Mirando atr¨¢s
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El caso de Agust¨ªn D¨ªaz Yanes y su primer largometraje, Nadie hablar¨¢ de nosotras cuando hayamos muerto, no sirve de ejemplo. El ¨¦xito conseguido a la primera, sin ninguna experiencia anterior en la direcci¨®n de cortos, no es lo normal. Lo normal en un director es que se curta en el mundo del cortometraje y hasta se estrelle antes de dar el paso al largo.
En el Madrid de mediados de los setenta, Pedro Almod¨®var ya ten¨ªa su p¨²blico. En los cinco a?os en los que realiz¨® cortos, antes de su primer largo Pepi, Luci, Boom y otras chicas del mont¨®n (1980), el director espa?ol m¨¢s internacional ahora utiliz¨® preferentemente el formato de superocho. Hacer cine era imprescindible en su vida y sus. amigos esperaban con ansia los s¨¢bados y domingos, en los que Almod¨®var, entonces trabajador de Telef¨®nica durante la semana, proyectaba sus ilusiones. Lo hac¨ªa sobre una s¨¢bana o en una pantalla casera, y como no pod¨ªa grabar sonido, sobre im¨¢genes mudas, ¨¦l hac¨ªa durante la proyecci¨®n de presentador, interpretaba a los distintos personajes y contaba la historia.
Ocho o nueve cortos, ya no lo recuerda con exactitud, y en todos los formatos posibles, realiz¨® Mariano Barroso, el director de Mi hermano del alma y ?xtasis. "Los cortos para m¨ª fueron el ejercicio de una escuela que no exist¨ªa. Personalmente, los m¨ªos no los asum¨ª como algo terminado para exhibirlo al p¨²blico, aunque alguno se proyectara. En realidad, era dar palos de ciego sin ninguna direcci¨®n", se?ala Barroso, quien considera imprescindible este paso en el aprendizaje de un cineasta.
En la ¨¦poca en la que Barroso realiz¨® sus cortos, exist¨ªa a¨²n la obligatoriedad de realizarlos en 35 mil¨ªmetros (la misma cinta que una pel¨ªcula) para obtener subvenci¨®n -"lo cual provocaba que los costes se dispararan"- y la de exhibir un corto documental en las salas de cine inmediata mente antes de la proyecci¨®n de los filmes. "Hubo mucha gente, de la que todo el mundo conoce los nombres, que, ampar¨¢ndose en el vac¨ªo legal, utilizaron la picaresca para conseguir subvenciones y ganaron mucho dinero", dice el director. Si hay alguien a quien un solo corto le ha abierto las puertas del cine, ¨¦se ha sido Alvaro Fern¨¢ndez Armero, madrile?o de 27 a?os. Justo el 31 de diciembre de 1992 termin¨® El columpio, un corto con voz en off con Coque Malla y Ariadna Gil. Gan¨® el Premio Goya y casi inmediatamente el productor Enrique Cerezo le propuso costear su primer lar gometraje, Todo es mentira. A punto de estrenar su segundo filme, Brujas, Fern¨¢ndez Armero guarda de El columpio "el mejor recuerdo del mundo". "Todo sali¨® bien. Nunca he trabajado tanto como con el corto. El columpio me abri¨® las puertas del cine, fue como mi carta de presentaci¨®n", dice el director.
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