Beethoven 'versus' Newton
El Concierto de viol¨ªn en re de Ludwig van Beethoven, opus 61, est¨¢ ah¨ª, en la historia de la m¨²sica, como una torre visible desde cualquier distancia y direcci¨®n. Conviene un sencillo ejercicio doble: escucharlo y leerlo a la vez. Para seguir una audici¨®n de esta obra con la partitura bastan unos rudimentos intuitivos de solfeo (m¨¢s arriba, m¨¢s agudo; m¨¢s blanco, m¨¢s largo). Lo primero que se percibe es un claro contraste entre lo que se oye y lo que se ve. Por el o¨ªdo entra todo un mundo de serena belleza y espiritualidad luminosa: es una grandiosidad. Pero ante la vista desfilan elementos muy simples, dibujos mel¨®dicos y r¨ªtmicos casi geom¨¦tricos, escalas crom¨¢ticas, acordes arpegiados en s¨¦ptima, largos trinos, octavas... Se dir¨ªa incluso que se trata de estudios de mecanismos para dedos y golpes de arco. Ni una f¨®rmula virtuos¨ªstica. Es la grandeza: lo extenso y complejo es inteligible porque se comprime en lo breve y lo simple. ?D¨®nde he visto antes la grandeza de una grandiosidad?Este tipo de grandeza, la de la comprensi¨®n por compresi¨®n, no es obligatoria en m¨²sica. No ocurre, por ejemplo, en el concierto de viol¨ªn de Brahms (enorme, pero de complejidades poco reducibles). Ni siquiera ocurre con los ¨ªntimos cuartetos o las densas sonatas de piano del propio Beethoven. En ciencia, sin embargo, este tipo de inteligibilidad es, como m¨ªnimo, prioritaria. Ocurre con las leyes de la mec¨¢nica de Newton, cuya grandeza est¨¢ en comprimir grandiosidades tan dispares como el movimiento de un planeta o el vuelo de un insecto. Estas leyes son a¨²n, para muchos, la referencia central de la ciencia moderna. Muchas otras disciplinas se construyen sumando, combinando, simulando o emulando tales fundamentos. Digamos que este tipo de inteligibilidad es, en ciencia, una exigencia, y en arte, una opci¨®n: por ejemplo, la de Beethoven en este concierto. ?Por qu¨¦?
El Concierto de viol¨ªn de Beethoven es una investigaci¨®n cient¨ªfica sobre la inteligibilidad del instrumento. ?C¨®mo saber, de una vez por todas, cu¨¢l es la eficacia de un viol¨ªn? El primer tiempo, el Allegro ma non troppo, lleva el peso de la prueba. El viol¨ªn no se pelea contra la orquesta, sino que requiere su colaboraci¨®n, pregunta, contrasta, duda, confirma, dialoga, busca... y encuentra. En el segundo tiempo, el Larghetto, se aplican los resultados con emoci¨®n contenida. Un tema, bell¨ªsimo, se mueve, oscila, evoluciona, acepta nuevas ideas frescas y, de repente... se hace la luz. La belleza es casi insoportable. ?Funciona! El cient¨ªfico que ha vivido esta clase de j¨²bilo reconoce tambi¨¦n el tipo de inquietud que le sigue inmediatamente despu¨¦s. ?Y ahora qu¨¦ hago? ?C¨®mo convencer a los dem¨¢s de esta trascendencia? ?Hay tantas aplicaciones posibles! ?Y si resulta que es incluso m¨¢s universal de lo que parece? ?Queda tanto por hacer! ?Y si no es tan trascendente? ?Y si no lo es nada? Es el momento justo de valorar la conquista, de la autocr¨ªtica, la hora de desdramatizar, de recurrir a una m¨ªnima dosis de humor. Es el Rond¨®, el movimiento final. El viol¨ªn y la orquesta juegan el uno con el otro, y la tensi¨®n se esfuma: se insin¨²a una cierta continuaci¨®n, pero el viol¨ªn da un quiebro y, en lugar de ceder la palabra a la orquesta, la retoma, sin permiso aparente, en un registro m¨¢s agudo... El cerebro acepta gozoso el reto de ahora predecir, ahora sorprenderse. No vayamos a olvidar que cualquier verdad tiene un l¨ªmite y una vigencia.
La obra divide hondamente la historia de la m¨²sica en dos. Preguntemos a los violinistas, a los compositores, a los mel¨®manos. Alguien ten¨ªa que escribir los fundamentos de la mec¨¢nica, alguien ten¨ªa que escribir este concierto.
es director del Museo de la Ciencia de la Fundaci¨®n La Caixa.
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