Un n¨²cleo pol¨ªtico europeo: Espa?a-Francia-Alemania
La Europa pol¨ªtica se estanca. Y para la mayor¨ªa de los europeos, unas profundas dudas se abren paso sobre su finalidad, sus medios y finalmente su justificaci¨®n. En el transcurso de los ¨²ltimos meses, en efecto, ning¨²n acuerdo seno ha podido ser conseguido. Ni siquiera en ¨¢mbitos m¨ªnimos -tales como la preferencia comunitaria para la producci¨®n y la adquisici¨®n de materiales europeos o como la cooperaci¨®n contra el terrorismo- parece existir una uni¨®n.Peor: por falta de acuerdo significativo en pol¨ªtica exterior com¨²n, la Uni¨®n Europea, frente a los grandes acontecimientos internacionales, se muestra o ausente (el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo) o impotente (la tragedia en Bosnia). M¨¢s grave a¨²n, en los problemas esenciales -la disminuci¨®n de la natalidad de Europa, el papel que le corresponde en el mundo con respecto a Rusia, a Estados Unidos, a la efervescencia en el Mediterr¨¢neo; la lista no es exhaustiva-, Europa no ha sabido ni definir ni aplicar una pol¨ªtica digna de este nombre. Es el inter¨¦s de Estados Unidos y de las potencias comerciales de Asia, no el nuestro.
Y en cuanto a las instituciones pol¨ªticas mismas, la opini¨®n p¨²blica ni se expresa ni se reconoce en ellas. Surge la duda acerca de Europa. La Europa pol¨ªtica est¨¢ de nuevo por hacer. Las causas del fracaso de la Europa pol¨ªtica son evidentes. Radican en el hecho de que la ampliaci¨®n de la Comunidad Europea se inici¨® sin que fuesen sentadas las bases de la uni¨®n pol¨ªtica. Esta uni¨®n pol¨ªtica -siendo Europa m¨²ltiple- s¨®lo puede realizarse teniendo como base el mismo proceso de integraci¨®n que el seguido en su tiempo por los diversos Estados europeos: una integraci¨®n a partir de un n¨²cleo duro. Fue Prusia para Alemania, Castilla para Espa?a, Ile de France para Francia, Piamonte para Italia.
Queda por hacer la elecci¨®n de los pa¨ªses que deben componer el n¨²cleo europeo. Este ¨²ltimo debe estar compuesto tanto por pa¨ªses deseosos de una uni¨®n pol¨ªtica como de ser reflejo de Europa. Actualmente, ni el Reino Unido ni Italia parecen querer o poder sentar las bases de la Europa pol¨ªtica. En cuanto a la f¨®rmula propuesta por la CDU alemana (Francia-Alemania-Benelux) parece modesta -la Europa pol¨ªtica no se har¨¢ s¨®lo sobre simples criterios monetarios- y no tener en cuenta realidades ni pol¨ªticas ni geopol¨ªticas. Un n¨²cleo duro as¨ª ignora al mundo mediterr¨¢neo -hoy agitado- o, peor, parece querer oponer una Europa germ¨¢nica a una Europa latina. No es en el desconocimiento de su geograf¨ªa donde Europa encontrar¨¢ los caminos que le ser¨¢n provechosos. Los tres ¨²nicos pa¨ªses que hoy parecen poder constituirlo son Alemania, Francia y Espa?a. No tiene nada de ut¨®pico dar a la Europa pol¨ªtica tal base geogr¨¢fica. Desde Gibraltar hasta el mar B¨¢ltico, este n¨²cleo forma una continuidad territorial, tiene empadronados a 180 millones de habitantes, representa el pluralismo europeo en sus componentes germ¨¢nicos y latinos. Con Espa?a y Francia, de una proyecci¨®n privilegiada en el mundo -Am¨¦rica Latina, Mediterr¨¢neo, ?frica-, el n¨²cleo europeo es ya en s¨ª una gran potencia mundial.
Con un considerable potencial de desarrollo, Espa?a y Francia compensan en muchos aspectos sus inferioridades demogr¨¢ficas y econ¨®micas actuales frente a Alemania. Miembro permanente del Consejo de Seguridad, dotada de la ¨²nica fuerza nuclear europea independiente, presente por sus territorios de ultramar en los cinco continentes, Francia no tiene por qu¨¦ sentirse inferior a Alemania, cuya poblaci¨®n decae y cuya proyecci¨®n se orienta sobre todo hacia Europa central y orienta].
En cuanto a Espa?a -pa¨ªs de la UE donde m¨¢s ha crecido la productividad entre 1979 y 1992-, a pesar de sus problemas actuales, su potencial se vislumbra en su ritmo de crecimiento econ¨®mico -casi un 3%, dos veces el de Francia y Alemania-. Y tiene tambi¨¦n -en ?frica del Norte, en el Mediterr¨¢neo, en Am¨¦rica Latina- zonas de influencia cuya importancia puede ser central para toda Europa. Esos tres pa¨ªses resumen ya bastante bien a Europa en s¨ª misma y frente al resto del mundo para poder organizar v¨¢lidamente las estructuras de la Europa pol¨ªtica destinada a acoger -sin que se modifiquen esas estructuras- a los otros pa¨ªses del continente.
Francia, Espa?a y Alemania pueden ya coordinar sus estrategias y optimizar sus esfuerzos en materia de defensa y de reducci¨®n de sus presupuestos militares por ejemplo, con la extensi¨®n de la fuerza nuclear francesa a Espa?a y Alemania, con la coordinaci¨®n de sus marinas en una acci¨®n com¨²n en el Mediterr¨¢neo, con la definici¨®n de una pol¨ªtica de inmigraci¨®n frente a los futuros flujos que llegar¨¢n del Sur y del Este...
A tres, mucho mejor que a seis, diez o quince, Espa?a, Francia y Alemania -que ejercieron en el pasado responsabilidades mundiales, que han logrado hoy ligar sus presidencias sucesivas en un plan de trabajo com¨²n- pueden sentar las bases de una Europa capaz de tener peso ma?ana en la evoluci¨®n del mundo.
La construcci¨®n pol¨ªtica de Europa se estanca tambi¨¦n por falta de base democr¨¢tica. No se har¨¢ Europa sin asociar a sus pueblos. Espa?a, Francia y Alemania tienen -a niveles de desarrollo desiguales- unas estructuras regionales. Pueden, por tanto, prever una verdadera organizaci¨®n pol¨ªtica democr¨¢tica de Europa, diferente de la de Bruselas: un Congreso elegido por sufragio universal y democr¨¢tico -un voto equivaldr¨ªa a otro voto, sea cual sea la poblaci¨®n del pa¨ªs-, una comisi¨®n de arbitraje, un consejo central de gobiernos...
La organizaci¨®n del n¨²cleo europeo deber¨¢ hacerse de forma que pueda acoger a todos los pa¨ªses de Europa. Esta f¨®rmula puede parecer abrupta. Sin embargo, es imprescindible que un peque?o grupo de pa¨ªses d¨¦ un impulso nuevo y realista a la uni¨®n pol¨ªtica. Este n¨²cleo no es un modelo que excluye. Tendr¨ªa vocaci¨®n de ampliarse progresivamente. Si los pa¨ªses que lo componen supieran actuar concertadamente, es muy probable, en efecto, que naciones como Portugal, Italia, Austria y Hungr¨ªa solicitaran su ingreso en esa Europa pol¨ªtica.
Se objetar¨¢n muchas cosas a esta idea. Pero todas estas cr¨ªticas no ocultar¨¢n lo esencial. Este n¨²cleo duro -que nace de un deseo de eficacia- realizar¨ªa lo m¨¢s pronto la fusi¨®n de los grandes intereses pol¨ªticos europeos, as¨ª como se ha producido -a seis, doce, luego a quince- la de las econom¨ªas entre nosotros. La creaci¨®n progresiva de la uni¨®n pol¨ªtica presentar¨ªa la ventaja, a partir de la Europa a tres, de poner fin a las par¨¢lisis que han impedido a la potencia de Europa manifestarse hasta hoy.
Ermmanuel Aubert es vicepresidente del Centre d'Etudes et d'Actions Europ¨¦ennes de Par¨ªs.
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