La sombra de Ca¨ªn
Las heridas abiertas del XIII Congreso
Que cierren por fuera. El Partido Comunista de Espa?a (PCE), formalmente, ha preferido facilitar -cuando no alentar- la marcha de quienes se han planteado la b¨²squeda de otros espacios pol¨ªticos distintos al comunista. Y aunque se ha intentado mantener la calma, el goteo de dirigentes -algunos con probados y duros a?os de militancia- que han abandonado el partido ha dejado al descubierto que nunca se cerraron del todo las heridas abiertas en el XXIII Congreso (diciembre de 1991), cuando la disoluci¨®n del PCE se plante¨® como ¨²nica f¨®rmula para potenciar a Izquierda Unida.El PCE sigui¨® funcionando y, adem¨¢s, incrementando su peso en la coalici¨®n Izquierda Unida (IU). Todo aquello se paga hoy.
Ahora a Julio Anguita le crecen los problemas. En el PCE y en IU. Los resultados electorales obtenidos por la coalici¨®n el 3 de marzo han servido, de paso, para poner cuesti¨®n el papel del PCE dentro de la coalici¨®n. Y, como eran pocos, Nueva Izquierda decidi¨® convertirse en partido.
Si hasta ahora las relaciones entre comunistas y otras fuerzas de Izquierda Unida no eran precisamente id¨ªlicas, la irrupci¨®n del nuevo partido ha profundizado unas diferencias que amenazan con hacer de la coalici¨®n de Julio Anguita un campo de batalla.
La aparente serenidad con que el PCE acogi¨® la transformaci¨®n en partido de Nueva Izquierda se ha hecho a?icos a medida que ha empezado a plasmarse en la marcha de militantes. Serenidad y calma relativas, dicho sea de paso. Si Francisco Frutos fue el primero que acogi¨® desabridamente la noticia y recomend¨® a los promotores que buscaran su lugar fuera de IU, m¨¢s recientemente Felipe Alcaraz ha venido a hacerles la misma recomendaci¨®n. Es el conmigo o contra m¨ª que hasta ahora se ha saldado con la entrega de carn¨¦s en Cantabria, Valencia o Castilla-La Mancha...
Pero el problema no es s¨®lo Nueva Izquierda. Entre otras cosas, porque su peso es el que es en la coalici¨®n y su transformaci¨®n, en definitiva, s¨®lo servir¨¢ para que ese peso pueda medirse m¨¢s exactamente ?Es m¨¢s de lo que tiene o menos de los que representa? El tiempo lo dir¨¢.
El verdadero problema
Pero el aut¨¦ntico problema del PCE -que en parte contamina tambi¨¦n a Nueva Izquierda- es que muchos de los que en el XIII Congreso del PCE apostaron por su disoluci¨®n -y terminaron por quedarse a rega?adientes en el partido- se preguntan ahora si el asfixiante peso del PCE en Izquierda Unida no ha sido, en buena medida, el culpable de los resultados electorales del pasado 3 de marzo.
Y, sobre todo, se preguntan, qu¨¦ hacen en una formaci¨®n en la que ya no creen y de la que ni siquiera comparten muchos de sus principios.
Para ellos, el PCE ya s¨®lo sirve para que sus m¨¢ximos dirigentes controlen, con la fuerza de la mayor¨ªa, la coalici¨®n.
En el ¨²ltimo Consejo Pol¨ªtico de- Izquierda Unida las voces contra la actual pol¨ªtica de la coalici¨®n no ven¨ªan ¨²nicamente de los sectores cercanos a Nueva Izquierda. Desde las propias filas del PCE se pidi¨® un ejercicio de autocr¨ªtica -y de proyecto- que, finalmente, no se produjo.
Pero d¨ªas despu¨¦s, en un implacable goteo, dirigentes del PCE han ido entregando sus viejos carn¨¦s. Y no s¨®lo para irse a Nueva Izquierda.
?Es posible una Izquierda Unida dividida por las organizaciones que la forman? La respuesta, tal vez, s¨®lo la tenga un PCE que, irremediablemente, arrastra la sombra de Ca¨ªn.
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