Diez a?os de Ley de la Ciencia
Se cumple por estas fechas el d¨¦cimo aniversario de la publicaci¨®n de la Ley 13 / 1986 de 14 de abril, de Fomento y Coordinaci¨®n General de la Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica (vulgo Ley de la Ciencia) que supone un paso importante en el proceso de institucionalizaci¨®n de la ciencia en Espa?a. Sus antecedentes inmediatos hay que situarlos en la Comisi¨®n Asesora de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica (CAICYT, simplemente la asesora para los cient¨ªficos que peinamos canas).La Ley de Ciencia se sustenta en el Plan Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y Desarrollo Tecnol¨®gico (PNI + D), como instrumento de fomento, y una Comisi¨®n Interministerial de Ciencia y Tecnolog¨ªa (CICYT), garante de la coordinaci¨®n interministerial y la concertaci¨®n con las empresas y las Comunidades Aut¨®nomas. Las cr¨ªticas a la Ley de Ciencia han se?alado desde un principio la laxitud de las medidas de concertaci¨®n y coordinaci¨®n propuestas.
Desde el punto de vista pol¨ªtico, la Ley de Ciencia fue un fiel reflejo de la coyuntura, condicionada por el peso del equipo de Educaci¨®n y Ciencia en el partido y Gobierno de la Naci¨®n. Debido a ello, la iniciativa de la ley y el reparto de poder en la gesti¨®n de la pol¨ªtica cient¨ªfica y tecnol¨®gica queda, en lo fundamental, circunscrita a dicho Ministerio, en detrimento del de Industria. Quiz¨¢ por ello y por la ausencia de una pol¨ªtica industrial ha primado la I de investigaci¨®n b¨¢sica, y su correlato de publicaciones cient¨ªficas, sobre la D de desarrollo tecnol¨®gico industrial, en t¨¦rminos de registro de patentes y balanza tecnol¨®gica.
Consecuencia tambi¨¦n de esta coyuntura es la p¨¦rdida de influencia del CSIC, relegado a la condici¨®n de mero ejecutor del PNI + D, con una categor¨ªa administrativa de Direcci¨®n General. La ley propiciaba tambi¨¦n una reordenaci¨®n del sector p¨²blico de investigaci¨®n (OPIs), con medidas para agilizar su gesti¨®n y facilitar la movilidad del personal investigador; sin embargo, nada se ha hecho en esta ¨²ltima direcci¨®n. El caso m¨¢s flagrante es el del CSIC que a estas alturas carece de un Reglamento de Personal
En estos 10 a?os se ha avanzado en la financiaci¨®n de proyectos y en la creaci¨®n de infraestructura cient¨ªfica en universidades y CSIC, a expensas tanto de los fondos reguladores gestionados por el PNI + D, como de otros procedentes de planes sectoriales, comunidades aut¨®nomas y programas europeos, no coordinados por el PNI + D. Frente a esta abundancia, contrasta la escasez de plazas estables para la incorporaci¨®n de los j¨®venes investigadores formados al amparo del Plan de Formaci¨®n de Personal Investigador. De no d¨¢rsele remedio, esta distorsi¨®n amenaza comprometer la capacidad de crecimiento de nuestro sistema de ciencia y tecnolog¨ªa.
Con todo, el mayor reproche que cabe hacer a la Ley de Ciencia es su incapacidad para propiciar un crecimiento sostenido del esfuerzo I + D, al margen de la coyuntura econ¨®mica. Como muestra la figura, de haberse mantenido el crecimiento de este indicador al ritmo logrado en el periodo expansivo de nuestra econom¨ªa (1985-1990), se podr¨ªa haber alcanzado el m¨ªtico 1,5% del PIB -reclamado para 1975 por el famoso informe de la OCDE de 1964- en torno al fin de siglo y una convergencia con la media europea en torno al 2010. Las previsiones del III PNI + D sit¨²an esos logros en un horizonte mucho m¨¢s alejado.
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