Un hombre cumple 12 d¨ªas en huelga de hambre ante Iberia y desata la solidaridad del barrio
Ignacio Ruiz Iribarne, de 37 a?os, ha pasado a ser parte del paisaje de la manzana de Vel¨¢zquez, 122, sede de la compa?¨ªa Iberia. Son ya 12 d¨ªas de ayuno y acampada para conseguir trabajo todo el a?o. Aunque su mirada. parece doblegada, su cara se arruga sobre el anorak y las piernas le flaquean, su discurso es demoledor: "Si ellos no toman una decisi¨®n, me van a tener que enterrar". Su tozudez se ha cobrado. testimonios continuos de solidaridad callejera.
Cualquier mujer de rostro cuidadosamente maquillado puede lanzarle un coloquial "?c¨®mo lo llevas?" a la hora del desayuno para apostillar: "Vamos a tener que apuntalarte" Y Tom¨¢s, el perro inquieto de una voluminosa vecina del barrio de Salamanca, puede detenerse a olisquear sus sobadas zapatillas.Ignacio pasa la mitad del a?o abasteciendo y descargando aviones en el aeropuerto de Ibiza contratado por Iberia por 120.000 pesetas al mes. Lejos de su esposa y sus dos cr¨ªos que se quedan en su casa de Zaragoza. Los otros seis meses s¨®lo cobra las 48.000 pesetas de subsidio. As¨ª desde hace 12 a?os, en su condici¨®n de "fijo discontinuo".
Cuenta que lo ha intentado todo con la empresa. "Me contestaban: 'A ver si el a?o que viene lo arreglamos...". Hasta que en 1989 uno de sus hijos enferm¨® y eso le crisp¨® a¨²n m¨¢s. Su esposa s¨®lo consigue trabajos espor¨¢dicos. As¨ª que hace casi un mes se plant¨® en la acera, ante el edificio de acero y cristal de la compa?¨ªa. "No me dejaban entrar a mear al edificio, hasta que unos compa?eros armaron un foll¨®n...". Fue cuando los del sindicato Comisi¨®n de Trabajadores de Aviaci¨®n (CTA) se fijaron en ¨¦l. Y poco a poco todo el barrio.
El huelguista asegura que ha tenido una sola reuni¨®n con el jefe de personal. "Me dijo que no pod¨ªa hacer nada, porque hab¨ªa m¨¢s compa?eros en mi situaci¨®n". EL PA?S no pudo hablar con la compa?¨ªa.
Ignacio aprovecha el sol matinal para reconfortarse, sentado en -un banco. Es mi¨¦rcoles, comienza su noveno d¨ªa de abstinencia, su pelo est¨¢ revuelto y la barba que se le apunta contribuye a su aspecto de vagabundo. "No he querido ducharme, aunque me molesta, para que vean c¨®mo me estoy deteriorando", explica.
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