?Pero existi¨®?
El fil¨®sofo Norbert Bilbeny ha escrito un libro serio y muy instructivo que tiene como objeto intelectual una inexistencia. La ciudadan¨ªa europea. es el objeto, la inexistencia. El mismo autor lo reconoce. Sus p¨¢ginas tienen, en este sentido, la virtud de estar exentas de cualquier voluntarismo. E incluyen la radicalidad del que no piensa s¨®lo que esa ciudadan¨ªa tiene que existir, sino que est¨¢ obligada a existir. El libro se llama Europa despu¨¦s de Sarajevo y acaba de publicarlo Destino. Obviamente, Sarajevo se alza como el referente simb¨®lico de las dificultades de la construcci¨®n de, Europa, de la inevitabilidad de la construcci¨®n de Europa. Esa ciudad y su tragedia abren y cierra una ¨¦poca. No es que no pueda pensarse en Europa sin pensar en Sarajevo; es que ning¨²n europeo puede pensar sin incluir la cl¨¢usula pol¨ªtica y moral de Sarajevo. Para una cierta generaci¨®n, Sarajevo es nuestro Auschwitz: a la vez la certidumbre y la accesibilidad de la representaci¨®n del mal.Sin embargo, es un error, un peligroso error, la l¨ªrica que empasta muchos discursos sobre la ciudad martirizada y que tiende a representar sus d¨ªas antes del asedio como una suerte de ed¨¦n inter¨¦tnico, multicultural, multirreligioso, como una ciudad, en fin, que vio cumplido el sue?o de la ciudadan¨ªa: esto es, el de instalarse en cualquier esquina sin que nadie pregunte qui¨¦n eres ni casi ad¨®nde vas. Por fortuna, el libro de Bilbeny est¨¢ a salvo de cualquier l¨ªrica boy scout. Pero lo cierto es que ni en ese libro -bueno, insisto- ni en la mayor¨ªa de la literatura que el asunto ha producido se insiste en un dato duro y esencial: esto es, que la ciudad mod¨¦lica vivi¨® sus ¨²ltimas d¨¦cadas bajo la tiran¨ªa; que el ed¨¦n brill¨® ce?ido a un cintur¨®n de hierro. Y a¨²n m¨¢s: tal vez ese ed¨¦n no existi¨® nunca; tal vez s¨®lo la amarga po¨¦tica del asedio ha sido capaz luego de dotarle de rostro y de sentido. Perfectamente emotivos. Perfectamente falsos.
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