Lucha de planos
La reforma de la plaza m¨¢s degradada de Centro re¨²ne la propuesta est¨¦tica de los t¨¦cnicos y la pr¨¢ctica de los vecinos
Los t¨¦cnicos municipales llegaron con un elegante plan para la remodelaci¨®n de la plaza de Santa Mar¨ªa Soledad Torres Acosta, en el distrito de Centro, basado en la est¨¦tica, la teor¨ªa y la ciencia. Los vecinos dijeron "?alto ah¨ª!" y propusieron otro plan, pensado para algo bien distinto: la necesidad de vivir ah¨ª y por la experiencia de muchos a?os de contemplar una de las plazas m¨¢s degradadas de Madrid. Finalmente, t¨¦cnicos y vecinos llegaron a un acuerdo el viernes: la plaza -empezar¨¢ a levantarse en abril con un presupuesto de 45 millones- ser¨¢ una mezcla entre lo que se dibuja en un papel y las necesidades fruto de pase¨¢rsela todos los d¨ªas.El debate entre los vecinos de Aveco (Asociaci¨®n de Vecinos y Comerciantes de Centro) y los t¨¦cnicos baj¨® a los detalles. Por ejemplo, el proyecto municipal colocaba los bancos al lado de la calle. Algo normal y previsible. Los vecinos, en un plano elaborado por ellos mismos -hay delineantes y arquitectos entre los miembros de la asociaci¨®n-, los pon¨ªan en el interior de la plaza, un tanto ocultos. La raz¨®n: que las prostitutas que frecuentan la zona no los utilicen para exhibirse, "ni los cuentapolvos anden por ah¨ª todo el tiempo", seg¨²n cuenta un vecino. La voz cuentapolvos la emplean en el barrio para referirse a los mirones que rondan la zona. Al final, los bancos se van a poner donde quieren los vecinos. Uno a cero a favor de la pr¨¢ctica.
Segundo aspecto: la petanca. El plan municipal propon¨ªa dos pistas de arena para la pr¨¢ctica de este deporte. Los miembros de Aveco no hab¨ªan puesto ninguna. "Es que aqu¨ª no conocemos a nadie que juegue petanca", explica Javier Gonz¨¢lez, miembro de esta asociaci¨®n. En cualquier caso, los vecinos han aceptado las dos pistas a condici¨®n de que no se instalen en el centro de la plaza. "Adem¨¢s", prosigue el vecino, "nos han dicho que si nadie las utiliza se pueden tapar por muy poco dinero". Uno a uno.
Tercer punto: la cancha de baloncesto. Los vecinos dibujaron una verdadera pista de baloncesto, rodeada de una valla, y con dos canastas. Alrededor de la plaza, situada en la espalda de la Gran V¨ªa, no hay muchos sitios para el deporte, y los habitantes de la zona creen que la cancha es una buena idea para organizar campeonatos. Los t¨¦cnicos municipales opusieron, seg¨²n cuentan los vecinos, razones est¨¦ticas. Un verdadero campo de baloncesto en medio de la plaza era una patada en la yugular del entorno. Aquello iba a parecer el barrio neoyorquino de Harlem. Los vecinos de la zona asintieron. Uno a dos a favor de los urbanistas.
Cuarto asalto: cagadero canino. El del plan municipal era mucho m¨¢s peque?o que el de los vecinos. Aqu¨ª no cedieron los abor¨ªgenes, porque saben que hay mucha gente con perro en la zona. Otra vez empate.
Quinto asunto: los soportales son lugar de consumo y tr¨¢fico de droga desde hace a?os. Los vecinos idearon un sistema para cerrarlos, por medi de alargar la zona para perros. Los arquitectos estuvieron de acuerdo. Tres a dos.
Sexta cuesti¨®n: la grada y la encina. Los habituales del lugar proyectaron que tanto las escaleras interiores de la plaza como el escueto jard¨ªn mugriento y la encina solitaria desaparecieran para dejar paso a una especie de escenario. Los t¨¦cnicos municipales piensan que es mejor dejar el ¨¢rbol. Pero nivelar¨¢n el terreno que rodea la encina para que ¨¦ste sea utilizable. Empate final.
(Aunque el equipo local guarda un as en la manga: "La encina est¨¢ casi seca, je, je", advierte un vecino).
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