La 'leyenda Villeneuve'
El carisma y la calidad del hijo de Gilles le convierten en el nuevo ¨ªdolo de la f¨®rmula 1
La f¨®rmula 1 tiene necesidad de mitos, de pilotos que escapen de lo cotidiano, de campeones que no tengan la frialdad de Michael Schumacher, un tipo t¨¦cnicamente perfecto pero que no cala entre unos aficionados m¨¢s propensos a abrazar a conductores de sangre caliente. Ha habido pilotos como el brit¨¢nico Nigel Mansell, que sin ser latino cuaj¨® entre la multitud que rodea al gran circo. 0 como el brasile?o Ayrton Senna o Gilles Villeneuve. Ten¨ªan don de gentes. Murieron ambos con las manos en el volante cuando parec¨ªan inmortales por su halo de divinidad. Y en este contexto debe entenderse el fen¨®meno Jacques Villeneuve, hijo precisamente de Gilles.?C¨®mo es posible que un debutante en la f¨®rmula 1 acabe segundo en la primera carrera del campeonato despu¨¦s de haber mandado durante casi toda la carrera y verse superado s¨®lo por su compa?ero de equipo [Damon Hill] a falta de cinco vueltas para el final y a causa de un problema en el motor de su Williams? Jacques lo consigui¨® en Melbourne. El canadiense ha entrado por la puerta grande.
Hay incluso quien se cuestiona por qu¨¦ se ha pagado tanto dinero a Schumacher cuando Fiat tiene que hacer esfuerzos en el mercado mundial, y apoya as¨ª el derroche de Ferrari. Frank Williams, taca?o donde los haya -cuentan que prefiere contar las libras antes que los t¨ªtulos-, no ha querido un piloto estrella, sino que se ha conformado con un valor seguro [Hill] y ha apostado por la juventud, las ganas, el talento y el apellido Villeneuve. Williams ha preferido destinar algo m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares a la formaci¨®n de un piloto, como es el caso de Villeneuve, a pagar cifras astron¨®micas por una estrella.
Villeneuve, de 24 a?os, es inteligente, jovial, amable y simp¨¢tico, y se muestra siempre dispuesto al di¨¢logo. Es el vivo retrato, vivo de su padre. Jacques, que se meti¨® en el automovilismo deportivo a los 15 a?os -su t¨ªo Jacques le hizo probar un Lamborghini-, se desplaza por, el paddock con unos patines y lleva unas gafas que le confieren cierto aire de intelectual. Su indumentaria informal contrasta con el boato de pilotos como Schumacher. Villeneuve inspira cari?o. Los aficionados recuerdan a¨²n su mirada de adolescente con los ojos llenos de l¨¢grimas, que empa?aban el casco, por culpa de la p¨¦rdida de aceite en un motor que le impidi¨® entrar en la F-1 como ganador desde el primer d¨ªa.
Antes de llegar hasta el podio de Melbourne, Villeneuve hab¨ªa pilotado durante 14.000 kil¨®metros en entrenamientos privados. La distancia recorrida por el canadiense desde que en el mes de agosto se subi¨® por primera vez a un. Williams es equivalente a casi 50 veces la distancia de un Gran Premio. Y ah¨ª radic¨® parte de su ¨¦xito. Jacques, que ten¨ªa 11 a?os cuando su padre muri¨® en el circuito de Zolder el 8 de mayo de 1982 -¨¦l y su madre, Joanna, se encontraban en M¨®naco, lugar de residencia de la familia, celebrando la primera comuni¨®n de su hermana Melanie-, acostumbraba a acompa?ar a Gilles en los circuitos.
Les gustaba dormir en un cami¨®n vivienda. Y si la carrera deportiva de Gilles estuvo marcada por accidentes espectaculares y una conducci¨®n generosa, el inicio, de la carrera de Jacques en Italia dej¨® el mismo sello: carro cer¨ªas destrozadas. En 1989 ya debut¨®, al volante de un mono plaza en la F-3 italiana. No era la primera vez que se sentaba en un monoplaza, ya que en Canad¨¢ aprendi¨® a conducir en una es cuela de monoplazas, a espaldas de su madre y ayudado siempre por su t¨ªo, aunque para poder costearse los gastos tuvo que trabajar como mec¨¢nico.
Fue una ¨¦poca de no muy agradable recuerdo. Un hecho marc¨® entonces su carrera. Le sent¨® muy mal quedarse fuera. de la parrilla en el Gran Premio de M¨®naco de F-3 en 1989. ?l y Damon Hill, hijos de ilustres pilotos, no hicieron m¨¦ritos para correr y, en contrapartida, provocaron comentarios duros de la prensa italiana.
Jacque s aguant¨® dos a?os m¨¢s y luego- se fue a Jap¨®n, a disputar el campeonato de F-3 en el mismo equipo con el que ha arrasado Mart¨ªnez de la Rosa. Fueron unos meses felices aquellos de 1992: ten¨ªa un apartamento en Tokio y cobraba 16 millones de pesetas.
El tabaquero Player's le propuso en Canad¨¢ un programa de tres a?os que comenzaba con la f¨®rmula Atlantic (1993), al tiempo que disputaba largas sesiones de entrenamiento al volante de un Lola de la f¨®rmula Indy americana. En 1994 corri¨® toda la temporada americana y fue el mejor debutante del a?o. Qued¨® segundo en las 500 millas de Indian¨¢polis -el mejor resultado de un debutante a pesar de conducir un coche de 1992- y gan¨® su primera carrera en la f¨®rmula Indy, campeonato que ganar¨ªa el a?o pasado, cuando tambi¨¦n se impuso en las 500 millas. Fue entonces cuando a Bernie Ecclestone le asalt¨® la idea de robar el ¨ªdolo a la afici¨®n americana y traz¨® un plan que no le pod¨ªa haber salido mejor.
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