"Los madrile?os se esfuerzan por entender a los de fuera"
Su madre le ense?¨® todo lo que a su vez le fue legado por la abuela. Cuando tres generaciones dedican su vida al baile y una de ellas, La Quica, funda en el Rastro la primera academia flamenca de Madrid, uno no aprende a bailar: es el baile el que le aprehende a uno para siempre. Mercedes no recuerda lecciones sobre c¨®mo tocar las casta?uelas, ni el modo de bailar un bolero. Tampoco le asombra ver pasar por los estudios familiares a Antonio El Bailar¨ªn, Roc¨ªo Jurado, o coincidir en camerinos con La Argentinita. Mercedes Le¨®n, de 44 a?os, nacimiento casual en Buenos Aires y residencia en "el verdadero coraz¨®n de Madrid, la calle de Toledo", ha montado su propia escuela al son de muchos ritmos, incluido el de los nuevos tiempos. Flamenco, escuela bolera, danza africana, jazz, tango y bailes orientales, en un piso lleno de balcones, que bascula de alegr¨ªa cada vez que los alumnos empiezan a ensayar.P. En un barrio con tantas academias de baile (Ant¨®n Mart¨ªn, Tirso de Molina), ?hay competencia?
R. Ninguna, ni tampoco, con los gitanos. La danza espa?ola es de todos y a todos permite desarrollar su propia personalidad. Los alumnos pueden ir cambiando de un centro a otro seg¨²n las etapas. Adem¨¢s, as¨ª hay profesores para todos los gustos.
P. ?Podr¨ªa explicar, con su experiencia, por qu¨¦ hay tantos extranjeros en estas academias?
R. El flamenco es muy percutivo, primitivo y a la vez sofisticado. No sentir ritmo es imposible. A los orientales, por ejemplo, que son tan introvertidos, les sirve de escape. Un indio baila menos porque su forma cultural de expresi¨®n es m¨¢s liberadora.
P. ?Comentan sus vidas en Madrid?
R. Mucho. En su mayor¨ªa hablan bien, dicen que los madrile?os ponemos mucho inter¨¦s en entenderles, aunque se habla muy poco ingl¨¦s. Pero a m¨ª eso no me parece mal, as¨ª tienen que improvisar d¨ªa a d¨ªa y es maravilloso que la gente haga esfuerzos por hacer que unos y otros se entiendan.
P. Luego est¨¢n los extranjeros marginales que no entran a los bancos, ni vienen a su escuela.
R. Pero convivo con ellos en cierta manera, por, que en este barrio abundan. Quisiera que cualquier sistema pol¨ªtico encontrara el modo de que todos convivamos y trabajemos en paz. Ya va siendo hora de que nos combinemos.
P. ?En sus m¨²ltiples viajes suele comparar a Madrid con otras ciudades?
R. Madrid es una ciudad maravillosa y, no nos enga?emos, la primera vez que estuve en Estocolmo me pareci¨® el para¨ªso de los emigrantes. Ahora, te pueden detener s¨®lo por llevar el pelo largo.
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