Ejemplo de autorregulacion
Pasen y vean: si alguien quiere conocer un ejemplo de esa autorregulaci¨®n que van a exigir los taurinos, todos a una, dentro de unos d¨ªas, no tiene m¨¢s que darse una vuelta por la plaza de Las Ventas. He aqu¨ª la autorregulaci¨®n que pretenden los taurinos en un¨¢nime contubernio: el toro chico, el toro inv¨¢lido; el novillo que parezca toro y tenga franqu¨ªa para exhibir en cualquier parte su verg¨¹enza sin que nadie ponga ninguna cortapisa.El toro que se anuncia toro -y se hace pagar como toro- pero que no lo es. La corrida que se anuncia de lidia y muerte de los toros y s¨ª, hay muerte, muerte total (el toro ya sale medio muerto, para mayor gloria de la fiesta) -pero lidia ninguna, pues nada hay que lidiar.
Lorca / Espl¨¢, Cepeda, S¨¢nchez
Toros de Mart¨ªn Lorca (uno rechazado en reconocimiento, dos devueltos por inv¨¢lidos), anovillados e inv¨¢lidos. 4? de Cernu?o, escurrido, inv¨¢lido, manso. Sobreros: 1? de El Sierro, basto, inv¨¢lido, manso; 6? de Jer¨®nimo Mart¨ªnez, con trap¨ªo, inv¨¢lido, descastado, Luis Francisco Espl¨¢: estocada corta ca¨ªda y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio); dos pinchazos y estocada corta ladeada (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda).Fernando Cepeda: estocada corta trasera (silencio); tres pinchazos, estocada -aviso con retraso- y dobla el toro (silencio). Manolo S¨¢nchez: estocada ca¨ªda, descabello y se tumba el toro (silencio); pinchazo hondo, rueda de peones y tres descabellos (silencio). Plaza de Las Ventas, 7 de abril. Tres cuartos de entrada.
De tal guisa se desarroll¨® la funci¨®n vente?a, con toros que a lo mejor eran novillos; con toros que proclamaban su ruina revolc¨¢ndose por el redondel. No debi¨® ser casualidad que esta muestra cabal de la autorregulaci¨®n se produjera en Las Ventas. A fin de cuentas, la confederaci¨®n de taurinos que se va a presentar p¨²blicamente en una finca privada el 16 de abril est¨¢ presidida por el propio empresario del coso madrile?o, Jos¨¦ Luis Lozano; y vicepresidente de la nueva entidad autorreguladora es su antecesor, Manuel Chopera.
Pero no se crea que Madrid tiene la culpa de nada. Madrid no es causante sino v¨ªctima del desprop¨®sito. Madrid es precisamente una de las pocas plazas donde hay afici¨®n que est¨¢ alerta y no se deja enga?ar y protesta con la vehemencia debida esos toros que parecen novillos, esos pobres animalitos de Dios que franquean el chiquero en estado ag¨®nico.
Madrid, para la intenci¨®n de los autorreguladores, es un problema. Ahora bien, ese problema lo podr¨ªa solucionar la autoridad incompetente en flagrante abuso de sus prerrogativas. La autoridad incompetente s¨®lo tiene que pegar un telefonazo para intentar abortar la protesta. Estaba en esta corrida la mayor¨ªa de la plaza protestando un especimen colorao sin resuello cuando un agente de la autoridad se fue hacia el sector m¨¢s ruidoso, que era el tendido 7, en actitud de hacerlo callar. El tendido 7 no se call¨®, sin embargo, y adem¨¢s pidi¨®, explicaciones. Pregunt¨® a qui¨¦n defiende la autoridad en esta plaza llamada la primera del mundo; si a los aficionados que reivindican sus derechos o a los taurinos que los atropellan con la m¨¢s absoluta desverg¨¹enza.
No hubo lidia, naturalmente. Unas muestras de maestr¨ªa de Luis Francisco Espl¨¢ retando toreramente a sendos toros dificultosos, y esa fue la historia de la funci¨®n. Las dificultades de arribos toros proven¨ªan de su mansedumbre y Espl¨¢ supo medirles -y a¨²n pisarles- los terrenos en banderillas, aprovechar sus querencias en el tercio siguiente y sacarles los pocos pases que ten¨ªan.
Cepeda apunt¨® su estilo en alguna ver¨®nica, apenas pudo torear al segundo por su invalidez, le sac¨® dos hermosas series de redondos al quinto y cuando se ech¨® la muleta a la izquierda el inv¨¢lido ya no ten¨ªa recorrido. Manolo S¨¢nchez esboz¨® el derechazo y pegando derechazos le dieron las tantas. No en su primero, inv¨¢lido total; s¨ª en el sexto, que topaba al estilo moruch¨®n. Manolo S¨¢nchez porfiaba derechazos ajeno a la realidad y la realidad era que la afici¨®n ya estaba harta de derechazos, de toros inv¨¢lidos, de aguantar una funci¨®n que llamaron corrida de toros. ?Toros aquello? Vivir para ver.
Babelia
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