'Kamikaze'
Muero matando, luego existo. Mejor todav¨ªa, existir¨¦ eternamente en el para¨ªso, a la diestra de Dios, acompa?ado por docenas de hermosas doncellas. Tal es la l¨®gica -radicalmente distinta de la basada en el Cogito ergo sum de Descartes- de los kamikazes palestinos de Ham¨¢s.En los ¨²ltimos dos a?os, una . quincena larga de ellos se han inmolado en el interior de Israel, asesinando cada vez a decenas de personas. La ¨²ltima oleada de acciones terroristas suicidas -una venganza por la muerte de Yahia Ayash, el Ingeniero de Ham¨¢s, en . un atentado con tel¨¦fono bomba atribuido a los servicios secretos israel¨ªes- casi ha conseguido su objetivo. Esta semana, al proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo, que atraviesa sus horas m¨¢s bajas, le ha puesto Sim¨®n Peres un nuevo obst¨¢culo: el refer¨¦ndum que quiere convocar para que los israel¨ªes se pronuncien sobre el acuerdo final con Arafat.
Presuntos buenos conocedores de la psicolog¨ªa de sus enemigos, los israel¨ªes deber¨ªan haber sabido que la eliminaci¨®n del Ingeniero, el artificiero de Ham¨¢s, no s¨®lo no iba servir de escarmiento, sino que iba a regar con sangre, el abono m¨¢s potente, el culto al chahid, al m¨¢rtir. "Nuestro destino est¨¢ sellado: seguirte por la v¨ªa del martirio", dicen los textos que acompa?an los muchos retratos de al Muhandis o el Ingeniero pegados en los muros de Gaza. Esa v¨ªa consiste en un detonador al alcance de la mano para activar los explosivos ce?idos al cuerpo.
Los servicios secretos israel¨ªes han confeccionado el retrato robot del kamikaze palestino. Se trata de un muchacho de entre 18 y 25 a?os, soltero y sin compromiso, parado o estudiante, nacido en un campo de refugiados, con hermanos que fueron heridos en la represi¨®n israel¨ª de la Intifada y visitante asiduo de las mezquitas y los gimnasios de k¨¢rate. Cabe a?adir que como ¨¦l hay miles, decenas de miles de chebabs en Gaza y Cisjordania. Ham¨¢s dispone, pues, de una cantera casi inagotable.
El delirio escatol¨®gico de los kamikaze no es algo demasiado frecuente en el mayoritario islam sunn¨ª, al que pertenece el pueblo palestino. Han sido necesarios m¨²ltiples y poderosos factores para que arraigue entre una parte consistente de su juventud. En primer lugar, una larga y brutal ocupaci¨®n militar, en la que los israel¨ªes negaron al pueblo palestino cualquier tipo de identidad colectiva. En segundo lugar, la influencia de la victoriosa revoluci¨®n isl¨¢mica de Jomeini, cuyo discurso recuper¨® los elementos m¨¢s radicales del islam shi¨ª como la exaltaci¨®n de los desheredados y la esperanza en el regreso de un mes¨ªas que establezca en la tierra un reino de justicia. En tercer lugar, los conflictos de L¨ªbano, donde se desarrollaron muchas de las t¨¦cnicas de propaganda y acci¨®n del terrorismo islamista. Por ¨²ltimo, la guerra de Afganist¨¢n, donde combatieron no pocos de los cuadros de los actuales movimientos islamistas del mundo sun¨ª.
Aunque salido del tronco de la egipcia Cofrad¨ªa de los Hermanos Musulmanes, Ham¨¢s emplea los argumentos y los m¨¦todos del jomeinismo. Es el primo palestino del Hezbol¨¢ o Partido de Dios de los shi¨ªes libaneses, cuya tarjeta de presentaci¨®n fueron los atentados suicidas de octubre de 1983, que destruyeron los cuarteles generales en Beirut de los marines norteamericanos y los paracaidistas franceses. Si el islam prohibe el suicidio, Ham¨¢s, como Hezbol¨¢, replica asegurando que el kamikaze no es un suicida, sino un muyahid o combatiente de la yihad o guerra santa.
Como Hezbol¨¢ entre los shi¨ªs libaneses, Ham¨¢s est¨¢ en todas y en ninguna parte. No es una organizaci¨®n claramente estructurada, sino una nebulosa integrada por mezquitas, asociaciones culturales y religiosas, organizaciones caritativas, escuelas y dispensarios, orfanatos y clubes deportivos. Fundado en los ochenta por el jeque Ahmed Yas¨ªn -hoy condenado a cadena perpetua en Israel-, Ham¨¢s floreci¨® en un momento en que Israel le negaba el pan y la sal a la laica OLP de Arafat.
Ham¨¢s, para el que Arafat es un mero cipayo de la represi¨®n israel¨ª, aspira a destruir el Estado hebreo, que considera un c¨¢ncer implantado por Occidente en el coraz¨®n del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Su l¨®gica es irreconciliable con la cartesiana, y desde esta ¨²ltima tan s¨®lo se pueden comprender las razones objetivas de su surgimiento, lo que sirve m¨¢s bien para poco. Lo m¨¢s grave es que ni Ham¨¢s ni el islam detentan el monopolio del impulso kamikaze. Desde el Unabomber y los Freemen de Montana, en EE UU, a los seguidores de la secta de La Verdad Suprema, en Jap¨®n, el planeta tiembla de fiebre milenarista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.