El 3-M y el futuro de la izquierda
Todo se hab¨ªa confabulado para que el PSOE se hundiese y la derecha barriera. No ha sido as¨ª. El "amargo" triunfo del PP s¨®lo tiene una explicaci¨®n: los ciudadanos no han querido confiar a un solo partido la direcci¨®n de la Espa?a de fin de siglo, la de la convergencia con Europa, la de la crisis del Estado de bienestar, la del 22% de paro y la precariedad laboral, la de un Estado auton¨®mico a¨²n por profundizar, la de la lucha unitaria contra el terrorismo. Aun cuando hay una primera formaci¨®n, el PP, a la que confiar la tarea de formar un Gobierno estable -y debe hacerlo y ojal¨¢ lo consiga-, lo que se desprende del 3-M es m¨¢s bien un mandato para una determinada pol¨ªtica de concentraci¨®n, de amplios acuerdos, porque Espa?a tiene objetivos que desbordan a un Gobierno.En este contexto, la izquierda maltrecha ha recibido otra vez la confianza de su fiel e inteligente base, que es la que al final entendi¨® de verdad el mensaje. Pero el resultado ha sido, desgraciadamente, desigual para las dos principales fuerzas. IU, en el peor momento del PSOE, ha sido incapaz, una vez m¨¢s, de penetrar en el electorado socialista. En Andaluc¨ªa ha sufrido la derrota de una pol¨ªtica dise?ada a nivel de Espa?a, que se expres¨® con la m¨¢xima claridad all¨ª, consistente en pactar impl¨ªcitamente con la derecha para hacer imposible un Gobierno de la izquierda; una "pinza medi¨¢tica" PP-IU, de agresiva oposici¨®n sin matices al PSOE, aprovechando su descr¨¦dito, coincidiendo en el ritmo de oposici¨®n marcado por la derecha. Es cierto que al PSOE le ha votado gran parte de la izquierda sociol¨®gica sin ninguna convicci¨®n, con desagrado, queriendo que perdiera (aunque por poco), deseando una sanci¨®n que renovase a ese viejo partido, tan contaminado de a?os de poder que han empobrecido sus se?as progresistas y han acabado con cualquier sensibilidad de utop¨ªa. La mayor¨ªa de la izquierda sociol¨®gica no vio, sin embargo, en IU una alternativa real, porque el antisocialismo exhibido por ¨¦sta, su pol¨ªtica dirigida a "doblegar" a Gonz¨¢lez, parec¨ªa m¨¢s una vendetta que una propuesta cr¨ªtica constructiva. La "teor¨ªa de las dos orillas" (IU en una, el resto de partidos en la otra) nada tiene que ver con la percepci¨®n social, y ha terminado por dejar en una orilla, de verdad, a IU, consigui¨¦ndose as¨ª hacer real la teor¨ªa en una triste paradoja.
Hay, adem¨¢s, otras causas ue han aislado y a¨ªslan a IU. Por ejemplo, la obsesi¨®n anti-Maastricht y una pol¨ªtica econ¨®mica que no cuenta con el d¨¦ficit y con que nuestro endeudamiento se lleva ya la quinta parte del Presupuesto del Estado. Hay un hecho al que no puede sustraerse ninguna fuerza responsable, y es que cualquier Gobierno que opte unilateralmente por una pol¨ªtica expansiva de d¨¦ficit sufrir¨¢ inmediatamente el coste de unas altas tasas de inter¨¦s para retribuir los pr¨¦stamos exteriores, porque los mercados anticipan una segura inflaci¨®n o una devaluaci¨®n competitiva. ?ste es, en ¨²ltima instancia, el sentido de los famosos criterios de convergencia de Maastricht, criterios que son pol¨ªticos, no t¨¦cnicos, y que pol¨ªticamente deber¨¢n interpretarse en 1998. Esto es lo que la mayor¨ªa de la direcci¨®n de IU no ha entendido, lo que la ha sacado del terreno de juego y le impedir¨¢ -de no flexibilizarse- cualquier acuerdo de fondo con las dem¨¢s fuerzas parlamentarias en el post 3-M.
A IU le ha afectado tambi¨¦n, en fin, el ¨²ltimo congreso del PCE, transmisor de un enfrentamiento incomprensible con los sindicatos y de una hegemon¨ªa comunista en IU (corroborada en las listas) que se aleja de las se?as de identidad originarias de la coalici¨®n.
Demasiados errores para que no se reflejasen en las urnas. El PSOE fue al final el que fren¨® a la derecha, e IU, tras un constructivo comportamiento de pacificaci¨®n interna., un descomunal esfuerzo de todos sus militantes y la fe de antiguos votantes, no decidi¨®. La situaci¨®n de IU es hoy de menor capacidad de influencia que en la anterior legislatura. Este es el elemento cualitativo que caracteriza el 3-M de IU, porque, aparte el dato aritm¨¦tico, sus pol¨ªticas r¨ªgidas aislacionistas son m¨¢s inadecuadas que nunca en un periodo que exigir¨¢ grandes acuerdos de Estado.
Pero el decepcionante resultado de las elecciones generales, que constata el notable retroceso de IU desde las europeas, no destruye un hecho incontrovertible: mantiene 2.700.000 votantes y 21 diputados. Su aportaci¨®n puede y debe ser a¨²n muy importante a una estrategia futura de la izquierda que se proponga arrebatar el Gobierno a la derecha si ayuda a crear un amplio polo progresista, en una acci¨®n de di¨¢logo y cooperaci¨®n (por este orden), con un PSOE renovado al que no le deslumbren unos resultados s¨®lo explicables por los errores del competidor.
Ambos partidos de la izquierda deben reflexionar mucho a partir de ahora. El PSOE no ha sido exonerado, y har¨ªa mal en volver a sus tesis de la casa com¨²n. Por lo que respecta a IU, es claro que el debate sobre las causas de los insatisfactorios resultados y el necesario cambio en la l¨ªnea pol¨ªtica seguida, as¨ª como la asunci¨®n de las correspondientes responsabilidades, son exigencias del momento si se quiere pintar algo en el futuro de nuestro pa¨ªs; porque, en una democracia, los partidos y sus dirigentes son juzgados por los votos de los ciudadanos.
No es por eso muy alentador que el coordinador general de IU diga, al d¨ªa siguiente del fracaso electoral, tras reunirse con la direcci¨®n del PCE, que, si se cambia la l¨ªnea pol¨ªtica, se le cambia a ¨¦l. No es precisamente una forma de animar al debate. Pero IU necesita un debate de fondo -y lo tendr¨¢- sobre una l¨ªnea pol¨ªtica que ha demostrado ser negativa en el pasado y que, sobre todo, es inmantenible para un futuro en el que la influencia de cada grupo pol¨ªtico se medir¨¢ por su capacidad de llegar a amplios acuerdos sobre la construcci¨®n europea, el empleo, la protecci¨®n social o el sistema tributario. La pol¨ªtica dominante hasta ahora en IU significa -admit¨¢moslo- no tener casi interlocuci¨®n sobre esas grandes cuestiones.
IU, en suma, requiere ante todo la discusi¨®n sincera y abierta sobre las pol¨ªticas desarrolladas; despu¨¦s, la rectificaci¨®n de los errores estrat¨¦gicos o t¨¢cticos, y, por ¨²ltimo, y en funci¨®n de lo anterior, una nueva direcci¨®n que se identifique con la nueva pol¨ªtica. IU tiene un futuro en la izquierda si aprende de sus equivocaciones, si oye el veredicto de las urnas, si entiende las exigencias de la actual coyuntura, tan alejada de dogmas o empecinamientos r¨ªgidos. No es dram¨¢tico reconocer lo que se ha hecho mal. Lo tr¨¢gico es hacer lo contrario, entre otras cosas porque es rigurosamente in¨²til.
es miembro de la Diputaci¨®n Permanente del Congreso de los Diputados y de la presidencia de Izquierda Unida.
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