Apocal¨ªpticos e integrados
La protagonista, de nombre Patria, descubre al cabo del tiempo que su amante, por el que se ha sacrificado hasta el l¨ªmite con el objeto de que acabe su novela maestra, tiene escritas al fin trescientas p¨¢ginas, pero con una sola frase: "Todos me persiguen, no puedo escribir porque todos me persiguen". Ocurre en La nada. cotidiana, de la escritora cubana Zoe Vald¨¦s.En econom¨ªa sucede lo mismo. Se re¨²ne todo tipo de organismos internacionales para dictaminar, una y otra vez, que el ¨²nico camino es reducir el d¨¦ficit p¨²blico. De acuerdo. No habr¨¢ pensamiento ¨²nico (o, si existe, es s¨®lo el eslogan descalificatorio m¨¢s socorrido de pol¨ªticos y comunicadores, como dec¨ªa el pasado viernes en este peri¨®dico Jos¨¦ Vidal-Beneyto) ni ¨²nica pol¨ªtica econ¨®mica posible, pero la lucha contra el d¨¦ficit p¨²blico se ha convertido en el m¨ªnimo com¨²n denominador de todos los expertos, una vez decretado el fin de la inflaci¨®n.
Ni siquiera se discute, como anta?o, la composici¨®n de ese d¨¦ficit: en qu¨¦ se gasta, c¨®mo se ingresa y para qu¨¦; en qu¨¦ condiciones y hasta d¨®nde hay que endeudarse. El d¨¦ficit en s¨ª mismo es maligno, al margen de recesiones o recuperaciones. No hay ciclos. Francia, por ejemplo, sufre una peligrosa ca¨ªda y Jupp¨¦ no ha tornado las medidas tradicionales de alegrar la inversi¨®n y el consumo, sino que ha aumentado los impuestos para mejorar los ingresos fiscales y cumplir Maastricht.
Ahora se atornilla el discurso un poco m¨¢s; no basta con aminorar el d¨¦ficit, sino que hay que hacerlo de modo r¨¢pido y no gradual. El martes coincid¨ªan en el mensaje el Instituto Monetario Europeo y el Banco de Espa?a (Luis ?ngel Rojo, gobernador de este ¨²ltimo, es vicepresidente del primero). El IME insist¨ªa en la reducci¨®n urgente, y no paso a paso, de los d¨¦ficit de los Quince, y se?alaba con el dedo d¨®nde sajar: es insostenible el porcentaje de gasto p¨²blico con respecto al PIB, de lo que "ya son conscientes no s¨®lo ministros y expertos, sino tambi¨¦n la opini¨®n y los agentes sociales"; los grandes problemas est¨¢n "en los gastos sanitarios y de pensiones".
El Banco de Espa?a, habitualmente m¨¢s prudente, no indicaba en su informe d¨®nde disminuir el gasto (ello corresponde a los pol¨ªticos, no a los t¨¦cnicos: aqu¨ª es donde hay diferencias e ideolog¨ªas), pero conduc¨ªa al PP a un ajuste fiscal duro y r¨¢pido, sin esperar al presupuesto de 1997. Para el banco emisor, "el esfuerzo de consolidaci¨®n fiscal realizado en 1995. fue modesto, dada la dimensi¨®n del equilibrio existente, y se centr¨®... en medidas de eficacia transitoria", y "las medidas adoptadas en 1996... no incorporan elementos de reforma que faciliten la necesaria reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico".
Al mismo tiempo, se reun¨ªan en Francia los ministros de Trabajo del G-7 para analizar el paro en el mundo. Es la segunda reuni¨®n de los siete pa¨ªses M¨¢s ricos sobre este asunto (la primera fue en Detroit, presidida por Clinton, en 1994). Aqu¨ª no hubo m¨¢s acuerdo que el de adherirse a las directrices manidas: recomendaciones de oficio sobre la necesidad de sanear las finanzas p¨²blicas, - flexibilizar el mercado laboral y eliminar trabas al comercio mundial. Lo que se est¨¢ haciendo desde hace muchos ejercicios sin que ceda el paro, la precariedad o la redistribuci¨®n negativa de la riqueza. Ni siquiera condenaron descarr¨ªos como el trabajo infantil, relativamente frecuente en Asia,- porque "cosas que aparentemente son aberrantes en Occidente forman parte de la cultura tradicional asi¨¢tica" (seg¨²n el representante japon¨¦s). Llevado al extremo este argumento, tampoco deber¨ªamos inmiscuirnos en la ablaci¨®n del cl¨ªtoris que se practica en algunas zonas. En el mundo hay derechos humanos que no son universales, y hay apocal¨ªpticos e integrados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.