El Atl¨¦tico contesta a los derrotistas
El grupo de Antic golea con contundencia al Rayo y refuerza su liderato
El Atl¨¦tico contest¨® a los incr¨¦dulos con un golpe de autoridad. Cuando todos le supon¨ªan vencido, vulnerable hasta por el escudo, el campe¨®n de invierno dio una lecci¨®n de solidez. Y puso de nuevo la, Liga a sus pies. Gole¨® con contundencia al Rayo y se quit¨® de encima a los que pon¨ªan en entredicho su liderato. Mand¨® de viaje la presi¨®n y respondi¨® a los derrotistas con un corte de mangas. Su rival m¨¢s cercano vuelve a estar a ocho puntos. Y a la Liga ya s¨®lo le quedan nueve jornadas de vida.El grupo de Antic llegaba a Vallecas con todas las alarmas encendidas. Una inmensa nube de derrotismo se hab¨ªa posado sobre su liderato, al que incluso se le hab¨ªa puesto fecha de caducidad. De pronto, nadie cre¨ªa en el Atl¨¦tico. Ni sus perseguidores. Ni sus propios seguidores, aprensivos por definici¨®n, que empezaban a agarrarse al pasado ceniciento de esta instituci¨®n para ponerse en lo peor. Todas las cuentas por el t¨ªtulo, pese a los seis puntos de ventaja que ense?aba la tabla, le perjudicaban. El Atl¨¦tico llegaba solo a Vallecas, sin m¨¢s compa?¨ªa que la confianza en s¨ª mismo.
El equipo contest¨® a todas las dudas externas con un pu?etazo encima de la mesa. Se reforz¨® en sus convicciones y se anunci¨® de nuevo como un l¨ªder solvente. El Atl¨¦tico ha perdido l¨ªrica, no hay duda, pero ni un gramo de autoestima. Cosido a ella pas¨® por encima de las premoniciones pesimistas y volvi¨® al terreno del orden, la casta y el oficio. Recuper¨® el rango y se fabric¨® un triunfo de inestimable valor en su asalto al t¨ªtulo.
Se present¨® el Atl¨¦tico por Vallecas con la actitud de costumbre. Partiendo de un escrupuloso orden posicional y disparando el ritmo de juego. Antic llev¨® la defensa hasta la l¨ªnea central; le entreg¨® a Molina la cobertura de un tercio del campo y mand¨® arriba al resto del grupo para presionar con fiereza al adversario desde su salida. Asumi¨® riesgos, en suma, un s¨ªntoma claro de que no estaba demasiado influido por el catastrofismo ambiental. El Atl¨¦tico segu¨ªa creyendo en s¨ª mismo.
Con todo, el Rayo, que ven¨ªa rebosante de entusiasmo despu¨¦s de tres victorias consecutivas, le puso en. problemas durante 20 minutos. Acept¨® el anfitri¨®n la sobrecarga de revoluciones y trat¨® de doblar al Atl¨¦tico a base de pelotazos largos. Por ah¨ª, oblig¨® a un ejercicio de m¨¢xima actividad a la maquinaria defensiva de Antic. Que estaba engrasada: Molina control¨® con autoridad su tercio del campo; la l¨ªnea del fondo se mostr¨® el¨¦ctrica en el despliegue y en el repliegue, y la presi¨®n consigui¨® incomodar la salida del rival. Al campe¨®n de invierno, eso s¨ª, le pudo salir caro su ¨²nico despiste. All¨¢ por el minuto 10: On¨¦simo le envi¨® un obsequio a Barla, que, solo en las mismas narices de Molina, remat¨® fuera. El Rayo consumi¨® en ese momento su munici¨®n. Ya no volvi¨® a abrir m¨¢s fuego.
El partido tuvo un nacimiento muy vivo. Con un juego directo por las dos partes. Sin toque, faceta que ambos despreciaron de salida, y con mucho bal¨®n profundo. Fueron 20 minutos, los iniciales, algo confusos y alocados, pero intens¨ªsimos. Vibrantes. Agrandados por la tensi¨®n clasificatoria.
El combate se iba sobre todo hacia lo pasional. Y por ese lado, un par de hombres cobraron especial protagonismo. L¨®pez, expeditivo en el corte, y Simeone, metido en su salsa. No fue extra?o que en un gesto pele¨®n de los suyos, a la salida de uno de esos saques de banda en los que Antic encuentra petr¨®leo, se desequilibrara el partido. El argentino desenfund¨® su pierna antes de que la defensa del Rayo acertara a despejar una pelota inocente y le regal¨® un bal¨®n muerto a Biaggini. Para el 0-1.
El gol descubri¨® otro partido. M¨¢s urbanizado. El Atl¨¦tico disminuy¨® la velocidad. Empez¨® a incorporar el toque a su estrategia a tomarse como treguas algunas posesiones y a martirizar al Rayo al contragolpe. Los rojiblancos, incluso, se concedieron alg¨²n que otro lujo. Muchos los firm¨® Caminero, el personaje m¨¢s zarandeado por Gil tras los ¨²ltimos tropiezos. Los de Vallecas se salieron del partido poco a poco, incapaces de construir juego efectivo. Ni siquiera acertaban a conectar con On¨¦simo, su salida de emergencia.
El Rayo insisti¨® con voluntad, pero el partido estaba candado desde el 0-1. El Atl¨¦tico lo supo manejar desde entonces con oficio. Firme en defensa, pr¨¢ctico con la pelota en los pies y veloc¨ªsimo, aunque algo incontrolado, al contragolpe. As¨ª, acab¨® superando el d¨ªa en el que todo el mundo le pon¨ªa a prueba con un resultado contundente. Su liderato a¨²n goza de buena salud. Pese a los derrotistas.
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