La piel del oso
LAS PRIMERAS reacciones de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y d¨¦ su entorno ponen de manifiesto que el Partido Popular "no contemplaba" la hip¨®tesis de una victoria insuficiente. Un d¨ªa despu¨¦s del cierre de las urnas, el ganador no fue capaz ayer, en su primera comparecencia ante los periodistas, de superar su propio desconcierto ni de despejar las m¨²ltiples inc¨®gnitas que se abren sobre la gobernaci¨®n de este pa¨ªs en los pr¨®ximos cuatro a?os. Todo ello motiv¨® un duro castigo de los mercados financieros, al mismo tiempo que Aznar apelaba con escasa capacidad de convicci¨®n a los mismos argumentos que en la pasada legislatura despreci¨® cuando proced¨ªan de Gonz¨¢lez: estabilidad, responsabilidad, necesidad de consenso.El resultado de las urnas no ofrece demasiadas alternativas. Aznar es el ¨²nico que puede aspirar a gobernar -cualquier otra hip¨®tesis en torno al PSOE ser¨ªa un disparate-, pero necesita el apoyo al menos de los nacionalistas catalanes en cualquiera de sus variantes: coalici¨®n, pacto de legislatura, acuerdos coyunturales, etc¨¦tera. Sin el respaldo del tan denostado Pujol entraremos en una etapa de insoportable inestabilidad. Aznar tendr¨¢ que ensayar as¨ª lo que hasta la v¨ªspera denunciaba como hipotecas inaceptables.
El l¨ªder del PP insisti¨®, con raz¨®n, en que es necesario evitar un fracaso en la formaci¨®n de una mayor¨ªa parlamentaria para no vemos obligados a, una inmediata apelaci¨®n a las urnas, que por lo dem¨¢s no arrojar¨ªan unos resultados muy diferentes. Antes de llegar al recurso extremo de la disoluci¨®n -algo que nos, aproximar¨ªa al poco atractivo modelo italiano- quedar¨ªa, en teor¨ªa, la posibilidad de investidura por mayor¨ªa simple en segunda votaci¨®n. Pero ni siquiera basta la abstenci¨®n de CiU si votan en contra el PSOE e IU. Felipe Gonz¨¢lez descart¨® ayer la abstenci¨®n del PSOE, porque el electorado "no lo entender¨ªa". Y as¨ª es: s¨®lo en situaciones de absoluta excepcionalidad podr¨ªa entenderse un acuerdo de esa naturaleza entre los dos primeros partidos.
No es el caso. La formaci¨®n de una mayor¨ªa parla mentar¨ªa que d¨¦ estabilidad a un Gobierno del ' PP debe pasar necesariamente por acuerdos con los nacionalistas. ?se es el primer banco de prueba donde se va a medir la talla pol¨ªtica de Aznar. La pol¨ªtica obliga en muchas ocasiones a fabricar aliados de ocasi¨®n entre los que fueron adversarios hasta el d¨ªa anterior. Y no s¨®lo no hay nada indigno en ello; ¨¦se es precisa mente el mensaje que el electorado ha transmitido al l¨ªder del PP.
En Espa?a falta una cultura de los pactos, que no s¨®lo implica una actitud diferente, menos sectaria, entre los partidos y l¨ªderes pol¨ªticos, sino una relaci¨®n diferente entre el Gobierno y la oposici¨®n. Aqu¨ª hay dos grandes partidos de centro-derecha y centro-izquierda que se reparten las tres cuartas partes de los votos y el 85% de los esca?os. Que cualquiera de ellos suscriba pactos con las minor¨ªas nacionalistas o con cualquier otra fuerza para completar mayor¨ªas parlamentarias no deber¨ªa ser contradictorio con la ampliaci¨®n de la superficie de acuerdo entre ellos: no ¨²nicamente reforzando el consenso sobre las grandes cuestiones de Estado, desde la pol¨ªtica exterior hasta el terrorismo, sino ampli¨¢ndolo a compromisos sobre los usos democr¨¢ticos -debates electorales- y reglas del juego. Incluso con vistas a la investidura del partido m¨¢s votado.
El sectarismo y la agresividad que aqu¨ª se han instalado en la vida pol¨ªtica, especialmente en los tres o cuatro ¨²ltimos a?os, no se corresponden con la realidad actual de la sociedad espa?ola. La alta participaci¨®n y el ambiente de normalidad democr¨¢tica que caracterizaron los comicios contrastan con la visi¨®n maniquea y apocal¨ªptica sembrada por los amantes de las emociones fuertes. Muchas tragedias de nuestra historia fueron el resultado del contagio a la poblaci¨®n de pasiones y agravios personales de pol¨ªticos irresponsables. Pero la masiva afluencia a las urnas desmiente el pesimismo hist¨®rico de quienes aventuraron -y tal vez estimularon- la p¨¦rdida de confianza de los ciudadanos en el sistema democr¨¢tico.
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