Lejos de la panacea
Los vecinos que tienen paredes antirruido no las creen perfectas
"Algo quita, pero no es como antes", resume Pedro Novillo -de 55 a?os, arquitecto de interiores- para describir el efecto de la pantalla de hormig¨®n de tres metros de alto que protege su casa de la M-30 (avenida de la Ilustraci¨®n). Est¨¢ lejos de ser la panacea contra el ruido, en su opini¨®n.
Antes, cuando no hab¨ªa concluido el cierre de esta autov¨ªa, frente a su jard¨ªn se abr¨ªa una peque?a calle por la que casi nunca pasaban coches, y a partir de las seis de la ma?ana "lo m¨¢s que se o¨ªa era el piar de los p¨¢jaros". "Ahora empieza el runr¨²n, a esa hora, y ya no para", dice Novillo, que vive en la planta baja de un edificio con cuatro alturas m¨¢s en la calle de Fuentemilanos, entre la M-30 a su paso por la avenida de la Ilustraci¨®n y la calle del Cardenal Herrera Oria (tambi¨¦n conocida como carretera de la Playa). En este caso, Obras P¨²blicas coloc¨® las pantallas antes de abrir al tr¨¢fico, en 1992, este tramo de la circunvalaci¨®n.
"Por el lado de la M-30, las pantallas quitan el ruido", admite Juli¨¢n de Miguel, de 58 a?os, el conserje de la finca. "Pero tambi¨¦n hacen de muro sobre el que rebota el ruido de Herrera Oria". "Hay bastante diferencia entre lo que se escucha en una y otra fachada", asegura el dise?ador Gilles Ricart, de 33 a?os, que vive en un d¨²plex de la misma urbanizaci¨®n protegido por una pantalla de cinco metros. "Se oye mucho m¨¢s la carretera de la Playa", destaca, a pesar de que por la M-30 circula un n¨²mero mayor de veh¨ªculos (120.000 al d¨ªa).
Por su parte, los responsables del colegio Estudio-3, (en el kil¨®metro 9 de la N-VI) se muestran bastante satisfechos con el resultado de la suma del asfalto poroso, las ventanas de doble acristalamiento y las pantallas de dos metros de hormig¨®n y tres m¨¢s de metacrilato. En esta escuela de educaci¨®n especial, que funciona junto a la carretera de La Coru?a desde hace 12 a?os y donde estudian 140 ni?os discapacitados, "los ruidos en las clases que dan a la autopista han desaparecido", asegura un responsable del centro.
En su oficina, que no dispone de doble acristalamiento y est¨¢ a menos de diez metros del borde de la autopista, no se oyen los motores. "Antes de que colocasen las pantallas, ya notamos mucha diferencia con el asfalto poroso, y las ventanas con doble cristal ayudaron tambi¨¦n mucho", explica.
'Efectivamente, en esta zona, al caminar junto a la autopista es posible mantener una conversaci¨®n, mientras que en el paseo del Marqu¨¦s de Monistrol, en el oeste de la M-30, donde no hay este tipo de firme, no resulta posible entenderse ni a gritos. "Las pant¨¢llas, desde luego, remataron el proceso, con muy buenos resultados", concluye el directivo del colegio.
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