El Taugr¨¦s ya es campe¨®n en Europa
En el a?o de los modestos, Millera, un base desconocido, clave del ¨¦xito vitoriano
Es el a?o de los modestos, que no es el caso del Taugr¨¦s, convertido al capitalismo no hace demasiado tiempo. Modesto es Jordi Millera, un hombre sin antecedentes, un peque?o base importado de las profundidades de la Liga EBA, contratado a precio de saldo del Vino de Toro, club zamorano por m¨¢s se?as cuyo presupuesto no dar¨ªa para sufragar el salario de cualquiera de las figuras del Taugr¨¦s. Millera, apodado El Chato, emergi¨® de la refriega nadie sabe c¨®mo para conducir al Taugr¨¦s a su primer ¨¦xito continental. Quiz¨¢ porque no sabe si volver¨¢ a tener otra experiencia como esta, quiz¨¢ porque se ha acostumbrado a vivir al borde del abismo (La Liga EBA sigue ah¨ª en su horizonte como amenaza), Millera se rebel¨®. Consecuencia: el Taugr¨¦s ya es campe¨®n en Europa.El aire libre yugoslavo (Olimpia), la experiencia italiana (Benetton), y hora y media de pasi¨®n griega. El Taugr¨¦s ha convivido en tres finales con las escuelas tradicionales del actual baloncesto europeo. La ¨²ltima lecci¨®n no tenia que ser necesariamente la definitiva porque los griegos no acuden a este tipo de actos a exponer lo mejor de su juego. Los griegos transforman una final en una suerte de disputa donde no necesariamente es ¨²til la t¨¦cnica ni guarda un valor esencial la estrategia. Enardecidos tras una afici¨®n con pinturas de guerra, rostros desencajados, mirada de odio y consignas b¨¦licas, los jugadores simulan una especie de avanzadilla dispuesta para el sacrificio. Hay en su actitud un aire fundamentalista. Es cierto, s¨®lo la victoria parece servirles de alivio.
El PAOK, aun sin estar sobrado de recursos, viaj¨® dispuesto para la tarea. Convirti¨® la cancha en un recinto asfixiante, frunci¨® el ce?o, utiliz¨® unos cuantos gladiadores para convertir el uno contra uno en un cara a cara y trat¨® de hacerse con el partido con un par de estratagemas un tanto primitivas, los lanzamientos de Prelevic y un ritmo necesariamente lento. En diez minutos, el Taugr¨¦s interpretaba el papel de v¨ªctima: su defensa era cobarde y su ataque de una espesura insufrible. El Taugr¨¦s no parec¨ªa tener la entereza suficiente para aceptar el tipo de final que le propon¨ªan los griegos.
Un primer balance ofrec¨ªa un diagn¨®stico casi terminal. El PAOK trataba de abrir brecha (29-41 a falta de cinco minutos) y el comportamiento del Taugr¨¦s iba a la deriva: m¨¢s de la mitad de sus tantos se consegu¨ªan a base de tiros libres, el 60% de su marcador era propiedad de Rivas, el ¨²nico de sus jugadores que daba la sensaci¨®n de disputar la final. Rivas, el primer eslab¨®n en la cadena que llev¨® al Taugr¨¦s al ¨¦xito, hizo un doble servicio: desautorizar al americano Garret (100 millones de salario le contemplan), que acab¨® ausente y sin poder estrenar sus estad¨ªsticas. Fue entonces cuando apareci¨® Millera. Y no s¨®lo ¨¦l. Le acompa?aron Cazorla y Carbajosa, todos ellos jugadores sin pedigree. Entre los tres, en acci¨®n desesperada de Comas que no deb¨ªa de haber previsto la ausencia de Perasovic y Nicola, aguantaron el tipo hasta el descanso (44-50). El Taugr¨¦s hab¨ªa encontrado la llave para convertir una escaramuza interminable en un partido de basket.
Y esa clave fue Millera. A su estilo. Sin complejos. En el a?o de los modestos. Millera empez¨® a correr, luego enloqueci¨® tras los balones imposibles, m¨¢s tarde decidi¨® enfrentarse a Prelevic. Millera le dio al Taugr¨¦s justo lo que le faltaba, aliento, sangre, car¨¢cter. Sin car¨¢cter no es posible merecer el respeto de un equipo griego, sea del tama?o que fuere. Millera trabaj¨® en los m¨¢rgenes del partido, en el lugar exacto donde se ganan muchas finales.
Su entusiamo contagi¨® a sus compa?eros. Y eso hizo que despertara Nicola (15 tantos en la reanudaci¨®n por cuatro en la primera parte) o que Perasovic tratara de no empa?ar su buen nombre. El Taugr¨¦s necesitaba rentabilizar lo mejor de su patrimonio. Fue as¨ª como, en tiempo r¨¦cord, apenas cinco, minutos, cambi¨® el rumbo del partido gracias a Millera,
El PAOK qued¨® reducido a Prelevic y varios esforzados. Como es habitual tanta pasi¨®n desbordada termin¨® llev¨¢ndoles a la desesperaci¨®n. Y ah¨ª estaba Millera para robar balones sin control. El Taugr¨¦s puso la proa a la final y no dej¨® escapar esta tercera oportunidad. Ya es campe¨®n en Espa?a y en Europa. Ya tiene palmar¨¦s. Pero en su libro de oro, por favor, un recuerdo para El Chato.
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