?frica olvidada
EL MUNDO recuerda al fin a ?frica. El continente olvidado tras la ola de democratizaci¨®n y desarrollo que ha saludado -o ratificado- la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, extendi¨¦ndose del Asia continental e insular a buena parte de la Am¨¦rica Latina, va a recibir una atenci¨®n prioritaria de la ONU. Un documento hecho p¨²blico el viernes pasado se plantea el reto del desarrollo de ?frica, el continente negro, que amenaza con convertirse en una inmensa bolsa de miseria al margen de toda din¨¢mica de desarrollo.El secretario general de la organizaci¨®n mundial, Butros Butros-Gali, ha propuesto que en los pr¨®ximos 10 a?os se reorienten todos los fondos de ayuda al desarrollo previstos para el continente africano, unos 25.000 millones de d¨®lares, en dos direcciones principales: la educaci¨®n y la salud.. No se trata de crear un nuevo fondo especial ni de pedir a los pa¨ªses desarrollados que hagan un esfuerzo suplementario en tiempos de presunta crisis, sino de evitar la dispersi¨®n de la ayuda y concentrarla en elevar el nivel de educaci¨®n, formaci¨®n profesional y salud del superpoblado mundo subsahariano.
Con todo, no es cierta la creencia de que toda ?frica est¨¢ sumida en un estancamiento inevitable. Al menos una docena de pa¨ªses del continente negro, sobre todo en el ?frica occidental, tiene altas tasas de crecimiento, y las expectativas de desarrollo de ?frica del Sur, librada del apartheid, son hoy excelentes. Pero el desarrollo se ve gravado por un servicio de la deuda exterior punitivo, una escasez de cuadros end¨¦mica y unos reg¨ªmenes que, lejos de la democratizaci¨®n real, se dedican a montar farsas participativas con el ¨²nico fin de seguir recibiendo cierta ayuda exterior.
Una Europa, y en general un mundo occidental, que se preocupa crecientemente de la competencia comercial de los drag7ones asi¨¢ticos, que se propone integrar en una esfera de prosperidad y democracia a las naciones del este de Europa, y que incluye entre sus intereses el desarrollo de una Am¨¦rica Latina que concibe como futura asociada de primera magnitud,, no puede permitirse olvidar el ?frica negra. Porque ser¨ªa una injusticia. Pero tambi¨¦n una inmensa insensatez.
Si vivimos en un solo mundo, integrado como nunca anteriormente por las comunicaciones, de forma tal que todo el mundo sabe lo que hace todo el mundo en tiempo francamente real, la debilidad de permitir que una parte demogr¨¢ficamente explosiva de la humanidad se rezague irreparablemente, al tiempo que contempla con frustraci¨®n y c¨®lera c¨®mo se dispara la riqueza de los privilegiados, fraguar¨ªa un pozo de: venganza y peligrosa miseria. No hablamos s¨®lo de inmigraci¨®n no deseada al mundo del bienestar, sino de mercados, de intereses comunes, de fuentes alternativas de producci¨®n que puedan jugar un papel para equilibrar las relaciones de Europa con las, econom¨ªas en desarrollo acelerado de Extremo Oriente.
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