Hijos de la esperanza
Nacieron hace 20 a?os. 0 un poco antes, o un poco despu¨¦s. Fueron los hijos de una generaci¨®n criminalmente masacrada por militares y paramilitares. El pr¨®ximo domingo 24 har¨¢ 20 a?os de que los asesinos dieran ,el golpe de Estado para hacer "institucionalmente" lo que hab¨ªan empezado con siglas siniestras como la Triple A. Fue en Argentina. Algo parecido ocurri¨® en otros pa¨ªses de la regi¨®n. En ninguno fue tan atroz.Nacieron hace 20 a?os. Sus padres los concibieron para salvar el futuro. Para afirmar la vida y vencer la muerte cada d¨ªa. Fueron sus mejores armas. Una ardiente impaciencia y una generosidad sin otro l¨ªmite que su propia vida les convirti¨® en asesinados, desaparecidos, encarcelados, exiliados. Pero sus hijos crecieron. En Argentina, o en el pa¨ªs que acogi¨® a sus padre, parientes, y luego en el desexilio del retorno.
La democracia primero dijo "nunca m¨¢s". Es un m¨¦rito hist¨®rico de Ra¨²l Alfons¨ªn, Julio Strassera, Ernesto S¨¢bato y tantos otros -v¨ªctimas, testigos, investigadores, publicistas- que tuvieron el coraje de denunciar, desarmados, a los que continuaban armados. Devolvieron la dignidad a un pueblo e hicieron que se pudiera olvidar el silencio c¨®mplice de los a?os negros. Se inici¨® la justicia.
Las muertes adquir¨ªan sentido, los exilios se justificaban, los nacidos hace 20 a?os no eran hijos del absurdo, sino de la esperanza. Luego cay¨® la losa del Punto Final. Del silencio nuevamente, del olvido culpable. El pasado no ten¨ªa sentido, la tragedia vivida resultaba incomprensible. Todo val¨ªa, nada tiene valor. La cultura del cambalache. A los hijos de la esperanza se les arrebataba la raz¨®n de esperar. Se les robaba su pasado y tambi¨¦n su futuro.
El silencio y el olvido es un insulto a las v¨ªctimas del pasado y una afrenta a los supervivientes. Es, sobre todo, un nuevo crimen contra los que nacieron hace 20 a?os. Veinte a?os es mucho m¨¢s que nada. Es una generaci¨®n. Tener 20 a?os es `tener derecho a una vida con sentido, a una oportunidad para construir su futuro. Y por ello hace falta la memoria sin perd¨®n. No es venganza. Es fidelidad a los que los concibieron para que fuera posible el "nunca m¨¢s".
Jordi Borja es urbanista.
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