica cadena que queda en Par¨ªs (aparte de CNN Intenational), y est¨¢ representada por un equipo de marido y mujer. Cuatro peri¨®dicos de informaci¨®n general siguen teniendo corrresponsal¨ªas en Par¨ªs (The New York Times, Washington Post, Los Angeles Times y USA Today). Unos cuantos m¨¢s tienen corresponsales a tiempo parcia (a veces periodistas que se han retirado all¨ª). Al lector nacional no le interesan las noticias extranjeras. O al menos los jefes de redacci¨®n y editores nacionales est¨¢n convencidos de ello.
La evidencia es, de hecho, contradictoria. El Consejo de Chicago sobre Relaciones Exteriores sondea regularmente la opini¨®n p¨²blica norteamericana y descubre niveles m¨¢s bien considerables de apoyo a las pol¨ªticas internacionalistas. Mi impresi¨®n personal es que esto tiende a expresar buenas intenciones y principios. Expresa lo que la gente cree que deber¨ªa pensar. Pero de hecho no parece querer ver la televisi¨®n o leer peri¨®dicos y revistas sobre asuntos internacionales, excepto si est¨¢n implicadas las tropas estadounidenses o si los intereses nacionales norteamericanos est¨¢n directamente comprometidos. Su internacionalismo latente puede ser movilizado, por ejemplo, para respaldar la intervenci¨®n bosnia. Pero no es espont¨¢neo. No hay nada sorprendente en ello. EE UU es un enorme pa¨ªs, rico generador de temas nacionales de inter¨¦s, diversi¨®n, asombro u horror popular. El circo nacional tiene m¨¢s pistas de las que una persona puede abarcar (algunas, mejor ni mirarlas) y el resto del mundo puede parecer muy lejano.
El internacionalismo estadounidense floreci¨® durante los a?os del celebrado siglo norteamericano, ahora concluido. Fueron a?os en que los estadounideases se sent¨ªan capaces de rehacer la sociedad internacional seg¨²n un modelo mejor. Algunas de las ambiciones de los a?os cincuenta y sesenta se han cumplido; otras se han olvidado. Ahora hay una sensaci¨®n de que los aliados no llevan su parte de la carga que compiten deslealmente o que quitan puestos de trabajo y prosperidad a los norteamericanos. El lector norteamericano reconocer¨¢ lo que digo, el extranjero no deber¨ªa subestimar este cambio.
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